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El PP hace cálculos: elecciones en marzo o en mayo de 2018
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Federico Quevedo

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El PP hace cálculos: elecciones en marzo o en mayo de 2018

En el comité de dirección del PP se deslizó varias veces la previsión electoral y la fecha de 2018 como la más probable, salvo que un milagro le vuelva a salvar a Rajoy la legislatura

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)

En la era de la posverdad, Pedro Sánchez se ha convertido en la máxima expresión de la mentira elevada a categoría de certeza a lomos de una fuerte carga emocional. Eso es lo que le ha permitido ganar: la emoción. La misma emoción con la que no supieron contar sus rivales, especialmente Susana Díaz, instalados en la confortabilidad del 'establishment'. En otros tiempos, el desembarco de tanta vieja gloria del socialismo en apoyo de una candidatura hubiese sido más que suficiente para amilanar a cualquiera. Pero no era el caso. Al contrario: la vieja política chocaba de frente con alguien que ha logrado hacer creer a la militancia que representaba a la nueva. Y la militancia, dividida en dos —le ha votado la mitad, la otra mitad no—, estaba predispuesta al engaño y al olvido de lo que significaba aquel a quien estaban votando, es decir, los peores resultados del PSOE en su historia y en dos elecciones consecutivas.

¿Por qué? Pues porque emocionalmente esa militancia siente tal animadversión hacia el PP que le lleva a comprar cualquier argumento siempre que tenga como punto de partida expulsar a Rajoy del poder. Y aunque Susana Díaz intentó situarse en esa posición, no resultaba creíble en la medida en que sobre el imaginario de la militancia socialista pesaba la abstención como una losa. Y, para colmo, lejos de echar una mano a quienes podían hacer más sostenible su legislatura, Rajoy y el PP se empeñaron con ahínco en darle argumentos a Sánchez y en crispar aún más los ánimos de la militancia. Vamos, que le hicieron la campaña. Después de un tsunami informativo sobre la corrupción del PP en las últimas semanas, el 'no es no' se había convertido ya en una especie de mantra salvador que se recitaba hasta en sueños.

Total, que hemos vuelto a la casilla de salida, y aunque la noche del domingo en Moncloa podía olerse el inconfundible aroma de un Cohiba, en la sede del PP en Génova 13 empezaban a hacer cálculos. El lunes por la mañana se reunía el comité de dirección, al cual acudió Mariano Rajoy en un intento por transmitir tranquilidad, pero en la conversación, que no debate, entre ellos se deslizó varias veces la previsión electoral y la fecha de 2018 como la más probable, salvo que un milagro le vuelva a salvar al líder del PP la legislatura. Lo cual, conociendo la fortuna de la que hace gala el gallego, no es descartable.

Ya no podemos contar con el PSOE, y no es factible caminar durante meses de derrota en derrota en las Cortes, lo que nos lleva a un adelanto electoral

Pero siendo realistas, como me decía un miembro de la dirección del partido, “más allá de que podamos aprobar los Presupuestos, incluso los de 2018, que está por ver, nosotros contábamos con el PSOE para poder iniciar la agenda legislativa, y es evidente que ya no vamos a poder contar con el PSOE, y no es factible caminar durante muchos meses de derrota en derrota en las Cortes, lo que nos lleva inevitablemente a un escenario de adelanto electoral en 2018”.

Y no es que el PP le tenga miedo a una moción de censura que, dicen, “es bastante difícil que se produzca… Pero no es necesario, basta con que se nos haga imposible gobernar para que al final el presidente no tenga más remedio que convocar elecciones para aclarar el panorama”. Mariano Rajoy basaba la estabilidad de la legislatura en la posibilidad de llegar a determinados acuerdos con los socialistas, y esa posibilidad se esfumó el domingo por la noche... Es más, como me decía esta misma fuente, “la victoria de Sánchez nos deja incluso solos ante el desafío soberanista catalán, porque dudamos de que el líder del PSOE que estaba dispuesto a pactar con los independentistas se ponga de nuestro lado en la defensa de la Constitución y de la unidad de España, cuando se ha pasado la campaña de primarias diciendo aquello de que España es una nación de naciones”.

Rajoy basaba la estabilidad de la legislatura en la posibilidad de llegar a determinados acuerdos con el PSOE, y esa posibilidad se esfumó el domingo

Además, en el PP son conscientes de que la corrupción les va a seguir haciendo daño en los próximos meses, y que eso va a servir para que arrecie la presión en el Parlamento, con debates cada vez más duros y en los que el PP se va a ver muy solo… “Aguantaremos unos meses. Si es necesario prorrogar los Presupuestos de 2017 a 2018 porque no llegamos a acuerdos para aprobarlos, se hará, pero eso nos conduce a elecciones porque ya no se podrán hacer los de 2019 y la legislatura se vuelve insostenible”. En marzo, elecciones. O, como muy tarde, en mayo.

En la era de la posverdad, Pedro Sánchez se ha convertido en la máxima expresión de la mentira elevada a categoría de certeza a lomos de una fuerte carga emocional. Eso es lo que le ha permitido ganar: la emoción. La misma emoción con la que no supieron contar sus rivales, especialmente Susana Díaz, instalados en la confortabilidad del 'establishment'. En otros tiempos, el desembarco de tanta vieja gloria del socialismo en apoyo de una candidatura hubiese sido más que suficiente para amilanar a cualquiera. Pero no era el caso. Al contrario: la vieja política chocaba de frente con alguien que ha logrado hacer creer a la militancia que representaba a la nueva. Y la militancia, dividida en dos —le ha votado la mitad, la otra mitad no—, estaba predispuesta al engaño y al olvido de lo que significaba aquel a quien estaban votando, es decir, los peores resultados del PSOE en su historia y en dos elecciones consecutivas.

Mariano Rajoy Pedro Sánchez