¿Quién hace la cama a Pedro Sánchez?

Me dice un conspicuo y conocido dirigente -más bien exdirigente pese a su juventud- que “somos muchos los que estamos a la espera del resultado del 20-D para tomar posiciones”.

¿Qué significa ello? Pues que esperan a su secretario general para arrojarle por la ventana si los resultados del PSOE no son los que cabría esperar para un partido que ha tenido la oportunidad, por la crisis económica y los errores marianistas, de alcanzar el poder.

Estoy seguro de que la afirmación que recojo aquí de ese conspicuo exdirigente no le sorprenderá al lector informado en modo alguno. Desde el minuto 1 en que Sánchez se impuso democráticamente a Eduardo Madina para ocupar el puesto de primer secretario del Partido Socialista empezó el runrún. Claro que el partido ha cometido errores. ¿Quién no? Claro que en determinados asuntos le falta un hervor. Es muy joven. Claro que ha tenido que aliarse en ayuntamientos, diputaciones y CCAA con lo más granado de la estultez hispana. Necesidad obliga.

No vengo aquí a defender al líder socialista. Pretendo simple y honradamente relatar las cosas como son. En lo sustancial Sánchez acierta; otra cosa sea que necesite algún tiempo más para optar con razones a la jefatura del Gobierno. Pero en tan sólo un año ha colocado al PSOE en capacidad para disputar la gobernabilidad del Estado.

El ninguneo nunca ha tenido éxito en España, salvo con Zapatero. Ningunearon los franquistas relamidos a Adolfo Suárez, al que llamaban “chusquero” de la política. Y ha pasado a la Historia. Los reformistas del antiguo régimen en los primeros años democráticos despreciaron a Felipe González -hijo sevillano de un vaquero- y luego resultó ser un estadista de los pies a la cabeza.

Ningunearon a José María Aznar y luego demostró que sabía utilizar el poder como un sátrapa del Oriente. Destrozaron a priori a Mariano Rajoy y ha sacado a España del averno.

Insisto: ¡ojo con Pedro!