El gran descubrimiento de Rivera

Dentro de la orgía de lugares comunes y simplezas con las que nuestros principales dirigentes políticos nos agasajan a diario (¡por qué no te callas!) me ha llamado la atención el descubrimiento de Albert Rivera respecto a que nada importante se puede encarar sin la aquiescencia del PP, que con su fardo insoportable de corrupción representa casi a la mitad de la sociedad española.

Rivera, en la actual coyuntura, está demostrando ser el líder más cabal, sensato, con cintura política y sentido común en el intento desesperado de que las dos Españas cainitas no vuelvan a darse de hostias. Desde esta perspectiva me sorprende, aún más, que desconozca algo elemental: el cuarteo o voladura del centroderecha siempre ha sido letal en este lar. Desgraciadamente, ese sueño tan justo como improbable, hoy por hoy no parece posible. Ciudadanos se ha nutrido de los caladeros populares (sirva el último CIS como referencia de lo que escribo), que, aun estando de acuerdo básicamente con la gestión de la crisis, no han podido soportar el hedor corrupto que emana de ciertos comportamientos de antiguos iconos populares. Y, además, la vitola y el marchamo general en el escenario, nombres y apellidos, que representa Ciudadanos resultan mucho más atractivos que los que presenta a día de hoy Génova 13.

Rivera, joven y experimentado rockero en estas lides, intenta que Sánchez sea presidente con un 20% de los votos y 90 diputados.

¡Lástima que se quedara en 40 escaños! Pero lo que hay es lo que hay. La calculadora es letal. Al final, los estrategas proponen y el pueblo dispone.