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De Nadal a Moragas: el poder no se deduce en el organigrama
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Graciano Palomo

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De Nadal a Moragas: el poder no se deduce en el organigrama

Los dos son todavía lo suficientemente jóvenes (y ambiciosos) como para, llegado el caso, optar a puestos de gran relevancia política si es que ya no los estuvieran ejerciendo

Foto: El presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, junto a su jefe de gabinete, Jorge Moragas, y el jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal. (EFE)
El presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, junto a su jefe de gabinete, Jorge Moragas, y el jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal. (EFE)

Mariano Rajoy, el perfecto desconocido, no es persona de frases grandilocuentes y mucho menos de arrebatos incontenibles. Suele hablar musitando y, sobre todo, ejerce el poder con hechos.

A la espera que el centroderecha se refunde de abajo a arriba –cosa que sucederá gane o pierda las próximas elecciones, si pierde lo será antes- el jefe del PP habló en modo gallego tras el fiasco electoral del 25 de mayo. Es verdad que cambió el organigrama del cuartel general con la incorporación de jóvenes valores (Maroto, Martínez Maíllo, Casado, Levy) manteniendo a la general secretaria Cospedal, pero lo realmente importante en estas horas es que puso en manos de Jorge Moragas la responsabilidad (no poca) de dirigir la campaña electoral y entregó la confección del programa electoral en manos de otra persona muy cercana a su despacho, Álvaro Nadal, que lleva cuatro años como director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno.

Los dos son todavía lo suficientemente jóvenes (y ambiciosos) como para, llegado el caso, dejar parte de su inseparable tecnocracia -el uno en eso de los usos diplomáticos y el otro en la cosa económica- y optar a puestos de gran relevancia política si es que ya no los tuvieran en sus ejercicios cotidianos cerca del presidente.

Frente a lo que se pudiera entender por sus perfiles, el jefe les ha dado órdenes explícitas al respecto. Menos papeleo y más hilo directo con la calle, esto es, atender lo que los grandes sectores económicos y sociales demandan. Menos leches de memorándums y más lenguaje directo para que todo el mundo entienda “lo que hemos hecho y por qué lo hemos hecho”. Punto.

Ignoro si en el lenguaje marianista o rajoyiano se puede pedir peras a un olmo; quizá en Galicia haya algún especimen arbóreo de esa naturaleza pero no es lo natural.

En este sentido, junto al hecho cierto de la notoria subida de status político de estos dos muchachos que llevan ya cuatro años en el complejo monclovita -Moragas varios años más- se juegan gran parte de su porvenir en la cita decisiva del 20 de diciembre.

De lo contrario, al catalán siempre le quedará el 'come back' al cuerpo diplomático, y al exalumno de Harvard retornar al escalafón como de técnico comercial y economista del Estado.

Dios aprieta pero no ahoga.

Mariano Rajoy, el perfecto desconocido, no es persona de frases grandilocuentes y mucho menos de arrebatos incontenibles. Suele hablar musitando y, sobre todo, ejerce el poder con hechos.

Álvaro Nadal Mariano Rajoy Jorge Moragas