La novia de Wert que pone a los del PP

Monserrat Gomendio, bióloga, rica, en pleno divorcio, subida a coche oficial, secretaria de Estado de Educación, es decir, la siguiente tras su novio (o lo que sea) en el escalafón, está que se sale. Y no precisamente del armario.

Se puso de los nervios cuando se conoció -¡ojo con los de al lado, Gomendio!- que mantenía una relación con el ministro más odiado del Gabinete y más chulo sin causa de cuantos hombres y mujeres decidió un día el presidente Mariano Rajoy que se subieran con él en coche oficial.

Me lo pregunta un dirigente del PP que no puede ver ni en pintura al antiguo socio (o lo que sea) de Pedro Arriola: ¿qué coño tiene? Es muy sencillo, oiga: poder. Poder vicario y a tiempo parcial, pero poder al fin y a la postre.

Lo del dirigente PP anti-Wert no es una golondrina en verano. ¡Qué va! El amor del partido en el gobierno por José Ignacio Wert -¡eso es disciplina!- es como los deseos democráticos de Kim Yong-Un. Lo soportan por disciplina presidencial sin que se entienda muy bien el aquel por mantenerlo entre la chacota general. Lo peor que le puede pasar a un ministro es que todo cristo (nunca mejor dicho por su ancestral tendencia democristiana) le toma a pitorreo. ¡Y le toman, oiga, le toman! ¡Y de qué manera! Ni los consejeros de Educación del PP le muestran el mínimo y más elemental jodido respeto.

Bueno, pues lo dicho. La tal Gomendio se ha aficionado a esto de la tele porque al final, oiga, ya se sabe que hay que disfrutar el minuto de gloria que le otorgan no los votantes de centro/derecha sino la decisión inapelable del primer ministro.

No parece, según EC, que la número dos del ministerio de Educación, Cultura y Deportes tenga especiales problemas para abonar las facturas del agua, gas y luz, pero ir a tomar el té con las amigonas de siempre debe molar tela, que diría un moderno de la modernez. Y si de paso te ven con Mariló Montero, eso es ya la mundial.

Exhibirse por cuenta del contribuyente tiene su morbo, que duda cabe, pero luego no vayan a piarlas en los aledaños del presidente porque los niños van a sufrir “mobing” en el colegio con la fama, probablemente, sin causa y mucho menos razón.

¡Nada nuevo bajo el sol!