Es noticia
Rajoy, crecido y amparado
  1. España
  2. Palo Alto
Graciano Palomo

Palo Alto

Por

Rajoy, crecido y amparado

Ahí le tienen, vivito y mandando (todo) al paisano al que casi todo cristo dio por muerto hace unos meses. De gran perdedor pasó a resultar el gran superviviente

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)

¡Qué ironías tiene la vida! Si en los meses posteriores al 20 de diciembre del 2016, cuando al Partido Popular le resultaba imposible formar gobierno, casi todo el mundo daba por finiquitada la carrera política de Mariano Rajoy, esos mismos, hoy, reconocen que el gallego se ha situado de nuevo en el epicentro del poder en España.

Eso no significa, ni puede significar que, de repente, Rajoy se haya transfigurado en un líder carismático tipo Kennedy, Suárez o Felipe. Lo que es objetivable y descriptible, en efecto, es que tiene todo el poder en sus manos, sin olvidar, claro está, su debilidad parlamentaria. Eso es lo que se conoce como hacer de la necesidad virtud.

El PP es una balsa tranquila, quizá en exceso; el PSOE le ha comenzado a hablar, Podemos respira por su desangre y, por si fuera poco, su enemigo más letal (Aznar) confiesa su derrota y emprende la fuga. Los sondeos le resultan claramente favorables y tiene en su mano el tiempo político con el que parar en seco a sus adversarios.

Hay un asunto de gran trascendencia que a Rajoy se le escapa: el independentismo. No hay ni se vislumbra una salida clara

A todo ese cúmulo de circunstancias favorables, una meiga lo denominaría “suerte”. Incluso el escenario europeo, con una Angela Merkel debilitada y un François Hollande roto, apuntalan las posibilidades del 'premier' español en el concierto comunitario. Su método causa furor entre sus pares. ¿Método? Sí, aguante y resistencia.

Pero hay un asunto de gran trascendencia que se le escapa: el independentismo, el asunto más letal de cuantos ahora mismo pululan por entre las alfombras de palacio. Pese al cambio claro de estrategia en el sentido de aplicar el “buenismo” al quilombo catalán, el hecho cierto es que no hay ni se vislumbra una salida clara porque los que se han echado al monte quieren seguir pegando tiros con dinero o sin dinero y el Gobierno sabe que se la juega en ese alambre. Cualquier fallo de equilibrio puede hacer que todo salte por los aires.

Mariano Rajoy es un tipo que cree en la suerte. Es más, la “suerte” cobra especial importancia dentro de su muy particular filosofía de la vida, que no difiere grandemente de la que podría mantener cualquier paisano de Lugo o Pontevedra que se dedica a la cría de hurones. Porque, oiga, la suerte existe.

Con una Angela Merkel debilitada y un François Hollande roto, apuntalan las posibilidades del premier español en el concierto comunitario

Sabe también que la misma es tan cambiante como la propia fortuna, lo que le lleva directamente a no fiarse de ella. Bueno, en realidad, el presidente no se fía ni de Dios y eso que el Hacedor en ocasiones se presenta bailando muñeiras.

Pues ahí le tienen, vivito y mandando (todo) al paisano al que casi todo cristo dio por muerto y enterrado hace unos meses.

No es de extrañar que sus colegas europeos se permitan hacer chacota con Mariano, que de gran perdedor pasó a resultar el gran superviviente.

¡Qué ironías tiene la vida! Si en los meses posteriores al 20 de diciembre del 2016, cuando al Partido Popular le resultaba imposible formar gobierno, casi todo el mundo daba por finiquitada la carrera política de Mariano Rajoy, esos mismos, hoy, reconocen que el gallego se ha situado de nuevo en el epicentro del poder en España.

Mariano Rajoy