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Pablo, entre Errejón, Echenique y Monedero
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Graciano Palomo

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Pablo, entre Errejón, Echenique y Monedero

Al líder de Podemos se le ve mucho más sereno –el tiempo y la experiencia son siempre dos grados– y todavía tiene balas, amén de juventud para esperar su oportunidad

Foto: Victoria Rosell (i), Pablo Iglesias (2i), Íñigo Errejón (2d) y Juan Carlos Monedero (d) durante en un mitin en Las Palmas. (EFE)
Victoria Rosell (i), Pablo Iglesias (2i), Íñigo Errejón (2d) y Juan Carlos Monedero (d) durante en un mitin en Las Palmas. (EFE)

Pablo Iglesias ha madurado más políticamente en estos seis últimos meses que en los treinta anteriores. Lo veo mucho más realista, serio y responsable que cuando le conocí como colega tertuliano en la tele de Berlusconi.

Ahora está demostrando que sus muchas lecturas de los principales pensadores políticos de antes y de ahora le sirven para algo. Su “larga marcha” hacia el poder (su auténtica vocación, que no es necesariamente condenable) se ha detenido pero en una posición muy interesante que estoy seguro sabrá aprovechar ante el inevitable 'default' socialista que, como dice Susana Díaz, se salvó por la campana en las últimas elecciones generales del 26J.

Realismo es la conclusión que se puede colegir como principal del actual marchamo del líder de Podemos. Se le ve mucho más sereno -el tiempo y la experiencia son siempre dos grados- y todavía tiene balas en la recámara, amén de juventud para esperar su oportunidad. Digo realismo porque frente a los sueños equinocciales de Íñigo Errejón, que también tiene su valía, y los despropósitos de Juan Carlos Monedero -nunca entendí la relación entre ambos- siempre queda el “centro” de Pablo Iglesias. Los jefes siempre se suelen quedar precisamente en el “centro” frente al infantilismo de los más radicales y el posibilismo de los más listillos. Este es el caso.

Pablo Iglesias hace ahora lo correcto. Preguntarse, ¿qué hicimos mal? Algo nada habitual por estos lares.

Los jefes siempre se suelen quedar precisamente en el “centro” frente al infantilismo de los más radicales y el posibilismo de los más listillos. Este es el caso

Monedero debería quedar varado para casi siempre después de que el coraje del rector Carlos Andradas, presionado hasta el paroxismo, le haya puesto al profesor titular de Políticas ante su propio espejo. Cobraba del erario público durante años como si trabajara 'full time' y resultó un farsante. Se quedó con dinero de los contribuyentes mientras facturaba opíparamente a clientes privados. No quiero entrar en si a los bolivarianos o al lucero del ALBA (nunca mejor dicho). Violó el Estatuto de la UCM y contravino leyes en vigor redactadas en democracia. Punto. Esta es la verdad. Y la verdad es siempre la verdad. Pablo se los conoce como si los hubiera parido.

Corrupción, señor Monedero, es apropiarse de dinero público que no corresponde en sus distintas y variadas modalidades. Usted, según el informe de la instructora (colega suya por más señas) ha dicho que se llevó (dinero público) lo que no le correspondía.

¡Ahora a dar lecciones desde el balcón de Carabaña!

Pablo Iglesias ha madurado más políticamente en estos seis últimos meses que en los treinta anteriores. Lo veo mucho más realista, serio y responsable que cuando le conocí como colega tertuliano en la tele de Berlusconi.

Juan Carlos Monedero Íñigo Errejón Universidad Complutense de Madrid Pablo Echenique