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Tres discursos y un funeral
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Nacho Cardero

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Tres discursos y un funeral

Para que haya boda y Sánchez sea investido necesita una novia, Iglesias, que no quiere casarse con él y solo pretende derrotarle en las urnas, y un padrino, Rivera, cuyos 'hijos' los ha adoptado del PP

Foto: Imagen: PABLO LÓPEZ LEARTE
Imagen: PABLO LÓPEZ LEARTE

“Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos”. Si después de leer estas palabras, ustedes están tratando de adivinar cuál de los miembros de Podemos, bien Pablo Iglesias, bien Íñigo Errejón, bien Tania Sánchez, bien cualquier otro, pronunció esta frase el otro día en el Congreso, olvídense. El discurso con el que comienza este artículo data de 1999, 2 de febrero, día en el que Hugo Chávez tomó posesión de su cargo ante la Asamblea Nacional después de ganar sus primeras elecciones. El pasado miércoles, puño en alto, Pablo Iglesias se dirigía al hemiciclo: “Prometo acatar la Constitución y trabajar para cambiarla”. Y luego añadía: “Un país para su gente”. Aplausos. Las similitudes entre uno y otro discurso ponen el vello de punta.

Vídeo: Posesión del presidente de Venezuela Hugo Chávez (2 de febrero de 1999).

La noticia no fue que se constituyó el Congreso, ni mucho menos el discurso de su presidente, Patxi López, al que contraprogramaron igual que a un ‘reality show’. Nada de eso. De lo único que se habló la semana pasada fue de que Podemos irrumpía en la Cámara Baja. Los chicos morados coparon todos los titulares. Lo idearon como una función en la que cada uno de sus diputados interpretaba su papel. Lo llevaban por escrito. Estaba guionizado hasta el más mínimo detalle, hasta lo de las bicicletas, en una perfecta y calculada estrategia de comunicación. Lo del miércoles no fue un acto oficial sino un 'remake' ibérico de la investidura de Hugo Chávez. Solo faltaba como productora la iraní Hispan TV, que es la paganini de las ‘fiestas’ de la cúpula de la formación morada, según indican las investigaciones de la Policía, pese a que los corifeos de Podemos en Twitter se llamen andana. Lo que vale para Pujol, Bárcenas o los ERE, no sirve para ellos.

A la prensa extranjera le ha faltado tiempo para hacerse eco del ‘estilo Makoki’ de la política española. La BBC, 'The Guardian' y otras cabeceras europeas mostraban a Bescansa con su hijo de un lado a otro del Parlamento, como el que va pasando el balón en un partido de rugby. Llueve sobre mojado. Apenas unos días atrás, esta misma prensa extranjera llevaba a sus páginas la heteróclita toma de posesión de Puigdemont y de sus escoltas antisistema. En Europa andan revueltos con lo que está ocurriendo en España y su política ‘underground’. A Merkel se le caen los palos del sombrajo. La inversión foránea se ha frenado en seco. Los mercados caen. No hay reformas. La situación de bloqueo, en definitiva, es total.

La ofensiva kamikaze de Pedro Sánchez

Al poco de concluir el acto de constitución del Congreso, la antigua cúpula del PSOE, a saber, Alfredo Pérez Rubalcaba, Elena Valenciano, Eduardo Madina, Soraya Rodríguez y Juan Moscoso, se reunía para almorzar en Meating, un restaurante de aires neoyorquinos en la calle Valenzuela. Cada uno a su modo lucía cara de circunstancias: el espectáculo de la Cámara Baja, las batallas intestinas del PSOE, la falta de altura de miras… “Aquí nadie está buscando lo mejor para España, ni siquiera se trata de una batalla ideológica, de partidos…”, arrancó uno de los comensales. “Lo que estamos presenciando es una disputa ad hóminem entre Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera, en la que cada cual vela por sus propios intereses”.

