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Ciudadanos, en la cresta de la ola
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Javier Caraballo

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Ciudadanos, en la cresta de la ola

La cresta de la ola le ha cogido a Ciudadanos en pleno periodo electoral y por eso ahora, en el momento decisivo, está en cabeza

Foto: El candidato de Ciudadanos a la Presidencia del Gobierno, Albert Rivera. (EFE)
El candidato de Ciudadanos a la Presidencia del Gobierno, Albert Rivera. (EFE)

Se trataba de trasladar a la política las leyes de la Física para intentar explicar lo que, de otra manera, resulta a veces incomprensible. Por eso, en abril pasado, lo que se pronosticaba aquí es que la gran ventaja de Ciudadanos sobre el resto de fuerzas políticas se contenía en la ‘teoría de la cresta de la ola’. A diferencia, sobre todo, de Podemos, Ciudadanos ha encontrado su cénit en un año electoral, que es lo que no le ocurrió al partido de Pablo Iglesias, que se pasó su periodo de máximo esplendor, desde marzo de 2014 a marzo de 2015, ganando en todas las encuestas, que es como ganar en los amistosos.

La cresta de la ola le ha cogido a Ciudadanos en pleno periodo electoral y por eso ahora, en el momento decisivo, está en cabeza: llega a la orilla de las elecciones generales en lo más alto. Y Albert Rivera será presidente o no tras el 20 de diciembre, pero lo que nadie se atreve ya es a negarlo como posibilidad. Ese es el vértigo que se vive en la política española, con la transformación más profunda y acelerada del panorama político en tres décadas.

Desde que comenzó esta convulsión sistémica hasta la actualidad, lo único que se mantiene como elemento común es el hartazgo del bipartidismo reinante en las etapas anteriores. La confluencia de la crisis económica y los casos de corrupción, unida a los problemas de liderazgo en los dos grandes partidos, PP y PSOE, llevó al colapso de esa maquinaria, tan engrasada hasta ahora.

El sistema petó, que es el verbo, reconocido por la Real Academia, que mejor le viene a lo ocurrido. Se quebró la inercia anterior que llevaba al electorado a inclinarse periódicamente hacia la izquierda o hacia la derecha, dependiendo del desgaste del Gobierno de cada momento. Por primera vez, aparecieron referentes políticos nuevos hacia los que se desviaban las miradas. El primero de todos, Pablo Iglesias y Podemos, la formación que mejor supo plasmar el desgaste del bipartidismo con una sola palabra: la 'casta'.

Fue Pablo Iglesias quien abrió las puertas de la fortaleza, la fortaleza del bipartidismo, y ha sido Albert Rivera el que ha entrado primero

El primer episodio de ese fenómeno sociológico se dio en las elecciones europeas del año pasado, las de la irrupción fulgurante de Podemos, con un 1.300.000 votos. Pero aquellas elecciones solo significaban la certificación de un cambio de ciclo que se ha ido consolidando en todos estos meses. Era solo el principio, tanto es así que tras aquellas elecciones se colocaron en la foto, felices e ingenuos, algunos agentes políticos que ni siquiera sabían que, en realidad, ya estaban muertos. Izquierda Unida, por ejemplo. UPyD, sobre todo. El actor que menos lució en aquel momento fue, curiosamente, Ciudadanos y Albert Rivera, que sacó tres veces menos votos que Podemos o que Izquierda Unida.

Un año después, es Ciudadanos quien disputa el triunfo a socialistas y populares. Como en una de esas escenas de ‘Juego de Tronos’ que tanto le gustan al líder de Podemos, fue Pablo Iglesias quien abrió las puertas de la fortaleza, la fortaleza del bipartidismo, y ha sido Albert Rivera el que ha entrado primero, como un príncipe a caballo, sonriendo a izquierda y derecha. Por lo que se decía antes, porque el elemento común que se mantiene desde hace un año es la crisis del bipartidismo, el hartazgo y la desconfianza de muchos ciudadanos hacia el PP y el PSOE. La única modificación es que quien se fijaba antes en Pablo Iglesias, ahora mira a Albert Rivera; Pablo Iglesias era mayoritariamente el símbolo de la ‘nueva política’ y ahora ese papel le corresponde a Albert Rivera.

