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Midiendo la (maldita) desigualdad
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Iñigo Macías | Susana Ruiz

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Midiendo la (maldita) desigualdad

En Oxfam Intermón nos centramos en la concentración de la riqueza y nuestros cálculos tienen en cuenta la riqueza neta, es decir, la suma de todos los activos menos las deudas

Foto: Entrada al Congreso del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. (Reuters)
Entrada al Congreso del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. (Reuters)

En Oxfam Intermón insistimos, la desigualdad sigue aumentando. Y no somos los únicos. El año pasado, Joe Biden, aún Vicepresidente de Estados Unidos y recién aterrizado en Davos destacaba en su primer discurso que 62 personas en el mundo tienen tanta riqueza como 3.600 millones de personas, y gran parte de este problema es causado por los inmensos recursos que se fugan hacia paraísos fiscales. Este año, ya no son 62 sino 8 personas (8 hombres) y esta vez es Xi Jinping, Presidente de China, quien declaraba en su primer discurso desde Davos que la desigualdad es una gran preocupación cuando “el 1% más rico de la población mundial tiene ya más riqueza que el 99% restante. Más de 700 millones de personas siguen viviendo en la pobreza”. A una pregunta de un periodista de Bloomberg en Foro Económico Mundial, sobre por qué aún había quien negara la creciente desigualdad, Christine Lagarde, Directora Ejecutiva del FMI contestaba esta semana: “No sé porqué hay personas que aún no escuchan. Lo que sí puedo decir es que para el FMI se ha convertido en un tema central”.

Dentro del FMI se han superado ya las voces internas que hace cuatro años cuestionaban este acercamiento a la desigualdad para centrar ahora gran parte de nuestras investigaciones y análisis, en especial el impacto tan negativo que tiene sobre el crecimiento.

En Oxfam Intermón hemos optado por hacer visible la brecha creciente en la concentración de la riqueza. Aún con todo, los ya famosos ocho hombres que tienen la misma riqueza que la mitad del población mundial, no son los culpables de que la mitad del planeta viva expuestos a la pobreza. De hecho, hay que reconocer que la gran mayoría de estos famosos ocho son personas que destinan parte de su fortuna a apoyar causas justas y a veces olvidadas. Pero la filantropía no puede ser un sustituto frente a un sistema de responsabilidad en lo fiscal y en lo salarial. El propio Bill Gates reconoce que la primera responsabilidad de los súper ricos es pagar sus impuestos y Warren Buffet se queja de pagar menos impuestos que su secretaria.

Hay que reconocer que la mayoría de estos famosos ocho destinan parte de su fortuna a apoyar causas justas y a veces olvidadas

¿Porqué nos centramos en la concentración de la riqueza? El patrimonio y la riqueza ayudan a afrontar la vulnerabilidad asociada a la pobreza. Si te quedas sin empleo, tener una casa en propiedad y no tener que pagar alquiler ayuda. El origen de la riqueza es diverso. Se puede construir patrimonio a base de ahorro; puede ser fruto de una herencia, o incluso del endeudamiento (siempre y cuando seamos capaces de devolver esa deuda, claro). Pero en gran medida, se hereda. El informe de Peterson Institute calcula que el 53% de la riqueza en España es heredada, al igual que un tercio de la riqueza de los 1810 milmillonarios de la lista Forbes, según hemos calculado en Oxfam Intermón. Así es que analizar la concentración de la riqueza y el patrimonio nos ayuda a comprender mejor aspectos como la transmisión intergeneracional de las oportunidades, y por tanto, de cómo se perpetúa la desigualdad.

La riqueza también es poder. Para el reconocido economista Branko Milanovic (ya saben, el del 'gráfico del elefante'), “la riqueza, especialmente cuando miramos a los ricos, es la fuente del poder económico y político. No son las personas que están fuertemente endeudadas de sus tarjetas de crédito, con dificultades para devolverlas, las que son susceptibles de influir, a través de su contribución a campañas políticas, en las políticas o la agenda legislativa”.

