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Aznar y el club de las primeras esposas
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Nacho Cardero

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Aznar y el club de las primeras esposas

Son seis. Conforman una especie de club de las primeras esposas y, a diferencia de ellos, que dejaron de tratarse, ellas han mantenido la relación

Foto: El expresidente del Gobierno, José María Aznar (E. Villarino)
El expresidente del Gobierno, José María Aznar (E. Villarino)

Son seis y no han perdido el oremus. Al menos, no todas. Conforman una especie de club de las primeras esposas y, a diferencia de ellos, que dejaron de tratarse conforme ascendían en el escalafón social, ellas han mantenido la relación. Se reúnen periódicamente en un trasunto de tertulias ilustradas, algo así como las del café Gijón pero en naif y con la chapa de la gaviota, ya un tanto descolorida, en el ojal de la chaqueta.

Nos referimos a Ana Botella, esposa del expresidente Aznar y todavía alcaldesa de Madrid; a María José Portela, exmujer de Miguel Blesa, profesora de instituto, persona poco dada a los ecos de sociedad, testigo de cómo la tarjeta black se fue apoderando de su antiguo marido hasta abducirlo; Concha Tallada, ex del que fuera chico listo de McKinsey y factótum de Telefónica, Juan Villalonga, quien vendió su alma por unas stock options y unas cuantas páginas en la revista Hola junto a la tigresa Adriana Abascal, viuda de Azcárraga; Gela Alarcó, presidenta de la red de Paradores del Estado, casada durante diez años con Rodrigo Rato, don FMI, hasta el día que ‘oficializaron’ su separación en la boda de Ana Aznar y Alejandro Agag, septiembre de 2002, a la que acudieron por separado; Vicky Rodríguez, menos conocida, menos política, pero también ex de un potentado hombre de negocios, Pedro Ballvé, presidente ad eternum de Campofrío, el rey del chóped y las lonchas de pechuga de pavo; y Carmen Cafranga, la mujer que guarda los secretos de Caja Madrid, puesta en la fundación por Aguirre y González y posteriormente defenestrada por estos tras saltar el escándalo. La expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, también formaba parte de la cuchipandi, pero decidió darse de baja el día que rompió con la alcaldesa Botella y tomó conciencia de que aquellos piscolabis apenas le eran útiles para sus aspiraciones políticas.

Lejos de lo que pudiera parecer, este club de las primeras esposas no está disfrutando del bochornoso espectáculo de algunos de sus exmaridos. No hay rencor ni ganas de venganza. Lo que sí hay es una sensación un tanto melancólica de cambio de ciclo, de que esto revienta, de que le han dado un estacazo a la piñata y todos han salido volando: su integridad, sus aspiraciones, sus cuentas corrientes. “No se están frotando las manos. Al contrario, les da pena ver en lo que se han convertido sus maridos por ambición. Porque más que por dinero es por eso: pura ambición”, reflexionan en el entorno del grupo.

A estas mujeres les ocurre lo que a muchos militantes del PP, que empiezan a percibir que todo lo que creían o no era o era mentira. La desazón se ha adueñado del partido. Son muchos los que en Cataluña y País Vasco están poniendo pies en polvorosa. Luego de sufrir el mobbing nacionalista, pintadas en las fachadas, escupitajos en las aceras, ahora les llega a los oídos que aquí, en Madrid, sus dirigentes andaban tirando de ‘caja B’ para darse la vida padre, comprar joyas para la doña y braguitas a la querida.

placeholder Carmen Cafranga y Ana Botella.
Carmen Cafranga y Ana Botella.

De los prebostes del PP pocos quedan ya sin mácula. Los cadáveres políticos van haciendo camino y ese camino va conduciendo a Aznar. El diario El País, rememorando aquellos días de 1996 en los que empleaba su cañón Bertha contra el señor del bigote para despojarle de la presidencia y devolvérsela al PSOE, volvía a desnudar al expresidente en un editorial publicado el pasado 21 de octubre con el título "Y Aznar, callado": “José María Aznar, que no ha dejado de pronunciarse sobre numerosos asuntos en los diez años que lleva fuera del Gobierno de España, mantiene silencio sobre la operación por la que se colocó al frente de Caja Madrid a una persona sin experiencia bancaria alguna (…). La imagen de la buena gestión desarrollada por los Gobiernos de Aznar, con Rodrigo Rato de principal responsable económico, ha dado paso a más y más interrogantes a medida que se conocen, tardíamente, los lodos procedentes de aquellos tiempos”.

