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"Rubalcaba se queda con un muñeco que está muerto"
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"Rubalcaba se queda con un muñeco que está muerto"

Lo dice con cierto resentimiento alguien con peso específico en la periferia del PSOE: “Rubalcaba se ha quedado con el muñeco, pero el problema es que

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Lo dice con cierto resentimiento alguien con peso específico en la periferia del PSOE: “Rubalcaba se ha quedado con el muñeco, pero el problema es que el muñeco está muerto”.

Es probable que el juicio sobre cómo queda el Partido Socialista tras la ‘espantá’ de Susana Díaz sea interesado. Incluso injusto y algo ventajista con alguien al que le ha tocado gestionar la etapa más difícil del PSOE desde la clandestinidad –aunque es cierto que se ha llegado a esta situación con la complicidad del propio Rubalcaba–; pero lo que está fuera de toda duda es que el PSOE huele a catástrofe. Y lo que es todavía peor. La idea de que el edificio puede ser declarado en ruinas ha dejado de ser una hipótesis para convertirse en un riesgo real.

Esta es, en realidad, como sostiene un veterano socialista apartado prematuramente de la dirección, la única razón que explica la renuncia de la presidenta de la Junta de Andalucía. Entre sus cálculos políticos está casi una evidencia. El PSOE tiene remotas probabilidades de ganar las próximas elecciones generales, por lo que Susana Díaz esperará a que se queme la nueva dirección –tras la doble cita electoral de 2015– para entrar como elefante en cacharrería en la calle Ferraz después de haber ganado sus primeras elecciones en Andalucía.

El objetivo es emerger sobre las cenizas de un socialismo que necesariamente elegirá el mes que viene un secretario general débil, ya sea Eduardo Madina, Pedro Sánchez –dos productos típicos del PSOE– o cualquier otro candidato que se presente. Entre otras cosas porque al ganador se le considerará –aunque sea refrendado por la mayoría de los militantes– como heredero de Rubalcaba, que desde la sombracontinúa dirigiendo todo el proceso congresual. Incluso si el ‘tapado’ esPatxi López, un dirigente con más fuste político que los que hoy están en liza. Rubalcaba, de hecho, ha logrado uno de sus objetivos: cerrar el paso a Susana Díaz, al menos por el momento en lo que Gonzalo López Alba ha llamado con lucidez "maniobras socialistas en la oscuridad".


Ahora bien, como sostiene una dirigente socialista todavía con mando en plaza, la historia no está ni mucho menos escrita, y si el PSOE es capaz de crear un nuevo modelo organizativo “más pegado a la gente” y entendiendo que el país ha cambiado, es probable que la travesía del desierto sea más corta.

¿Y cuál es ese nuevo modelo organizativo? Pues básicamente, acabar con la bacteria que ha destruido el tejido socialista, que, en lugar de mantener su esencia federal –como lo era desde los tiempos del original Pablo Iglesias–, ha terminado siendo una federación de partidos. O lo que es lo mismo, el secretario general ha acabado por tener muy poco poder, lo que le ha obligado a coordinar su estrategia de forma paralizante con los barones regionales. Lejos, muy lejos, del partido presidencialista que destilaba el PSOE en los tiempos de Felipe González (y Alfonso Guerra) y que ahora se quiere recuperar. Y por eso era “ineludible” la participación de todos los militantes, para lograr la máxima legitimidad posible.

“Cuando un 40% del partido se pone de acuerdo sobre un punto, el secretario general no tiene nada que hacer”, sostiene amargamente esta dirigente. Hasta el punto de que cuando las cosas van mal en su territorio, “la culpa la tiene Ferraz”, pero cuando van mejor, el acierto es de los dirigentes regionales. O como dice el veterano militante socialista: “Cuando Leire Pajín era secretaria de Organización, no se le ponía ni un concejal de Benavente”.

Ahí está el origen de muchos problemas. Incluso para el PP, cuyos lastres territoriales (Cataluña, País Vasco, Andalucía…) permanecen escondidos o en un segundo plano porque está en el Gobierno. Y ya se sabe, como dice el refrán, que cuando no hay harina, todo es mohína.

Toca cohabitación

En lo que sí hay coincidencia es en que hay un “nuevo tiempo político” y que Susana Díaz no vendrá a Madrid “hasta que sea aclamada como la Macarena”. Mientras tanto, toca la cohabitación entre el próximo secretario general del PSOE y la federación más potente, la andaluza. Y de ahí que la estrategia de la actual dirección de Ferraz sea la de hacer un Congreso “clásico” en torno a un líder joven no contaminado directamente en la gestión de los últimos gobiernos socialistas. Y sobre todo, muy legitimado por el hecho de que más 200.000 socialistas van a participar en la elección. Esta legitimidad –muy superior a la de sus antecesores– se considera fundamental. Pero no está claro que sea suficiente para imponerse a los barones regionales.

Ni tampoco a quienes como Carmen Chacón reclaman primarias para elegir al líder al margen del aparato del partido. En este caso, su temor es que la elección del nuevo secretario general –aunque sea por toda la militancia– sea “indiferente” para la mayoría de los ciudadanos. Y lo que sería más preocupante para el Partido Socialista y sus afiliados, con una participación muy baja en la votación previa al Congreso. Y todo ello con una Andalucía “encabronada” por el evidente interés del nuevo equipo de recuperar poder a costa de los territorios.

De ahí que desde los sectores más cercanos a la política catalana se hable sin tapujos de “cierre en falso”. Sobre todo cuando queda por abrir el melón de las primarias, que el aparato del PSOE quiere que se celebren en noviembre.

Es verdad, sin embargo, que todavía queda sin despejar una duda. Si la “palabra dada” es tan importante, como sostiene ahora Susana Díaz con aplomo, ¿por qué la presidenta de Junta de Andalucía no cortó de raíz cualquier especulación sobre su candidatura a la Secretaría General del PSOE? Sin duda, el tacticismo manda: un paso adelante, dos atrás.

No es extraño, como dice el antiguo dirigente socialista, teniendo en cuenta que en la política española se ha instalado una especie de “selección negativa” de los líderes. No se elige al mejor, sino al que aguanta más tiempo. “¿Alguien conoce alguna idea de Madina?”, se pregunta maliciosamente.

Lo dice con cierto resentimiento alguien con peso específico en la periferia del PSOE: “Rubalcaba se ha quedado con el muñeco, pero el problema es que el muñeco está muerto”.

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