El quejío de Alierta: el mundo al revés

Resulta que desde que Fernando de Aragón -paisano de César Alierta- se inventó la teoría del Estado (moderno) todos los gobiernos corrían raudos a socorrer a las empresas nacionales o los intereses de los privados, que para eso sostienen al propio Estado.

El presidente de Telefónica dejó claro esta semana que esa tesis ha saltado por los aires. España, en concreto, es un ente al pairo a la que tienen que socorrer (su marca) los empresarios que exportan en el exterior y venden, con tanta agonía como determinación, en las cuatro esquinas del mundo.

La primera transnacional española sufre en sus propias carnes (acción bursátil) el desmoronamiento del que fue un bello sueño desde el entierro del dictador. Resulta que es el lobby del Ibex quien tiene en sus manos el pan de nuestros niños.

Por de pronto, un valor que debería estar por encima de los 20 euros se tambalea cerca de los 10. Pero el miedo va por otro barrio: a que los hipernacionalistas iberoamericanos levanten la bandera definitiva aprovechando la debilidad manifiesta de la metrópoli. Entonces puede haber llanto y crujir de dientes.

Por cierto, empeño iberoamericano en el que se distinguen los empresarios catalanes envueltos en la bandera rojigualda, tome nota: Bufrau, Fainé, Carulla y demás etcétera. Oiga usted, la pela es la pela.