Palo Alto
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Batalla por "el alma de España" (el Prado)
La ley dice que la designación del nuevo director del museo deberá hacerse por concurso, pese a las reticencias de Zugaza. Aun así, será el Gobierno quien diga la última palabra
La dimisión de Miguel Zugaza como director del Museo del Prado, “el alma de España” al decir de Manuel Azaña, ha abierto las ambiciones de unos y otros por el control de una de las primeras pinacotecas del mundo, que ha entrado en el siglo XXI de la mano del vizcaíno dimisionario en sus 14 años de mandato.
El Museo Nacional del Prado no es cualquier cosa. Por encima de los tiempos, las coyunturas políticas, incluso, por encima de los avatares bélicos de confrontación civil, el Prado es el santo y seña de nuestra existencia como pueblo y como nación.
De ahí que ante el vacío que deja Zugaza, tipo complejo y brillante donde los haya, que se las ha tenido tiesas y muy tiesas con otros representantes del Estado, se apresten en pura lógica a llenarlo unos con gentes próximas. La idea inicial del ex era precisamente haber podido fichar en su día a Gabriele Finaldi, un italiano que consiguió mediante concurso ser nombrado director de la londinense National Gallery, ni más ni menos. No lo consiguió y ahora es difícil que pueda ocupar su lugar como sería la pretensión de no pocos.
Entre los aspirantes aparece, según fuentes solventes, Lola Jiménez Blanco Carrillo de Albornoz, de no excesivo currículum museístico pero avalada, presuntamente, por el todopoderoso ex ministro y padre de la Constitución José Pedro Pérez Llorca, patrono del Museo Nacional y una referencia fáctica dentro del mismo.
La ley dice que la cooptación del director debe hacerse por concurso, algo en lo que no estaba muy de acuerdo Zugaza. Pero al final será el Gobierno el que dirá la última palabra.
¡Como casi siempre!
La dimisión de Miguel Zugaza como director del Museo del Prado, “el alma de España” al decir de Manuel Azaña, ha abierto las ambiciones de unos y otros por el control de una de las primeras pinacotecas del mundo, que ha entrado en el siglo XXI de la mano del vizcaíno dimisionario en sus 14 años de mandato.