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Cisneros, el venezolano, de caza por la capital: quiere Telemadrid
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Graciano Palomo

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Cisneros, el venezolano, de caza por la capital: quiere Telemadrid

Gustavo Cisneros es un viejo conocido de los ambientes madrileños, especialmente en aquellos donde se mueve el jurdó fácil y fresco. El venezolano ya hizo pingües

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Cisneros, el venezolano, de caza por la capital: quiere Telemadrid
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Gustavo Cisneros es un viejo conocido de los ambientes madrileños, especialmente en aquellos donde se mueve el jurdó fácil y fresco. El venezolano ya hizo pingües negocios durante el felipismo -Galerías Preciados y otros asuntos de menor corte-, pero cuando llegó la derecha al poder (léase Aznar & Company) hizo valer su afiliación a la escuela de Chicago, entiéndase la famosa escuela económico/liberal, que el personal por estos lares siempre entiende lo que quiere.

Pues bien, Cisneros, que ya tiene una edad y mucha pasta, dicen, siempre ha tenido dos querencias fundamentales. La primera, por la ‘Madre Patria’ y, acto seguido, por los temas mediáticos, que al fin y a la postre son los que dan glamour y cercanía al poder.

Según me cuenta una de las gargantas mejor entonadas del país (entiende la condición humana con un ten con ten, y parece estar en lo cierto, que dicho por corto y por derecho, los intereses son la argamasa esencial en los humanos), Cisneros se ha colgado del brazo de Fazmatella SL para poner el ojo en una pieza catódica: Telemadrid. No es mala percha para introducir al businessman.

No es un mal canal en la capital y adyacentes. Máxime cuando se busca facturación e influencia. Y si ello se puede hacer a precio perejil, mejor que mejor, que le necesidad pública aprieta.

Cisneros, de nombradía y recia raigambre complutense, en donde las carabelas siempre que van, vuelven.  

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Gustavo Cisneros es un viejo conocido de los ambientes madrileños, especialmente en aquellos donde se mueve el jurdó fácil y fresco. El venezolano ya hizo pingües negocios durante el felipismo -Galerías Preciados y otros asuntos de menor corte-, pero cuando llegó la derecha al poder (léase Aznar & Company) hizo valer su afiliación a la escuela de Chicago, entiéndase la famosa escuela económico/liberal, que el personal por estos lares siempre entiende lo que quiere.