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Las brumas del 20-D comienzan a despejarse
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Las brumas del 20-D comienzan a despejarse

Ahora hay una convocatoria formal de las elecciones para un día concreto, y eso produce un cambio en la mirada del ciudadano que sabe que se espera de él una decisión a plazo fijo

Foto: Una persona muestra las papeletas de los partidos que concurrieron a las elecciones al Parlamento Catalán. (EFE)
Una persona muestra las papeletas de los partidos que concurrieron a las elecciones al Parlamento Catalán. (EFE)

Las encuestas electorales cuando no hay elecciones siempre tienen algo de artificial. Preguntar a la gente a qué partido votaría cuando no hay nada que votar es como si a usted le preguntan qué coche se compraría cuando no tiene ninguna intención de cambiar de vehículo: una cosa es la preferencia que exprese en ese momento y otra lo que haga cuando llegue el momento de decidir. Los sondeos sin elecciones sirven para detectar el clima social y conocer la dirección en la que sopla el viento de la opinión pública, pero poco más.

Un ejemplo: ahora se ha puesto de moda decir que Podemos se está desplomando. Pero lo cierto es que, a lo largo de 2015, cada vez que se han contado votos en las urnas Podemos se ha situado establemente en torno al 15%, que es justamente lo que le dan ahora las encuestas. Así que no se trata de que Podemos se hunda: lo que se hunde son las estimaciones poco cuidadosas que en su día inflaron ese globo.

Pero ahora hay una convocatoria formal de las elecciones para un día concreto, la votación está a la vista, y eso produce un cambio en la mirada del ciudadano que sabe que se espera de él una decisión a plazo fijo. La declaración de voto ya no consiste en imaginar lo que harías en un escenario que no está en tu realidad cuando te hacen la pregunta. Ahora sí, esa respuesta empieza a poder tomarse como el preanuncio de una decisión.

Ya tenemos la primera oleada de encuestas tras la convocatoria de las elecciones. La primera impresión es muy confusa, parece que todas son distintas entre sí y que aclaran poco sobre lo que está ocurriendo y casi nada sobre lo que puede ocurrir. Pero es una impresión equívoca: en realidad, el panorama de conjunto que ofrecen es bastante consistente y orientativo.

Los sondeos sin elecciones sirven para detectar el clima social y conocer la dirección en la que sopla el viento de la opinión pública, pero poco más

Prescindamos de las estimaciones de escaños, que es lo que crea casi toda la confusión. Distribuir 350 escaños en 50 provincias a partir de muestras nacionales de 1.000 entrevistas es una gentileza que algunos institutos de opinión hacen a sus clientes, pero no puede ser considerado seriamente.

Si atendemos a las estimaciones de voto, la foto fija que nos ofrece esta primera oleada es más precisa de lo que parece, dadas la circunstancias:

El PP está en algún lugar entre el 25% y el 28%, más cerca de lo primero que de lo segundo. Pierde entre 15 y 20 puntos respecto a 2011 (más de cuatro millones de votos, oiga) pero conserva la primera posición gracias a la fragmentación de los demás.

El PSOE ya no compite por la medalla de oro: en realidad, a día de hoy debería firmar con alivio cualquier resultado que le otorgue el segundo puesto y que no le haga bajar del 20% y de 100 escaños. Para Sánchez, repetir el resultado de Rubalcaba en 2011 es ya una quimera; superarlo, una fantasía.

Ciudadanos ya ha alcanzado la zona del 20% y parece que sigue subiendo. Es la única fuerza en expansión: mientras el PP, el PSOE y Podemos miran con aprensión sus respectivos suelos, de Ciudadanos desconocemos el techo.

Y Podemos, aparentemente asentado en su 15%, ya solo aspira a que la incipiente resurrección de IU no se confirme y que, por el contrario, haya un movimiento final de voto útil a la izquierda del PSOE que le permita arañar un par de puntitos más para salvar la cara.

Sabemos que: el PP puede irse olvidando de gobernar en solitario; Sánchez no será Presidente del Gobierno; Podemos está fuera de cualquier fórmula de gobierno

Esto en cuanto a los números. Pongamos ahora la atención en los posibles escenarios de gobierno, porque aquí sí se va aclarando el panorama a gran velocidad.