La riqueza o el patrimonio son los activos financieros (depósitos bancarios, acciones, títulos de renta fija...) y no financieros (inmuebles, vehículos, etc.), de los que una persona es propietaria en una fecha determinada. Pero también se produce lo que se denomina “riqueza negativa”, las deudas que se contraen. Los cálculos de Oxfam Intermón tienen en cuenta la riqueza neta, es decir, la suma de todos los activos, ya sean financieros y no financieros menos las deudas. No somos los únicos, además de Credit Suisse, este mismo método de cálculo es el que utiliza y aconseja la OCDE en sus cálculos referidos a la distribución de la riqueza.

Por esta “riqueza negativa”, algunas de las personas que se encuentran entre el 50% más pobre no son realmente pobres, sino que podrían ser recién licenciados con importantes deudas contraídas para financiar sus estudios, pero con un alto potencial de ingresos (en el futuro). Pero al año, Harvard licencirá como mucho 20.000 personas. Otros señalan que en su mayoría son personas con hipotecas, es decir con una deuda presente y un activo de su propiedad en el futuro. Sin embargo, lo que nos dice Credit Suisse es que la mitad más pobre de la humanidad –un total de 3.600 millones de personas– vive principalmente en países en desarrollo. Una de cada cuatro personas de este grupo vive en la India. Uno de cada cinco vive en África subsahariana. Aproximadamente el 70% de este grupo vive en países de bajos ingresos, donde todavía hay más de 700 millones de personas que viven por debajo de la línea de pobreza extrema (calculada como todas aquellas personas que viven con menos de 1,90 dólares al día).

Ser mujer, joven, soltera y con bajos niveles educativos pueden aumentar la posibilidad de ser incluido en el grupo de menor riqueza

Solo el 1% de este grupo vive en Norteamérica y el 8% en Europa. Ser mujer, joven, soltera y con bajos niveles educativos son elementos que hacen aumentar la probabilidad de ser incluido en el grupo de menor riqueza en las economías avanzadas. No nos engañemos y no nos dejemos engañar, las personas incluidas entre el 50% más pobre del mundo son personas que están luchando por sobrevivir con pocos o ningún medio para mantenerse a flote.

Por otro lado, es verdad que los datos de Credit Suisse recogen solo a los adultos mayores de 20 años y no incluyen a los niños y niñas (que el mismo banco “supone” no disponen de riqueza o patrimonio). Los expertos del banco suizo recogen en la distribución de la riqueza solo a los adultos mayores de 20 años. En Oxfam Intermón, sin embargo, sí consideramos también a los menores de 20 años en nuestras estadísticas, niñas y niños incluidos. Al hacerlo, asumimos que esta población menor de 20 años se distribuye equitativamente entre cada segmento de la población global. Aunque en realidad, a nivel global, el tamaño de la familia tiende a ser más pequeño cuanto más rico se es –así que es probable que haya más niños en la mitad más pobre de la humanidad que en la mitad más rica. Esto apunta a que nuestros cálculos son probablemente conservadores, ya que personas más pobres con escasos recursos tendrán que estirarlos aún más pues hay más bocas que alimentar.

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Veamos quienes son los “ricos”. En 2016, para ser incluido en el 1% superior, la riqueza de un individuo debía exceder los 744.396 dólares. Alrededor del 42% de este grupo vive en Norte América, el 32% en Europa y el 25% en Asia Pacífico (incluyendo el 5% de China). Para estar entre el 10% más rico, un individuo debe tener una riqueza superior a los 71.559 dólares en 2016 (¡sí, han leído bien!), el 35% de este grupo vive en Europa, el 36% en Asia Pacífico (incluyendo el 9% de China), el 25% en Norteamérica y el 3% de América Latina.

Esta desigualdad extrema atrapa a millones de personas en la pobreza porque las mismas reglas económicas que permiten la acumulación de riqueza extrema también causan la pobreza – pensemos en el abuso de los paraísos fiscales o en las empresas que ponen por delante las ganancias sobre los salarios. 700 millones de personas menos habrían estado viviendo en la pobreza a finales de la última década (o incluso podrían comenzar a construir su patrimonio), si se hubieran tomado medidas para reducir la brecha entre ricos y pobres.

