Cuando el Estado se convierte en cloaca

Uno de los grandes errores del presidente Rajoy ha sido mantener y sostener a determinados ministros por mor de su amistad personal. El abracadabrante hecho de las grabaciones en el despacho del ministro del Interior viene a confirmar un hecho conocido por los mejores observadores de la Corte: existen dentro del Estado células que pone en jaque al propio Estado del que se nutren y alimentan.

Se puede pecar en la gobernabilidad de cualquier cosa -máxime si se trata del Ministerio del Interior- por acción u omisión. Esto último es lo que nos ocupa. Desde otras instancias de los servicios de información se alertó en su día al ministro Fernández Díaz de que pululaban por sus faldas gentes indeseables que se han hecho ricas por métodos espurios. No se actuó de acuerdo con la determinación que debe oficiar un ministro del ramo y ahí tiene las consecuencias. Un ridículo cósmico.

Las grabaciones efectuadas en la sede del departamento encargado de velar de la seguridad de los españoles confirman lo peor. Luego ha venido el llamado jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, a ventilar cosas muy serias. Resulta que todo cristo estaba en el colacao de encontrar al contrario trapos sucios. El primer señalado ha sido Albert Rivera pero tengo para mí que no será el último.

Nada tiene de extraño que el pueblo contribuyente asista 'pasmao' a tamaño espectáculo. Lo más grave de todo el 'affaire' es que se trata de policías que han pillado 'in fraganti' a su jefe político máximo. ¿Cómo nos vamos a fiar ya de nadie?

Se lo adelanto. La investigación interna puesta en marcha para depurar responsabilidades quedará en nada. Absolutamente en nada. ¡Anda que los conspiradores no andan listos! ¡Anda que los grabadores no se las saben todas!

Le espera buena al próximo ministro del Interior. Yo que él escucharía a un general que tiene casi todas las claves. Y al que no le hicieron ningún caso.

En el pecado llevan la penitencia. Insisto: hay nombres; incluso, apellidos.