Con esta foto fija del instante (insisto en esta idea, porque en esta elección tan particular 40 días son una eternidad para que pase de todo), sabemos algunas cosas importantes:

Sabemos que el PP puede irse olvidando de gobernar en solitario. Esos 145-150 escaños que Rajoy ha prometido a los suyos parecen hoy muy lejos de su alcance. No obstante, intentará tensar la cuerda al máximo con lo de Cataluña para invertir la tendencia: esa es la bala que le queda y ya se ha puesto a la labor.

Sabemos que Pedro Sánchez no será presidente del Gobierno. Con estos datos, no hay combinación verosímil que lo ponga en condiciones de encabezar una mayoría parlamentaria: no suma ni con Podemos ni con Ciudadanos (sumaría con los dos, pero eso no es políticamente imaginable). La única posibilidad de que el PSOE forme parte de un Gobierno sería como socio subalterno de alguna coalición.

Sabemos que Podemos está fuera de cualquier fórmula de gobierno. Será un importante grupo de la oposición, pero su única vía hacia el Gobierno pasa por sumar con el PSOE: la alianza entre el que (de momento) va segundo y el que parece destinado al cuarto puesto. No salen las cuentas ni de lejos.

Y en la cara brillante de la Luna, sabemos que a Ciudadanos le pasa exactamente lo contrario: que es ya pieza indispensable en cualquiera de las coaliciones de gobierno que es realista imaginar. Cualquiera que sea su lugar en la meta (no descarten ninguno del tercero en adelante), Rivera es el único de los cuatro líderes nacionales que, si quiere, ya tiene asiento asegurado en el próximo Consejo de Ministros. Bien jugado.

Mientras en la pista se corre la campaña, en las cuadras del PP ha comenzado el 'casting' para buscar un candidato/a digerible para los futuros socios

Se siguen manejando múltiples hipótesis de coaliciones de gobierno, pero ya se hace principalmente para mantener la emoción. En realidad, si el escenario final del 20-D se parece en algo a lo que ha dibujado esta primera oleada de encuestas, solo quedan, por eliminación, dos gobiernos posibles:

El primero sería el que resultara de sumar los escaños del PP y los de Ciudadanos, si es que esta suma pasara de 170 escaños.

El segundo sería un hipotético Gobierno de gran coalición con el PP, el PSOE y Ciudadanos. Esta idea solo se abriría paso en condiciones muy especiales:

Que no exista ninguna otra combinación aritméticamente viable; un gobierno de duración tasada para gestionar una legislatura corta; ligado a un programa igualmente corto de tres puntos: reforma constitucional, Cataluña y recuperación económica.

Cumplido lo cual, se daría paso a unas nuevas elecciones. Esta es la 'solución patriótica' de la que nadie habla ni hablará antes del 20-D, pero que todos (empezando por los poderes económicos) tienen ya en la cabeza.

No se les escapa que todas estas soluciones tienen algo en común: ninguna de ellas es imaginable con Rajoy como presidente. Ni Rivera, como él mismo dice, ha llegado hasta aquí para sostener en el Gobierno al político más desgastado y más impopular de España, ni es posible imaginar a los socialistas votando la investidura de Mariano, por muchas vicepresidencias que ofrezca en un hipotético 'Gobierno patriótico'.

Así que, mientras en la pista se corre la campaña, en las cuadras del PP habrá comenzado el 'casting' para buscar un candidato/a que resulte digerible para los futuros socios. Eso si su averiado caballo llega primero y no tenemos una sorpresa.

Las encuestas electorales cuando no hay elecciones siempre tienen algo de artificial. Preguntar a la gente a qué partido votaría cuando no hay nada que votar es como si a usted le preguntan qué coche se compraría cuando no tiene ninguna intención de cambiar de vehículo: una cosa es la preferencia que exprese en ese momento y otra lo que haga cuando llegue el momento de decidir. Los sondeos sin elecciones sirven para detectar el clima social y conocer la dirección en la que sopla el viento de la opinión pública, pero poco más.

Ciudadanos Izquierda Unida