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Cuando el poder se viste en el Ritz
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Graciano Palomo

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Cuando el poder se viste en el Ritz

Me confesaba orondo y satisfecho José María Bermejo, assistant manager del Hotel Ritz, que en raras ocasiones sus salones (80 euros por cabeza) cuelgan el cartel

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Cuando el poder se viste en el Ritz

Me confesaba orondo y satisfecho José María Bermejo, assistant manager del Hotel Ritz, que en raras ocasiones sus salones (80 euros por cabeza) cuelgan el cartel de full. Eso ocurrió el pasado jueves día 16 cuando el flamante ministro de industria, Comercio y Turismo, José Manuel Soria, fue presentado por el todavía más flamante ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

Lo importante de ese aquelarre no eran los folios (largos por cierto) desgranados por el ministro. ¡Qué va! Eso iba de suyo y tampoco fue para tanto. Lo sustancial era la “concurrencia fáctica” (Sánchez-Galán, Florentino, Bufrau, Alierta y un larguísimo etcétera…) completamente entregada a los nuevos edecanes de don Mariano.

Los chicos de cada señorito tomaban nota y se analizaba cualquier atisbo de coma que Soria pudiera insinuar respecto a quién, cómo y cuándo va a pagar el desaguisado eléctrico que se han encontrado encima de la mesa. De vez en cuando, a Madrid le gustan ese tipo de saraos e incluso se dan situaciones chuscas.

Chusco fue, por ejemplo, cuando nos enteramos de que al intratable New York Times le preocupa y mucho la salud del carbón español. Pero muchísimo más obsceno fue cuando se le preguntó al ministro si iba a autorizar las prospecciones de Repsol en Canarias, porque Repsol figura con letras de oro en la tribuna desde la que peroraba al resultar patrocinador único del ágape y cuyo presidente, Antoni Bufrau, ocupaba sitial de honor como es de menester.

Me insistía por activa y por pasiva mi viejo amigo y colega Juan Navarro Valdemoro, director de medios de comunicación de la petrolera: “Oye, Graciano, no te vayas a maliciar, que nosotros nos hemos limitado a pagar el almuerzo, no a redactar las preguntas…”. ¡Qué cosas, Señor, qué cosas!