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Empresarios, prensa y poder en el caso Díaz Ferrán
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José Antonio Zarzalejos

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Empresarios, prensa y poder en el caso Díaz Ferrán

  Sin suponer, ni lejanamente, que Gerardo Díaz Ferrán era un tipo de la catadura moral que ahora aparenta, el 17 de marzo de 2010, en

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Sin suponer, ni lejanamente, que Gerardo Díaz Ferrán era un tipo de la catadura moral que ahora aparenta, el 17 de marzo de 2010, en este mismo espacio publiqué un artículo bajo el título Díaz Ferrán y la responsabilidad del empresariado español en el que sostenía, entre otras tesis, la siguiente: “A estas alturas del año, casi al cierre del primer trimestre, Díaz Ferrán no está en condiciones de seguir liderando la CEOE. La disolución por falta de liquidez de su aseguradora -Mercurio-, la práctica -y ya inminente- situación concursal de  Air Comet -con sus empleados sin cobrar- y el expediente abierto por Caja Madrid por incumplimiento de los compromisos adquiridos con motivo de la concesión de un crédito por varios millones de euros, dibujan un escenario en el que Díaz Ferrán no debe sólo poner a disposición de la CEOE su cargo, sino presentar su dimisión irrevocable”. Y añadía que “con esos condicionantes personales y profesionales, sin embargo, no es posible que pueda dirigir la Confederación Española de Organizaciones Empresariales que tiene por delante dos retos de gran calado: la negociación de la reforma laboral y la de las pensiones. Díaz Ferrán debe ahora  dedicarse a reflotar sus empresas y a rehacer su propia trayectoria como empresario. Es más necesario y valioso en ese menester que en el de sostener una lánguida, cuestionada y cuestionable representatividad empresarial”.

Hasta diciembre de 2010, Díaz Ferrán no dimitió de la presidencia de la CEOE. Pero ya había dispuesto de tiempo -todo el que le regalaron sus colegas- para ir urdiendo el fraude que, presuntamente, ha dado con sus huesos en la cárcel. De modo que debe ser la organización empresarial española la que haga una seria meditación sobre su funcionamiento y entender mejor por qué las compañías más fuertes del país han constituido el Consejo Empresarial de la Competitividad, ahora pulmón empresarial español que desarrolla una labor eficaz para la marca España y se comporta como una organización discreta y eficiente ante el Gobierno, los sindicatos, los grupos de interés de su entorno y la opinión pública.

Hoy puede afirmarse que el empresariado español, entre junio de 2007 y diciembre de 2010, estuvo dirigido por un presunto delincuente con conexiones familiares en la patronal madrileña y de connivencia con la comunidad autónoma, tan rigurosa en algunos casos y tan laxa en otros

Díaz Ferrán llegó al cargo como delfín de José María Cuevas, pero muy alejado de la perspicacia de su mentor, y ayudado extraordinariamente por el poder -entonces en plenitud- de Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad de Madrid. Antes de llegar a presidir la patronal nacional, el imputado hizo lo propio con la madrileña y ocupó cargo de responsabilidad en el IFEMA y fue consejero de la Caja matritense. No resultó extraño, en consecuencia, que opinase, a micrófono abierto, el 6 de mayo de 2009, en la asamblea de la CEOE, que la lideresa era “cojonuda” (sic). Recibió del poder, como de los empresarios, todo el apoyo de una forma acrítica y gregaria. Ni aquel ni estos le pidieron seriamente que abandonase la poltrona hasta muy última hora. Hoy puede afirmarse que el empresariado español, entre junio de 2007 y diciembre de 2010, estuvo dirigido por un presunto delincuente con conexiones familiares en la patronal madrileña y de connivencia con la comunidad autónoma, tan rigurosa en algunos casos y tan laxa en otros. Díaz Ferrán era un tipo controlable: estaba agarrado por los créditos de la Caja madrileña y mediatizado por la pésima gestión de sus empresas. Un guiñol contra Zapatero y su Gobierno en manos -no del PP- sino de la Real Casa de Correos.

¿Y los medios de comunicación? Complacientes. Sería interesante conocer la facturación publicitaria del llamado “grupo turístico” de Díaz Ferrán y su socio Gonzalo Pascual, fallecido hace unos meses y que -miserablemente- está sirviendo al expresidente de la CEOE de parapeto ante el juez instructor del alzamiento de bienes y blanqueo de capitales que le atribuye. Los medios -por dependencia, no tan pronunciada como la de ahora pero ya notable entonces, o por falta de credibilidad- permitieron que Díaz Ferrán continuase anómalamente sin mostrar capacidad de referencia e influencia para que dejase el puesto. Se cumplían así las palabras de Michael Ignatieff cuando recibió el premio Cuco Cerecedo de este año: “El periodismo se llama a sí mismo el cuarto poder, pero no está para ser árbitro del juego democrático. Es un negocio. Persigue la cuota de mercado más que la verdad. Tiene dueños. Sirve a intereses. Recibe tantos puñetazos como asesta. Agrede a los que han caído y adula a los que suben. Al periodismo le gusta pensar que revela los secretos de los poderosos, pero también se encarga de proveer obedientemente aquello que los poderosos quieren que reciban los crédulos”. Certero Ignatieff, periodista y político canadiense, cuya cita traigo a colación porque Díaz Ferrán -un poderoso de su tiempo- gozó del aplauso de sus colegas, del apoyo del poder pero también se benefició de la inanidad y/o del interés de los medios.

Estas coaliciones de pobreza moral, de desmayo ético y de ausencia de control y hasta de dignidad, hacen posible casos como los de Gerardo Díaz Ferrán. Y más que aparecerán.

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Sin suponer, ni lejanamente, que Gerardo Díaz Ferrán era un tipo de la catadura moral que ahora aparenta, el 17 de marzo de 2010, en este mismo espacio publiqué un artículo bajo el título Díaz Ferrán y la responsabilidad del empresariado español en el que sostenía, entre otras tesis, la siguiente: “A estas alturas del año, casi al cierre del primer trimestre, Díaz Ferrán no está en condiciones de seguir liderando la CEOE. La disolución por falta de liquidez de su aseguradora -Mercurio-, la práctica -y ya inminente- situación concursal de  Air Comet -con sus empleados sin cobrar- y el expediente abierto por Caja Madrid por incumplimiento de los compromisos adquiridos con motivo de la concesión de un crédito por varios millones de euros, dibujan un escenario en el que Díaz Ferrán no debe sólo poner a disposición de la CEOE su cargo, sino presentar su dimisión irrevocable”. Y añadía que “con esos condicionantes personales y profesionales, sin embargo, no es posible que pueda dirigir la Confederación Española de Organizaciones Empresariales que tiene por delante dos retos de gran calado: la negociación de la reforma laboral y la de las pensiones. Díaz Ferrán debe ahora  dedicarse a reflotar sus empresas y a rehacer su propia trayectoria como empresario. Es más necesario y valioso en ese menester que en el de sostener una lánguida, cuestionada y cuestionable representatividad empresarial”.

Gerardo Díaz Ferrán