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PP: lo urgente y lo importante
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Graciano Palomo

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PP: lo urgente y lo importante

Tras los cambios en la dirección del partido, Rajoy debe afrontar otras reformas como abrir el partido (primarias) o confirmar que el amiguismo no es la principal seña de identidad

Foto: Casado, Levy y Maroto. (EC)
Casado, Levy y Maroto. (EC)

He conocido esta semana a Andrea Levy, flamante vicesecretaria general de Estudios y Programas del Partido Popular, y lo más destacable, amén de su juventud y encanto, es la determinación personal de apostar por el centro derecha sin complejos.

A Pablito Casado lo conozco de antaño y el único peligro que le acecha, pese a su considerable dosis de prudencia -¡quizá excesiva!- es que la suzuki pueda desbarrar en cualquier curva porque en el PP nunca se sabe quién coño te va a echar aceite cuando no tienes claro el horizonte o aparecen las primeras brumas al anochecer.

Fernando Martínez Maíllo es un zamorano criado y recriado en el páramo mesetario y tengo para mí que mientras esté Mariano Rajoy -¡vaya usted a saber!- tendrá un lugar en el cosmos popular. Presume de estar pegado al surco pero esto últimamente se ha puesto de moda. No vaya a ser como esos neomultimillonarios mediáticos españoles que dicen poner el ejercicio periodístico al servicio de los más pobres y luego babean cuando Florentino Pérez les ofrece un transportín, acojonantemente retribuido, naturalmente.

Javier Maroto es el único de los “nuevos” que sabe lo que es ganar elecciones. Y en territorio comanche. Su discurso no se anda por los cerros y entra directo como cuchillo en mantequilla.

Bien, estos cambios eran lo urgente. Pero, ¿y lo importante? Porque esto tiene que ver con la más que perentoria necesidad de ese espacio político de que la sociedad española no les conciba justamente como a la izquierdona le interesa que les vean; les interesa muy mucho que los españoles tengan una referencia progresista –que viene de progreso, no de antiguallas fracasadas históricamente-; una referencia moral –imposible si no se defienden valores-; un punto de vista de mérito y capacidad por encima de conciliábulos y juegos de salón.

Claro que para ello hay que abrir el partido (primarias); confirmar que el amiguismo no es la principal seña de identidad para la cooptación de cargos; apuntalar la justeza en el ejercicio público de vivir como se dice pensar frente a los vendedores de burras ciegas; que a los dirigentes les elijan las bases y cuadros y no prime el dedo imperecedero de Santa Teresa… En fin, una auténtica revolución democrática.

Si ganan, lo tendrán que hacer cuanto antes; si pierden, con más razón y razones.

He conocido esta semana a Andrea Levy, flamante vicesecretaria general de Estudios y Programas del Partido Popular, y lo más destacable, amén de su juventud y encanto, es la determinación personal de apostar por el centro derecha sin complejos.

Mariano Rajoy Javier Maroto Fernando Martínez-Maillo Pablo Casado