Es noticia
Catexit (IX): la negociación
  1. España
  2. Desde San Quirico
Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

Por

Catexit (IX): la negociación

Espero que el Brexit me vaya dando pistas, porque, al fin y al cabo, en los dos procesos hay dos partes, una fuerte y otra débil, y una se quiere ir

Foto: Manifestación a favor de la independencia de Cataluña del pasado 11 de junio. (EFE)
Manifestación a favor de la independencia de Cataluña del pasado 11 de junio. (EFE)

Ya he dicho algunas veces que el Brexit (que me voy de un club) no tiene nada que ver con el Catexit (que me quiero ir de un socio del club). Pero las dos cosas tienen en común cuatro palabras: que-me-quiero-ir.

Por eso, mientras intento comprender el Catexit y las involuciones cerebrales de los que dicen que lo dirigen, pero que a mí me parece que no lo dirigen, voy enterándome de cómo va el Brexit, aunque solo sea para hacer cultura, porque me parece que nunca tendré que intervenir en una negociación de ese calibre, entre otras razones porque creo que no sirvo. Me pondría muy nervioso.

Reino Unido ya se ha ido. No están determinadas todavía las condiciones, pero se fue el día del referéndum de Cameron.

Y una demostración palpable de que se ha ido es que, hace muy poco, se reunieron los 27 socios de la UE más Reino Unido, escucharon a la señora May y, una vez escuchada, la invitaron de modo muy cortés a que se fuera, cosa que, educadamente, hizo doña Theresa, porque no te vas a quedar en una reunión interna de un club al que ya no perteneces y en el que ya no te quieren.

En las negociaciones suele haber dos partes. El objetivo es llegar a un acuerdo. Los dos saben que no conseguirán el 100% de lo que quieren conseguir y que algo habrá que ceder. Los dos saben esto, aunque pongan cara de que, o lo consigo todo, o rompo la baraja.

En el Brexit está, por un lado, Reino Unido. Por otro lado, la Unión Europea.

Oigo hablar del Brexit duro —"¡a ganar por goleada!"— y del Brexit blando —"¡ánimo, a empatar o a perder, que no nos ponga en evidencia!"—

Fuera del Brexit, pero incordiando, está ese espécimen que han elegido como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, al que, por la mañana, le gusta la UE, luego no le gusta y luego ya veremos. Todo ello, acompañado de los correspondientes tuits, método que nunca utilizaré cuando presida algo.

Para la UE, este es el momento ideal. Se va Reino Unido y aparece Donald. ¡Ha llegado el momento de Europa! El momento de ser lo que los fundadores quisieron: EU-RO-PA. ¡Casi nada!

Cuando veo que "Macron y Merkel se conjuran para dar un impulso a Europa", pienso que estamos en el muy buen camino y que Macron y Merkel están de acuerdo conmigo.

(En mi tierra, cuando uno se alaba a sí mismo, dicen que "este no necesita abuela", porque se supone que las abuelas no hacen más que hablar bien de los nietos. Como mis abuelas fallecieron hace muchos años, los piropos me los echo yo. ¡Perdón!).

Una vez resuelto el tema de las abuelas, a negociar con los que ya se han ido. Para colmo, Theresa May convoca elecciones para fortalecerse, se equivoca y fortalece a Jeremy Corbyn, líder de la Muy Leal Oposición en el Reino Unido. (Por cierto, ese título no puede darse en España, porque los de la Oposición, en cuanto pueden, dicen que no quieren la Monarquía, sino una República ejemplar como la última que sufrió España. De donde se deduce que de leales, nada. Y de muy leales, menos que nada).

Para más colmo, Theresa sabe que puede contar con Donald solamente el día que se levante con el pie adecuado, porque como se levante con el otro, la hemos fastidiado.

Entiendo que en el Brexit hay dos bandos: el fuerte (UE), dirigido por Michel Barnier, y el débil (Reino Unido), al mando de David Davis.

La primera reunión se celebra en Bruselas, en casa de Barnier, como es natural.

(Mientras tanto, oigo hablar del Brexit duro —"¡a ganar por goleada, que para eso somos británicos!"— y del Brexit blando —"¡ánimo, a empatar o a perder por un tanteo discreto, que no nos ponga en evidencia!"—, aunque al final será un Brexit como se pueda, que es lo que pasa siempre).

En esa primera reunión se han intercambiado regalos. Un bastón de Saboya para el británico. Las memorias de un montañero francés para Barnier.

Luego, citas. De Jean Monnet, de Winston Churchill.

Después, ¿por dónde empezamos? El fuerte decide que se empieza por:

  1. Qué pasa con los tres millones de ciudadanos de la UE que viven en el Reino Unido y los 900.000 británicos que tenemos en Europa.
  2. El método para calcular la cantidad que Reino Unido deberá pagar a la UE al irse. Una vez decidido el método, cuánto sale. Hay quien habla de 100.000 millones de euros.
  3. Otros varios, muy importantes, como las implicaciones del Brexit para la frontera entre la República de Irlanda (UE) y el Ulster (Reino Unido).

El débil quería empezar hablando del pasado y del futuro y el fuerte, antes, quiere dejar claro el pasado. Resolvamos el tema de los ciudadanos, el de Irlanda y lo que tenéis que pagar y luego hablamos.

Por supuesto, al final de la primera reunión todo han sido frases amables. "Hemos empezado con buen pie". "Ha sido un comienzo prometedor". Y han decidido verse una vez al mes durante una semana, en Bruselas, aunque, en el artículo de Beatriz Navarro de 'La Vanguardia', de donde he sacado muchos datos, dice que Barnier está dispuesto a ir a Londres de vez en cuando. Y que hablarán en francés (Barnier) y en inglés (Davis), con los intérpretes que suministre la UE.

O sea, que, por ahora, he visto —he aprendido— que,

  1. Por mucho que grite el pequeño, el que fija el orden del día es el grande.
  2. Las cuentas son fundamentales. Si no se empieza por ahí, se construye sobre arena.
  3. El ambiente amable es fundamental.
  4. Decir que las cosas van bien es importante. Lo hizo Tarradellas después de la primera reunión con Adolfo Suárez, que debió ser un desastre.

Yo ya sabía que,

  1. No tener prisa o, por lo menos, no poner cara de que la tienes es básico. En el Brexit, tienen 21 meses para ponerse de acuerdo. A mí me parece poco tiempo, pero si trabajan duro y no llegan, siempre pueden parar el reloj —no sería la primera vez— para cumplir con el plazo.
  2. No dar noticias sobre cómo va la negociación es muy importante, para evitar intervenciones exteriores que distorsionan el proceso.

Sigo sin entender el Catexit. No soy el único. Cuando veo periodistas importantes que se hacen preguntas sobre el Catexit y se contestan "no lo sé" o "confieso que no lo sé", me sube la moral.

Y espero que el Brexit, poco a poco, me vaya dando pistas, porque, al fin y al cabo, en los dos procesos hay dos partes, una fuerte y otra débil, y una se quiere ir, y en uno han empezado a hablar y en el otro, todavía no. O, por lo menos, no nos lo han dicho.

O sea, que mucho decir que el Brexit y el Catexit no tienen nada en común, y ahora venga a leer lo que hacen ellos para ver si consigo entender lo que hacemos nosotros.

Ya he dicho algunas veces que el Brexit (que me voy de un club) no tiene nada que ver con el Catexit (que me quiero ir de un socio del club). Pero las dos cosas tienen en común cuatro palabras: que-me-quiero-ir.

Brexit Theresa May Reino Unido Unión Europea