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Abanca debe saber que España no es Venezuela

Publicitar en otro medio una demanda por “infracción al honor” a 'El Confidencial' nos obliga a publicar un editorial por segunda vez en nuestra historia para reafirmarnos en nuestros valores periodísticos

Foto: El presidente de Abanca, Javier Etcheverría (d), el vicepresidente Juan Carlos Escotet (c) y el consejero delegado Francisco Botas, tras presentar los resultados del primer año de actividad. Efe
El presidente de Abanca, Javier Etcheverría (d), el vicepresidente Juan Carlos Escotet (c) y el consejero delegado Francisco Botas, tras presentar los resultados del primer año de actividad. Efe

La entidad financiera Abanca compró el pasado viernes media página de publicidad en un medio económico para anunciar, en un gesto insólito en la banca española, una demanda por “infracción al honor” contra Titania, editora de El Confidencial, su director y dos de sus redactores. El gesto, repetimos, inaudito, obliga a este diario, por segunda vez en su historia, a insertar en su portada un editorial para reafirmar los valores que guían, día a día, la labor de este medio.

Unos valores que consisten en ejercer el periodismo con libertad, independencia y rigor informativo, buscando siempre la excelencia. Ese rigor informativo que, al parecer y porque las informaciones no han resultado de su agrado, han llevado a Abanca y a su dueño a acusarnos de “altavoz de informaciones calumniosas interesadas”.

En sus catorce años de existencia, El Confidencial siempre se ha mostrado como un medio crítico con el poder y férreo defensor de los derechos de los ciudadanos. Esta actitud, que incluye la salvaguarda de los ahorradores frente a los grandes actores económicos, ha sido en todo momento bien entendida por la banca española, con la que mantenemos una relación de fair play incluso dentro de la disensión. Sin embargo, Abanca, con esta demanda y, sobre todo, con la publicitación de la misma, pretende amedrentarnos y hacernos callar en una maniobra más propia de países como Venezuela que de democracias europeas como la española.

Abanca es propiedad del venezolano Juan Carlos Escotet, que compró Novagalicia por 1.003 millones después de que hubiera sido rescatada con 9.000 millones del dinero de todos los españoles. Debe ser consciente el señor Escotet de que España, afortunadamente, no es Venezuela, y que El Confidencial es “independiente de cualquier grupo político, económico y de presión”.

La publicitación de la demanda pretende acallarnos, en una maniobra más propia de Venezuela que de democracias europeas como la española

Banesco –el holding venezolano de Escotet– se dio a conocer en España en la subasta de NCG Banco. Lo primero que hizo entonces Escotet, antes de que se resolviera la puja, fue llevarse a algunos de los principales periodistas financieros de este país de viaje al Caribe (a Venezuela, incluyendo Isla Margarita, y Miami).

En el caso de Banesco, como en del resto de los bancos, El Confidencial ha tratado de adelantarse en la información –así, dimos en primicia su victoria en la subasta de NCG o el nombre de la nueva marca, Abanca–, de ofrecer el insight –quiénes fueron los hombres clave o la sorprendente explicación de que su oferta fuera mucho más alta que las demás– y de dar noticias exclusivas, tanto positivas (por ejemplo, su decisión de resarcir a todos los preferentistas aunque perdieran el arbitraje) como negativas.

El problema es que, en el caso de Escotet, ha habido muchas sombras desde el principio. Primero fueron sus problemas para encontrar financiación para pagar la compra de NCG y la insólita decisión de nombrar una nueva cúpula de la entidad –incluyendo a su primo– antes de recibir la preceptiva autorización y de realizar dicho pago, algo que no se ha hecho en ninguna otra adquisición de una entidad nacionalizada: por ejemplo, BBVA no había nombrado a nadie en Catalunya Banc hasta que recibió dicha autorización la semana pasada.

En 2014 Abanca envió a la CECA un beneficio consolidado mayor que el del mismísimo BBVA

El Confidencial no calló tampoco cuando Escotet decidió duplicar el sueldo del consejo, cuando criticó duramente a los anteriores gestores de NCG y, sobre todo, cuando Abanca fue la primera entidad que liberó provisiones (es decir, no sólo no dotó más para los activos problemáticos, sino que ‘desdotó’ porque le sobraban) para mejorar unas cuentas que presentaban fuertes caídas en el negocio hasta junio. Ni Santander, ni BBVA, ni CaixaBank, ni Bankia, ni Popular, ni Sabadell han hecho nada parecido. De hecho, el presidente de este último –el que más adquisiciones ha acometido–, Josep Oliu, alertó de que el sector no podrá liberarlas tampoco en 2015.

Ahí se produjo el primer encontronazo con El Confidencial, puesto que a Escotet no le gustó nada que alguien contara todas estas informaciones en vez de alabar sus ‘grandes resultados’. Tampoco le gustó que este diario publicara que él y sus testaferros aparecen en la lista Falciani de cuentas ocultas en el HSBC suizo, aunque las cantidades no eran demasiado relevantes para alguien con una fortuna de más de 3.000 millones.

No le ha sentado bien a Escotet que se aireen las investigaciones del Sepblac o el hecho de que él y sus testaferros aparezcan en la lista Falciani

Pero lo que ha agotado la paciencia de alguien al parecer tan poco acostumbrado a la prensa libre es que contemos que en 2014 ha enviado a la CECA un beneficio consolidado mayor que el del mismísimo BBVA gracias, básicamente, al fondo de comercio negativo generado por el bajo precio pagado por NCG y los créditos fiscales, algo que ha confirmado el propio subgobernador Fernando Restoy en el Congreso y que El Confidencial ha puesto de manifiesto en otras adquisiciones como la de CAM por Sabadell o la de Banco de Valencia por CaixaBank. Tampoco ha sentado bien a Escotet que se aireen las investigaciones del Sepblac sobre algunos clientes de la entidad.

En resumen, catorce años después, la política editorial de este medio sigue siendo la misma: responsabilidad, rigor informativo e independencia de cualquier grupo político, económico y de presión. Y ninguna demanda publicitada a golpe de talonario nos hará cambiar. Exactamente la misma con todas las entidades y empresas. El ejemplo más claro quizá sea el de Caja Madrid, cuando en 2009 advertimos del peligro que tenía adquirir sus preferentes, lo que provocó la indignación de Miguel Blesa (aparecemos en sus famosos correos). Ya sabemos todos qué ha pasado con las preferentes, dónde está hoy Blesa y dónde está El Confidencial.

La entidad financiera Abanca compró el pasado viernes media página de publicidad en un medio económico para anunciar, en un gesto insólito en la banca española, una demanda por “infracción al honor” contra Titania, editora de El Confidencial, su director y dos de sus redactores. El gesto, repetimos, inaudito, obliga a este diario, por segunda vez en su historia, a insertar en su portada un editorial para reafirmar los valores que guían, día a día, la labor de este medio.

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