Es evidente que para que ese trasvase se haya producido tiene mucho que ver el lugar político que ocupa Ciudadanos, el exacto centro político. En uno de los sondeos de los últimos meses, una empresa de demoscopia, Metroscopia, en concreto, ofrecía un gráfico significativo: la percepción que se tiene de Ciudadanos lo coloca como una pirámide perfecta, justo en el centro del espectro ideológico, basculando por igual hacia el centro derecha y hacia el centro izquierda.

Es posible que desde los tiempos de la Unión de Centro Democrático no se haya dado en España un partido político así, al que los votantes colocan en el centro exacto. Por eso no son casuales, sino más bien buscadas, las referencias subliminales a la UCD, como el naranja que comparten las dos fuerzas políticas, y la comparación entre Albert Rivera y Adolfo Suárez, que alimenta el propio líder de Ciudadanos cuando dice eso de que “en España hace falta un presidente que pueda sentar a todo el mundo a la mesa, como ocurría en la Transición”. Únase a todo eso que Albert Rivera es el ‘guapo oficial’ más conseguido en la política española desde el Adolfo Suárez de 1979 y el Felipe González de 1982.

Sostienen en el Partido Popular que, cuando llegue el momento decisivo, la hora de depositar el voto en la urna, el electorado, sobre todo el electorado de centro derecha, dejará a un lado frustraciones y antipatías para apostar por el valor seguro del Gobierno que los ha sacado de la crisis. Que la mayoría no querrá arriesgar con experimentos de alguien que nunca ha gobernado. Y pueden tener razón, pero nadie en el PP está del todo seguro. Dicen en el PSOE que la mayoría de los votantes de Ciudadanos procede del centro derecha y que, por tanto, su ascenso en las elecciones debe ser directamente proporcional a la caída del Partido Popular, con lo que al PSOE no tiene que afectarle. Y es posible, también, que tengan razón, pero tampoco ellos se atreven a asegurarlo.

La percepción que se tiene de C's lo coloca justo en el centro del espectro ideológico, basculando por igual hacia el centro derecha y hacia el centro izquierda

Les ocurre como a los dirigentes de Podemos, que están convencidos de que Albert Rivera está en las antípodas ideológicas de Pablo Iglesias y que, por tanto, no hay trasvase posible de votos de una formación a otra, pero no hay comparecencia pública de los líderes podemitas sin que incluyan en sus discursos alguna referencia despectiva hacia Ciudadanos. La campaña electoral, por eso, acabará teniendo a Ciudadanos, y a su líder, Albert Rivera, como el eje de todos los insultos. Desde ‘cachorros de extrema derecha’ hasta ‘cocainómano’, que es lo más reciente, ya le han dicho de todo. Ocurre, sin embargo, que, en política, ser diana de todos es solo un síntoma más de por dónde soplan los vientos. Eso lo saben bien los 'windsurfistas' que cabalgan sobre la cresta de las olas.

Se trataba de trasladar a la política las leyes de la Física para intentar explicar lo que, de otra manera, resulta a veces incomprensible. Por eso, en abril pasado, lo que se pronosticaba aquí es que la gran ventaja de Ciudadanos sobre el resto de fuerzas políticas se contenía en la ‘teoría de la cresta de la ola’. A diferencia, sobre todo, de Podemos, Ciudadanos ha encontrado su cénit en un año electoral, que es lo que no le ocurrió al partido de Pablo Iglesias, que se pasó su periodo de máximo esplendor, desde marzo de 2014 a marzo de 2015, ganando en todas las encuestas, que es como ganar en los amistosos.

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