El pijo de UGT que trinca a raudales

Responde por el nombre de José Ricardo Martínez, aficionado a viajes lujosos de gañote, por ejemplo, aquel de la candidatura olímpica de Madrid a todo trapo. En su tarjeta de visita pone ‘Secretario general de la UGT Madrid’.

Este buen hombre/compañero, famoso en el sindicato por sus formas atildadas, no se está haciendo famoso por defender a los parados, sino por sus insultos a sus mayores. Debe tratarse de una forma como otra de decirle al paisanaje lo importante que es. Uno de sus compis en la organización me sopla cuando le pregunto que se trata del típico sindicalista que no se besa porque no se llega, que le gusta figurar más que a Largo Caballero en una revolución bolchevique.

De ahí que el jefecillo del sindicato socialista en Madrid sólo sea relevante por su particular colección de insultos contra todo aquel que pasea por la calle, sea el gobernador del Banco de España o Esperanza Aguirre, a quien hace unos días le agasajó con eso de “reliquia cañí del tardofranquismo”.

Justo cuando los sindicatos preparan una huelga general contra la reforma laboral del PP -¿o quizá por los recortes a su poder soberano durante lustros?-, nos enteramos que el susodicho compañero del metal ocupa sillón de consejero -espléndidamente remunerado- en el grupo industrial Cibeles de Bankia.

¿De cuánto estamos hablado, Martínez? ¿De 80.000, 100.000, 120.000 euros por nada?

Es lo que cualquier afiliado sindical llamaría pesebre, sinecura o mamandurria. ¡Qué jeta, qué inmensa jeta!