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Rita, la última bala del cañón giratorio
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Graciano Palomo

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Rita, la última bala del cañón giratorio

Aún cuando se había convertido en una “apestada”, no dejaba de leerse todo, controlar todos los programas de radio y televisión donde lo habitual era crucificarle

Foto: Fotografía de archivo de la senadora y exalcaldesa de Valencia Rita Barberá. (Efe)
Fotografía de archivo de la senadora y exalcaldesa de Valencia Rita Barberá. (Efe)

Su padre José Barberá Armelles fue periodista y político durante el franquismo. Ejerció como presidente de la Asociación de la Prensa de Valencia durante 30 años. De ahí le vino a su hija Rita la afición por el periodismo. Y también la política. Fue el gran “hallazgo” del que presumía Fraga en aquellos tiempos de la vieja Alianza Popular cuando no era si no una fuerza marginal.

[Álbum: La trayectoria política de Rita Barberá]

Barberá, que dedicó un cuarto de siglo de su vida a gestionar las cosas de la tercera ciudad de España, era un ciclón humano muy similar en mujer a su gran icono, Manuel Fraga. Ella tenía, pese a la imagen pública que padecía y ante la que se revolvía las entrañas, una fuerte deriva social. Al fin y al cabo, no dejaba de resultar también una economista del extinto cuerpo de “economistas sindicales”.

Barberá, en lo humano, pretendía abarcarlo todo, controlarlo todo, inundarlo todo... Estuvo a punto de ser ministra del Gobierno Aznar, pero este prefirió dejarla al mando de la tercera ciudad de España en un territorio clave para la derecha, territorio levantino esencial para el mantenimiento del poder del Partido Popular. Tampoco le importó mucho, porque “yo he decidido entregar mi vida a Valencia...”. En cierto modo, Rita resultaba una “populista” que disfrutaba cuando los valencianos la rodeaban en las calles de su ciudad, incluso cuando la esperaban para increparla por aquel asunto del “Cabañal”.

Soltera, dedicada 'full time' a la vida política, su mayor gratificación era el cariño que la militancia de la derecha le profesaba. Se había convertido en un icono para la vieja guardia del Partido Popular.

Personas de su entorno reconocían recientemente que estaba sufriendo un “martirio” desde que empezó su andadura judicial, especialmente “cuando fue apartada de la militancia del PP y tuvo que dejar su pertenencia al Grupo Popular en el Senado. Su deterioro físico a partir de su caída en desgracia era perfectamente descriptible y se rebelaba imponente ante el discurrir final de los acontecimientos. En meses, su rostro había avejentado de forma considerable, algo lógico por lo demás. Ese paso atrás le rompió las cuadernas vías.

Aún cuando se había convertido en una “apestada”, no dejaba de leerse todo, controlar todos los programas de radio y televisión donde lo habitual era crucificarle.

Su deterioro físico a partir de su caída en desgracia era perfectamente descriptible. Su rostro había avejentado de forma considerable

Se ha ido sin poder conocer la decisión del magistrado Conde Pumpido respecto a los mil euros de blanqueo que se le imputa. En un sentido o en otro, acogerá la decisión del Tribunal Supremo con la misma pasión humana con la que ha vivido sus 68 años cuajados de vigor y entrega apasionada a la que fue su causa política y de gestión.

El famoso “cañón giratorio” de Fraga, el fundador como ella le llamaba, se ha quedado vació al disparar en la mañana del 23 de noviembre del 2016 su última bala. ¡Quién le iba a decir a la vieja leona valenciana que el sonido de ese viaje se iba a escuchar en una fría habitación del Villa Real!

Su padre José Barberá Armelles fue periodista y político durante el franquismo. Ejerció como presidente de la Asociación de la Prensa de Valencia durante 30 años. De ahí le vino a su hija Rita la afición por el periodismo. Y también la política. Fue el gran “hallazgo” del que presumía Fraga en aquellos tiempos de la vieja Alianza Popular cuando no era si no una fuerza marginal.

Valencia Tribunal Supremo Cándido Conde-Pumpido