Los míseros 4.700 euros de Rubalcaba

Echado un ojo a las declaraciones de la Renta, ¡por fin!, de Alfredo Pérez Rubalcaba durante los últimos ejercicios, la verdad es que me dan ganas de remitirle diez euros al jefe socialista para que se tome un menú de algunos de los muchos restaurantes que todavía pululan por la calle Ferraz.

En serio: yo creo que Pérez Rubalcaba es una persona honesta y que no está en política para forrarse. Lo creo firmemente. Tengo información directa de familiares que no militan precisamente en su partido ni siquiera le votan.

Ahora bien, la polémica desatada por Carlos Floriano y Elena Valenciano a propósito de quién de los dos (Rajoy/Rubalcaba) ha dejado de ingresar más por estar en política es tan absurda como irrelevante. A ninguno de los dos les atan con maromas para que continúen en ese machito.

Hay una cosa que se puede colegir de las rentas del secretario general del PSOE: por dinero no compensa estar en ese tajo.

Los datos presentados cantan y son ciertos. Alfredo habrá ganado durante los últimos ejercicios presentados una media de 4.700 euros mensuales (supongo que gastos de representación al margen) que es un 30% menos de lo que percibe el director de una sucursal bancaria, menos de la mitad de lo que ganan los antiguos compañeros de su padre (piloto de aviación) y muchísimo menos de lo que ingresa un consejero de Iberdrola por tocarse el kilovatio.

Hay mucho populismo de gulag a propósito de los salarios de la llamada clase política. Hablo y me refiero claro está al dinero limpio no al que algunos pudieran percibir debajo de la mesa de forma espuria.

Me gustaría saber cuánto gana, por ejemplo, una antigua subordinada de Rubalcaba, Elena Salgado en la actualidad o los patrimonios del llamado “clan Arenillas” por no referirme a la “factoría Contreras”, todos ellos cercanos al PSOE o carnet de militancia en la formación que fundara Pablo Iglesias, esto es, a las órdenes políticas del profesor de Química ya excedente durante muchos años. Pero lo mismo puedo escribir de otros dirigentes del PP. Lo que sucede es que los bárcenas y eres andaluces terminan por emponzoñarlo todo.