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Caso de los ERE: 'Objetivo Susana'
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Nacho Cardero

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Caso de los ERE: 'Objetivo Susana'

“Van a ir a por Susana. Eso seguro. En el caso de los ERE van a ir a por Susana. Cuando han metido a Gaspar y

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz (EFE)
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz (EFE)

“Van a ir a por Susana. Eso seguro. Por el caso de los ERE. Cuando han metido a Gaspar y a María del Mar, es porque tienen pensando hacer lo propio con Susana Díaz de cuando ejercía de consejera de Presidencia”, presagia un destacado representante de la vieja guardia socialista. El temor ha ido cogiendo forma en las últimas semanas. En el PSOE andaluz cada vez tienen más claro que el camino que marca la Guardia Civil y sigue meticulosamente Alaya conduce indefectiblemente hasta la inquilina del Palacio de San Telmo.

En un auto dictado el pasado 4 de septiembre, la magistrada comunicaba su ‘preimputación’ a los exconsejeros de Presidencia de la Junta de Andalucía Gaspar Zarrías y María del Mar Moreno, por considerar que existían indicios "de cierta consistencia o solidez sobre la posible responsabilidad de ambas señorías" en presuntos delitos continuados de malversación y prevaricación. Dos balas que salían directas del revólver de Alaya y que a buen seguro, barruntan los afectados, no serán las últimas. A la juez todavía le queda espacio para más muescas. De hecho, continuando con el mismo razonamiento que con los anteriores, cabría pensar que la siguiente de la lista será Susana Díaz. Bastaría con una regla de tres para llegar a tal conclusión. No por nada fue consejera de Presidencia e Igualdad de la Junta de Andalucía de mayo de 2012 a septiembre de 2013 y persona próxima a Griñán.

Susana Díaz, la gran esperanza blanca del socialismo patrio, la ‘my fair lady’que desayuna con Ana Botín, cena con Lara y enamora al Rey –al antiguo y al actual–, se ha equivocado de metrónomo para medir los tiempos. Debería haber arriesgado más. El paso de los meses, se lamenta, le ha hecho darse cuenta del error. “Tanto ella como Griñán no se opusieron al caso de los ERE. Quisieron lavarse las manos y mostrar su plena colaboración con la juez Alaya”, comenta este relevante cargo del PSOE. “Me acuerdo de la frase que dijo María del Mar: hay que investigar los ERE caiga quien caiga, colaboración con la juez, todos los papeles que necesite… Pues bien, finalmente ha caído ella y es posible que el caso termine salpicando a Susana”.

La presidenta de la Junta ha minusvalorado la capacidad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, esto es, de la UDEF, el CNI, la Unidad de Inteligencia de la Policía, la Guardia Civil y un sinfín de unidades apócrifas que nadie sabe realmente para quién trabajan pero que se mueven como anguilas para destapar uno de los mayores escándalos que ha sacudido al país. Susana Díaz tuvo la ocasión de postularse como nuevo líder del Partido Socialista y blindarse de la ofensiva policial, pero se amedrentó. A la presidente le gusta ir bajo palio, que la aclamen como a la virgen del Rocío, avasallar, no disputarle el partido a ningún Madina ni a ningún Pedro Sánchez.

Todavía reverbera el llamamiento que Susana Díaz hizo al expresidente andaluz Manuel Chaves y al exconsejero Luis Pizarro en vísperas de las primarias socialistas. Acudía a la vieja guardia, aquella tan denostada en la última etapa de Griñán, para que convencieran a Madina de que no se presentara y convertirse así en reina madre. También se ofreció José Luis Rodríguez Zapatero con la misma idea: hacer de intermediario y tratar de convencer al político vasco para que desistiera. Por mucha tinta que se derramara glosando la buena relación de Zapatero con Madina, de que era su hombre, su discípulo más avezado, lo cierto es que el expresidente del Gobierno también apoyaba a Susana Díaz. Cuando la andaluza apuntó la posibilidad de presentarse, Zapatero cambió de caballo. Finalmente, la presidenta desistió en su intento, Madina perdió las primarias y emergió como ganador un bisoño Pedro Sánchez.

Apenas han pasado unos meses desde entonces, pero parece que hubieran transcurrido años. La cosa no funciona. Una vez que las expectativas con Pedro Sánchez se han desinflado pasando del “voy-a-hacer” al “a-ver-qué” (a ver qué ministerio hago desaparecer ahora, a ver qué hago con el PSC y su apoyo a la Ley de Consultas, a ver qué digo de la reforma de la Constitución, a ver qué hago con Podemos…) y con el aliento de la juez Alaya detrás del cogote, Susana Díaz anda dándole al magín para ver cómo recupera el tiempo perdido y endereza los errores recientes.

“En el Comité Federal, el círculo más próximo a la presidenta estuvo intoxicando sobre la posibilidad de un adelanto electoral. Si fuera así, no tendríamos mayoría absoluta y nos obligaría a contar con IU y Podemos. Y esto Susana lo tiene claro. Si tiene que ir con ambos, no gobernará. Tratará de hacerlo en solitario, buscar una fórmula imaginativa, lo que sea… pero no con ellos”, razona un destacado miembro socialista. “Ella está pensando en Madrid. La única razón por la que puede adelantar los comicios es para ganarlos y presentarse ante el resto del PSOE diciendo: he ganado las elecciones y las próximas dos las voy a ganar también. Esa es la única razón”.

El problema al que se enfrenta el PSOE es que, como decía San Agustín, “el pasado ya no es y el futuro no es todavía”. No es que haya una rivalidad soterrada entre la vieja y la nueva guardia, sino que el partido no carbura, que está más gripado que el Ferrari de Alonso. Ha perdido su identidad. Felipe González se lamentaba recientemente de que “este partido, mi partido, ha cambiado mucho. Sociológicamente ya no es mío. Es otro PSOE”.

“Van a ir a por Susana. Eso seguro. Por el caso de los ERE. Cuando han metido a Gaspar y a María del Mar, es porque tienen pensando hacer lo propio con Susana Díaz de cuando ejercía de consejera de Presidencia”, presagia un destacado representante de la vieja guardia socialista. El temor ha ido cogiendo forma en las últimas semanas. En el PSOE andaluz cada vez tienen más claro que el camino que marca la Guardia Civil y sigue meticulosamente Alaya conduce indefectiblemente hasta la inquilina del Palacio de San Telmo.

Susana Díaz Mercedes Alaya Ana Patricia Botín Manuel Chaves