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Lecciones ante los 80 años del 'Guernica'
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Graciano Palomo

Palo Alto

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Lecciones ante los 80 años del 'Guernica'

El cuadro significa que cualquier tragedia que pueda imaginar el ser humano puede convertirse en realidad de la mano precisamente del propio ser humano

Foto: Un visitante pasa frente al 'Guernica', en el Museo Reina Sofía. (EFE)
Un visitante pasa frente al 'Guernica', en el Museo Reina Sofía. (EFE)

Los fastos para celebrar el cuadro más famoso de Pablo Picasso deberían servir fundamentalmente para reflexionar sobre la barbarie humana cuando se lo propone. Seguí con gran atención siendo un jovencísimo redactor de la agencia Europa Press los intentos fructuosos del primer gobierno democrático de Adolfo Suárez por traer la obra a España después de que el autor dijera expresamente que él mismo podría viajar a nuestro país una vez el régimen franquista pasara a mejor vida.

Entonces, quizá por juventud, quizá por falta de perspectiva histórica, no nos percatamos de la importancia de la vuelta a casa de una obra universal repleta de lecciones y advertencias.

El 'Guernica' significa, en esencia, que cualquier tragedia que pueda imaginar el ser humano puede convertirse en realidad de la mano precisamente del propio ser humano. Al mismo tiempo, que todo lo que no sea justicia y reparación acaba mal. Muy mal. Los perros de la guerra son un invento del hombre. Pero también el perdón y la reparación.

El espíritu exacerbado del nacionalsocialismo hitleriano dio el 'OK' al bombardeo de una pacífica y bella villa vasca en un día de mercado, en medio de una conflagración civil terrible. De alguna manera, el bando nacional de los generales sublevados perdieron ese día la guerra para la Historia. Lo que el 'Guernica' viene a recordar a los españoles es que no debemos volver a las andadas y dirimir nuestras diferencias –que las tenemos como cualquier otro pueblo y otra nación– de forma civilizada y democrática.

Andoni Ortúzar, presidente del PNV, hombre templado, me dijo el otro día en RNE que, de alguna manera, el Estado debería tener un gesto de honra con el 'Guernica' y todo lo que representa. No puedo estar más de acuerdo.

Los fastos para celebrar el cuadro más famoso de Pablo Picasso deberían servir fundamentalmente para reflexionar sobre la barbarie humana cuando se lo propone. Seguí con gran atención siendo un jovencísimo redactor de la agencia Europa Press los intentos fructuosos del primer gobierno democrático de Adolfo Suárez por traer la obra a España después de que el autor dijera expresamente que él mismo podría viajar a nuestro país una vez el régimen franquista pasara a mejor vida.

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