Nos gusta reconocer los importantes avances que los esfuerzos conjuntos de muchos países y la toma de conciencia colectiva han logrado en la reducción de la pobreza, sobre todo de la pobreza extrema estos últimos años. Todos lo celebramos, no sólo Oxfam Intermón. Pero los expertos e instituciones internacionales como el Banco Mundial advierten que la extrema desigualdad amenaza estos logros alcanzados. En un reciente informe, este organismo afirmaba claramente que no podemos poner fin a la pobreza si no terminamos con la crisis de la desigualdad.

No se trata de ideología, sino de sentido común. Una economía de mercado sana es clave para luchar contra la pobreza y la desigualdad, pero hoy no la tenemos. Tenemos una forma extrema de capitalismo que solo funciona para los que están en la cumbre. Es por eso que no se busca criminalizar a estas ocho personas, sino solo levantar la voz para defender un cambio en el modelo que haga que la economía funcione para todos y la lucha contra la pobreza no se quede estancada. O se revierta, como estamos viendo ya en regiones como América Latina.

Se busca levantar la voz para defender un cambio en el modelo extremo de capitalismo que haga que la economía funcione para todos

La desigualdad económica tiene muchos ángulos y causas complejas. Es un freno que impide garantizar la igualdad de oportunidades para todos, especialmente para las mujeres. No hay un único índice, indicador, coeficiente, estimación, proyección o estadística que recoja todos estos ángulos. Por eso, el propio Foro Económico Mundial elabora su propio índice, The Inclusive Growth and Development Report-2017 (IDI). El IDI compara “manzanas con manzanas”, como ellos mismos dicen, y un ranking de países agrupados por categorías económicas. España sale bastante mal parada este año. De las 30 economías más avanzadas, España se sitúa en el puesto 26, reflejando “una alta desigualdad de rentas y pobreza así como un empeoramiento de las condiciones de vida para la mayor parte de la población”. Para el Foro el riesgo se sitúa sobre todo en un crecimiento económico en nuestro país poco inclusivo pero sobre todo alerta sobre la tendencia en cuanto a la desigualdad intergeneracional que nos coloca en última posición de los 30 países analizados. La desigualdad económica está creciendo y lo está haciendo sobre todo por el extremo inferior, como muestra nuestro reciente informe “Una economía para el 99%. España, un crecimiento económico que deja fuera a las personas vulnerables”.

A fin de cuentas, lo realmente preocupante son lo que estos datos reflejan y las personas a las que el sistema está dejando atrás. Esta es la verdadera batalla, aunque quizás es más ideológica que una cuestión de comparaciones puramente metodológicas.

* Iñigo Macías es coordinador de investigaciones y Susana Ruiz es responsable de justicia fiscal en Oxfam Intermón. Ambos son autores del informe 'Una economía para el 99%'.

En Oxfam Intermón insistimos, la desigualdad sigue aumentando. Y no somos los únicos. El año pasado, Joe Biden, aún Vicepresidente de Estados Unidos y recién aterrizado en Davos destacaba en su primer discurso que 62 personas en el mundo tienen tanta riqueza como 3.600 millones de personas, y gran parte de este problema es causado por los inmensos recursos que se fugan hacia paraísos fiscales. Este año, ya no son 62 sino 8 personas (8 hombres) y esta vez es Xi Jinping, Presidente de China, quien declaraba en su primer discurso desde Davos que la desigualdad es una gran preocupación cuando “el 1% más rico de la población mundial tiene ya más riqueza que el 99% restante. Más de 700 millones de personas siguen viviendo en la pobreza”. A una pregunta de un periodista de Bloomberg en Foro Económico Mundial, sobre por qué aún había quien negara la creciente desigualdad, Christine Lagarde, Directora Ejecutiva del FMI contestaba esta semana: “No sé porqué hay personas que aún no escuchan. Lo que sí puedo decir es que para el FMI se ha convertido en un tema central”.

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