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Cuba y Argentina iluminan ya las calderas españolas
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Graciano Palomo

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Cuba y Argentina iluminan ya las calderas españolas

La vieja “joya de la Corona” de España volverá al redil del mundo libre cuando sus caimanes hayan estirado la pata

Foto: La expresidenta de Argentina, Cristina Fernandez de Kirchner, junto con el presidente de Cuba, Fidel Castro. (Reuters)
La expresidenta de Argentina, Cristina Fernandez de Kirchner, junto con el presidente de Cuba, Fidel Castro. (Reuters)

Estamos tan inmersos en nuestro particular chapoteo gallináceo que no vemos más allá de nuestros bosques empobrecidos y catetos.

Unos denuncian al Gobierno porque no les ha dado TDTs para hacer negocio “IPSO FACTO” con una concesión administrativa (PRISA), otros creen que sólo llevándose bien con Montoro o Soraya pueden llenar su hucha particular.

Los serios levantan la vista y otean el horizonte que les ilumine y les permita mantener sus negocios y aún ampliarlos. Ahí está la vieja Cuba comunista cuyo régimen se deshace como un azucarillo, incapaz de plantar cara a los desafíos de los nuevos tiempos y las ansias de libertad de todo tipo. La vieja “joya de la Corona” volverá al redil del mundo libre cuando sus caimanes hayan estirado la pata. Y sin Cuba como parapeto comunista, los Maduro (mejor habría que decir Cabello) se abrirán de par en par dejando enseñar sus vergüenzas y sus crímenes. En Venezuela todavía queda petróleo y muchas otras cosas.

De repente, sobresaltadamente, aparece en Buenos Aires el Macri del Boca para ajustar las cuentas electorales a todo el detritus khisneriano. Los españoles, empresarios, trabajadores, profesionales, ahorradores, inversionistas, etc… que han sufrido en sus bolsillos los vaivanes históricos y ancestrales del gran territorio sudamericano, contemplan ahora con un cierto (sólo cierto) optimismo el hecho de acabar con el castrante populismo peronista en Argentina. Tras el ejemplo podrían llegar otros en el continente.

El que no se consuela es porque no quiere.

Estamos tan inmersos en nuestro particular chapoteo gallináceo que no vemos más allá de nuestros bosques empobrecidos y catetos.

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