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Periclita la estrella de Luis de Guindos
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Graciano Palomo

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Periclita la estrella de Luis de Guindos

Creíamos, mejor deseábamos por el bien de los compatriotas en paro y de nosotros mismos, que en Luis de Guindos -tan puesto, enterado y en ocasiones

Foto: Periclita la estrella de Luis de Guindos
Periclita la estrella de Luis de Guindos

Creíamos, mejor deseábamos por el bien de los compatriotas en paro y de nosotros mismos, que en Luis de Guindos -tan puesto, enterado y en ocasiones relamido- el presidente Mariano Rajoy había encontrado su piedra filosofal para sacar a España del marasmo que amenaza con mandarnos directamente al averno.

Pero ni el optimismo del corazón nos puede hacer olvidar el pesimismo de los datos. El 25 de abril de 2013 será para siempre la fecha de los 6.202.700 parados para escarnio nuestro y vergüenza de la de ellos.

Pocas horas antes de que se diera a conocer la cifra histórica de la debacle (“inaceptable” ha dicho el faviano comisario Rehn, como si él y sus conmilitones de la UE no tuvieran nada que ver con esta tragedia que terminará por hundirnos definitivamente) una fuente generalmente muy segura del complejo de la Moncloa me alertaba acerca de la pérdida de confianza del presidente en su ministro.

Promete muchas cosas, utiliza como nadie los datos macros y los “signos de recuperación” y antes de viajar a Bruselas o a las instituciones económicas internacionales asegura que va a conseguir esto  y lo otro pero al final regresa a Madrid con palabras hueras y las manos vacías...

Eso sin olvidar sus constantes enfrentamientos con colegas del Gobierno -caso de Montoro-, su enemiga mortal con Rato (el PP nunca le perdonará la gestión del “caso Bankia”) o la presión ante el jefe del Ejecutivo por parte de algunos influyentes banqueros amigos personales de Rajoy.

Y queda un último fleco que a los legos en estos asuntos de los salones madrileños les importará seguramente una higa o dos. Sus fluidas relaciones con Unedisa, léase Pedro J y colaboradores próximos, amigos personales del todavía ministro, aunque realmente tenga que producirse un cataclismo total para que Mariano se avenga a hacer una crisis de gobierno.

El gallego presidente tiene claro aquello de Santa Teresa: “Corazones partidos yo no los quiero. Cuando lo doy el mío lo doy entero”.

Creíamos, mejor deseábamos por el bien de los compatriotas en paro y de nosotros mismos, que en Luis de Guindos -tan puesto, enterado y en ocasiones relamido- el presidente Mariano Rajoy había encontrado su piedra filosofal para sacar a España del marasmo que amenaza con mandarnos directamente al averno.