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Razones para el optimismo (I)
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Ignacio de la Torre

El Observatorio del IE

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Razones para el optimismo (I)

Los años en que vivimos peligrosamente, titulaba el articulista del Financial Times Martin Wolf una columna en la que analizaba los enormes desequilibrios generados en la

Los años en que vivimos peligrosamente, titulaba el articulista del Financial Times Martin Wolf una columna en la que analizaba los enormes desequilibrios generados en la economía mundial, sistema conocido como Bretton Woods II, y que supuso la base para una de las épocas de mayor bonanza económica global, probablemente la mayor de la Historia (nunca tantos millones de personas han salido de la pobreza en tan pocos años) pero cimentada sobre una base extremadamente volátil: la acumulación masiva de crédito. 

En este debate sobre si estamos en Depresión o Recesión, y si ésta tiene forma de “L” (caída sin recuperación), de “I” (caída libre) o de U (“muchos años en la curva baja”) quizás convenga por un momento sentarse a analizar rayos de luz que pueden arrojar algo de esperanza a la situación actual: las fuentes de optimismo. Sin ánimo de ser subjetivo (en coherencia cabe analizar conjuntamente motivos de pesimismo y de optimismo, pero creo que nuestra sociedad peca de cebarse sólo en los primeros), subrayo algunas en este primer artículo sobre el tema para el análisis, comentario y consideración de los lectores:

Primera: el precio del petróleo ha tenido el mayor descenso de su Historia; esto, unido a una caída de los márgenes de refino, ha redundado en reducciones agresivas del precio de la gasolina, repercutiendo en una mejora importante de la renta disponible, especialmente en las clases más desfavorecidas, las que mayor propensión marginal al consumo presentan.

Segunda: la caída del consumo norteamericano, británico y español está provocando una reducción substancial del déficit comercial de estos países, uno de los talones de Aquiles de la economía de Bretton Woods II.

Tercera: las ostensibles caídas de los tipos interbancarios (euribor y similares) tiene su reflejo directo en una reducción de las cuotas hipotecarias, aumentando la renta disponible. Aunque este dinero se ahorre, ahorro actual es potencial consumo futuro.

Cuarta: los mercados de bonos se han vuelto a abrir, aunque con una gran selección del tipo de papel emitido. En un contexto de crisis bancaria, la apertura de fuentes de financiación alternativas para las empresas es crucial para inyectar liquidez en nuestras economías. Otras posibles fuentes de financiación alternativas a la bancaria serían la bolsa (tradicional o bolsas alternativas), las titulizaciones, la financiación directa de deuda por parte de fondos de pensiones o la misma financiación islámica (en un artículo más adelante exploraremos más en detalle estas fuentes).

Quinta: a pesar de las caídas de los mercados en enero y febrero, la volatilidad ha permanecido estable en torno al 40%. Este hecho es inusual y muy importante: quiere decir que el mercado ya tiene digeridas las noticias adversas. En esa situación, el riesgo de rally alcista es mayor, y un rally así podría provocar mayores bajadas de la volatilidad, mejorando el binomio retorno riesgo de la renta variable, alimentando el eventual cierre de posiciones cortas.

Sexta: el riesgo geopolítico se ha reducido considerablemente durante el último año. En 2006 el banco ING lanzó un informe de bolsa que se titulaba Attacking Iran, elucubrando sobre el envío de un segundo portaaviones de los EEUU al Golfo como señal inequívoca de un inminente ataque aéreo a las instalaciones nucleares iraníes.  Aunque hoy en día sigue habiendo focos inequívocos de riesgo geopolítico (Irán puede estar muy cerca de tener el nivel suficiente de uranio enriquecido para fabricar su bomba atómica, Pakistán sigue siendo un polvorín, el delta del Níger es un avispero que afecta a la producción de petróleo…), los dirigentes, dañados por la crisis económica y por los precios bajos de las materias primas, tienen más visos de resolver los conflictos mediante la negociación.

En mi artículo de dentro de dos semanas elaboraré el resto de las razones que percibo como eventuales fuentes de optimismo. Sí, creo que es justo afirmar que el ser humano tiende a pecar de optimismo en los momentos de bonanza y de pesimismo en los momentos de penuria. ¿Quieren ayudarme en mi esfuerzo por invertir esta tendencia?

Los años en que vivimos peligrosamente, titulaba el articulista del Financial Times Martin Wolf una columna en la que analizaba los enormes desequilibrios generados en la economía mundial, sistema conocido como Bretton Woods II, y que supuso la base para una de las épocas de mayor bonanza económica global, probablemente la mayor de la Historia (nunca tantos millones de personas han salido de la pobreza en tan pocos años) pero cimentada sobre una base extremadamente volátil: la acumulación masiva de crédito.