La estrategia de Pedro Sánchez está levantando tales ronchas en el PSOE que nadie logra adivinar qué destino le deparará a la formación. Sánchez va a por todas y es capaz de vender su alma en el intento. Lo hizo en la Cámara Alta al prestar cuatro senadores a los independentistas catalanes de ERC y Democràcia i Llibertat (DiL) para que ambos pudieran tener grupo propio. El líder de los socialistas se muestra extremadamente activo. Su agenda está a rebosar. Se está viendo con todos, con lo suyos y, sobre todo, con los que no son suyos, ofreciéndoles cargos en el grupo parlamentario o en un futuro Ejecutivo multicolor, que es como vender la piel del oso antes de cazarlo: “Para ti esta portavocía, para ti esta comisión…”. También está cumplimentando a los grandes medios de comunicación tratándoles de hacer ver que es la mejor opción, que con él de presidente van a estar mejor que nunca, que va a acabar de un plumazo con esa crisis económica que arrastran ya desde hace años…

Esta estrategia kamikaze de pactar todo con todos y comprar voluntades, interpretan en el PSOE, no tiene que ver con sus posibilidades de ser investido presidente, de que en el último instante, con un golpe de suerte, consiga sacar la espada Excálibur de la roca. A día de hoy, ese escenario resulta improbable. Para esa boda necesita una novia, Pablo Iglesias, que no quiere casarse con él y que lo único que pretende es derrotarle en las urnas, y un padrino, Albert Rivera, cuyos ‘hijos’ los ha adoptado del PP.

Los movimientos de Sánchez hay que interpretarlos en clave interna dentro de la batalla del partido por la secretaría general y por el cartel electoral en unas nuevas elecciones. “La fecha clave es el 30 de enero, que es cuando va a tener lugar el comité federal”, explica un alto cargo socialista. “Ahí se puede fijar la fecha del Congreso para renovar el liderazgo del partido, que es lo que pretende Susana Díaz, o al revés, se puede aplazar para mejor ocasión, que es lo que quieren en Ferraz. Pedro Sánchez tiene que llegar al 30 de enero con la sensación de que tiene posibilidades de formar un Gobierno de izquierdas. De ahí su peligroso juego con los independentistas. Está dejando puertas abiertas para dar imagen de fortaleza y salir del comité federal sin un congreso antes de las próximas elecciones”.

En la Casa Real contemplan impotentes la deriva de los acontecimientos: del populismo bolivariano de Podemos al juego psicológico de los independentistas

A esta tormenta perfecta que se cierne sobre la política española hay que sumar el ambiente depresivo en el que está sumido el PP. Los populares actúan a la defensiva, transmitiendo esa sensación perceptible a simple vista -véase la fotografía de Rajoy ojiplático en el Congreso- de que esto les supera, que son incapaces de manejar una situación en la que no se sienten cómodos y que no se parece en nada a todo lo anterior, que están cansados de recibir palos de aquí y acullá... El pesimismo se ha extendido igualmente al Ibex. Los empresarios hacen sus quinielas sobre el futuro más inmediato que le espera a España: primero apuestan por nuevas elecciones, luego por una Presidencia de Pedro Sánchez y en tercer y último lugar por Mariano Rajoy. La política del país empieza a cotizar con calificación de bono basura.

En Zarzuela también andan con cara de funeral. El populismo bolivariano de Podemos, el juego psicológico de los independentistas, la ambición desmedida de Ferraz, la depresión de Génova… En la Casa Real contemplan impotentes y con preocupación la deriva de los acontecimientos. Lejos de mejorar, la cosa empeora. A este país ya no lo reconoce ni la madre que lo parió. Un día antes del espectáculo del Congreso, el presidente Obama pronunciaba un discurso inmenso al otro lado del Atlántico con motivo del estado de la Unión en el Congreso de los EEUU. Las comparaciones resultaban odiosas. ¿A quién quiere España parecerse? ¿Qué discurso prefiere? ¿Hacia dónde camina…?

Vídeo: Discurso del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

“Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos”. Si después de leer estas palabras, ustedes están tratando de adivinar cuál de los miembros de Podemos, bien Pablo Iglesias, bien Íñigo Errejón, bien Tania Sánchez, bien cualquier otro, pronunció esta frase el otro día en el Congreso, olvídense. El discurso con el que comienza este artículo data de 1999, 2 de febrero, día en el que Hugo Chávez tomó posesión de su cargo ante la Asamblea Nacional después de ganar sus primeras elecciones. El pasado miércoles, puño en alto, Pablo Iglesias se dirigía al hemiciclo: “Prometo acatar la Constitución y trabajar para cambiarla”. Y luego añadía: “Un país para su gente”. Aplausos. Las similitudes entre uno y otro discurso ponen el vello de punta.

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