La mancha se extiende por el Partido Popular más densa y profunda que la del Prestige. No se trata únicamente de las tarjetas black, apenas la punta del iceberg, ni de esa ‘caja B’ que manejaba Génova como calderilla y que el juez Ruz llama eufemísticamente “fondos ajenos al circuito económico legal”, sino de su forma inmoral de entender el país y la política. Hasta tal punto es así que el magistrado de la Gürtel da por sentado que se financiaban al más puro estilo Chicago años treinta, con sus Bárcenas y sus Correa, troceando las donaciones anónimas para evitar sobrepasar la cantidad máxima que permitía la Ley de Financiación de Partidos.

Ruz ha puesto la directa. Por atreverse se atreve incluso con Ángel Acebes, ese hombre bueno sacado de un calendario para la beneficencia. Con la imputación del exsecretario general del partido ha abierto la veda. Porque, si bien es cierto que el auto del magistrado resulta un tanto ininteligible, no cuenta con el respaldo de la Fiscalía y parece más bien fuegos de artificio de fin de fiesta antes de hacer las maletas y dejar el juzgado el 24 de diciembre, es igualmente cierto que, si cae Acebes por saber de la existencia de la ‘caja B’, entonces también caen Javier Arenas, Francisco Álvarez Cascos y Cospedal. Todos por el precio de uno.

Un drama español con nombre de tango argentino

Rajoy se ha enfundado el chubasquero a la espera de que escampe. Impera la doctrina Arriola: aguantar, aguantar y aguantar. Con la izquierda dividida y un 35% de los votos, el PP volverá a gobernar el país, arguye el brujo de Génova. Pero ¿qué país quedará entonces?

Se escucha a mucho tertuliano decir que España se está argentinizando. Tal ver porque debiera tener nombre de tango, como Cambalache [“¡Hoy resulta que es lo mismo / ser derecho que traidor...! / ¡Ignorante, sabio o chorro, / generoso o estafador! / ¡Todo es igual! / ¡Nada es mejor! / ¡Lo mismo un burro / que un gran profesor!”]. Por lo demás, se equivocan. España está peor que Argentina. O lo parece. Basta echar un vistazo al diario oficial de corruptelas con el que nos desayunamos por las mañanas. Tan obscenos son los comportamientos de nuestros políticos, tan descomunal es la ignominia, que hasta nuestros hermanos al otro lado del charco exclaman ojipláticos: “¡Qué carajo le está ocurriendo a la madre patria!”.

Tenemos incluso un Podemos, un partido de desarrapados envuelto en la bandera de la anticasta que nadie sabe ni hacia dónde va ni de dónde viene, pero que sacará millones de votos de entre los pensionistas y de esos jóvenes con mejores carreras que sus padres pero con salarios de becario, unos pocos, o directamente en el paro, los más. Los dos grandes partidos, PP y PSOE, y el país en general, requieren de regeneración, de un cambio estructural que se resisten a acometer por miedo a perder sus privilegios e incluso desaparecer. En cambio, la Monarquía, la nueva Monarquía, está demostrando con sus actos que no tiene por qué ser así. El rey Felipe VI lo puso negro sobre blanco en los Premios Príncipe de Asturias con un discurso paradigma de estos nuevos tiempos que nos han tocado: “España necesita referencias morales a las que admirar y respetar; principios éticos que reconocer y observar; valores cívicos que preservar y fomentar".

Son seis y no han perdido el oremus. Al menos, no todas. Conforman una especie de club de las primeras esposas y, a diferencia de ellos, que dejaron de tratarse conforme ascendían en el escalafón social, ellas han mantenido la relación. Se reúnen periódicamente en un trasunto de tertulias ilustradas, algo así como las del café Gijón pero en naif y con la chapa de la gaviota, ya un tanto descolorida, en el ojal de la chaqueta.

Rodrigo Rato Rey Felipe VI Miguel Blesa Carmen Cafranga Ángel Acebes Francisco Álvarez Cascos Javier Arenas María Dolores de Cospedal José María Aznar