El revivido complejo de Kerenski

Juan Carlos Monedero -profesor universitario, oiga-, asesor para la represión del “chavismo” le ha dicho algo a Raúl del Pozo que me produce ternura: “Una de las cosas que ha logrado Podemos es volver a hablar de la patria sin vergüenza. Para que nuestro país no se nos rompa hay que decirles a los vascos y catalanes que son españoles, y que la única manera de decírselo en 2016 es invitándolos a que decidan libremente formar parte de este proyecto….Con nosotros nadie querrá marcharse…”

No se carcajeen, please. Lo que han leído es transcripción literal de una conversación del veterano periodista con el hombre que hacía informes para el “comandante” colorao; el mismo que ha acusado a Rivera de darle a la nariz.

No se desternillen, por favor.

La gran ventaja de Pablo Iglesias/Errejón respecto a Pedro Sánchez es que este tiene un descriptible complejo político respecto a su principal competidor. Vendría a representar el rol del viejo ruso Kerensiki dentro de la izquierda española. El final ya se sabe.

Cuando sonaban las campanadas del nuevo año, Sánchez tenía el doble reto de salvar al PSOE y al mismo tiempo poner a buen recaudo la convivencia en España. ¡Demasiado arroz para tan apuesto muchacho!

Me recuerda Javier Redondo que lo primero que hizo el “bochevismo” fue parecer mayoritario en la Duma. Al mismo tiempo que Pablo Iglesias celebraba sus 69 diputados en Madrid, Colau se creía la mamá de Tarzán con sus doce “autodeterminantes”.

Seamos serios. ¿Al PSOE sólo le separa de Podemos el anunciado referéndum de autodeterminación? ¡Por favor! Esto es lo que trata de decir Susana Díaz, Javier Fernández, Fernández Vara y otros. ¿Felipe González -al que Podemos insulta, vitupera, destroza por su apoyo a los derechos humanos en Venezuela- es acaso jefe de algún círculo morado en Dos Hermanas?

Si, en efecto, Sánchez -si le da tiempo- no se sacude el complejo podemita será una anécdota triste kerenskiana que no dispondrá ni media letra en el olimpo socialdemócrata. Que me consta lo es.

¡Pobre muchacho!