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Encuesta DYM: las cosas más claras y el chocolate más espeso
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Encuesta DYM: las cosas más claras y el chocolate más espeso

Es muy temprano para tratar estos datos como previsiones de resultados de unas elecciones que hasta hace 48 horas eran solo una hipótesis (ahora son casi una certeza)

Foto: Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en un debate electoral de noviembre. (EFE)
Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en un debate electoral de noviembre. (EFE)

La encuesta que hoy publica El Confidencial es la primera que sale a la luz tras el zafarrancho del jueves-viernes de esta semana que cerró el teatro de la pretendida negociación entre PSOE, Podemos y Ciudadanos y levantó el telón de las elecciones. Hay que advertir, no obstante, que las entrevistas de las que salen estos datos se realizaron entre el 30 de marzo y el 6 de abril, justamente en los días en los que se estaba cocinando la famosa reunión a tres. Mientras los entrevistadores de DYM preguntaban a los ciudadanos por su intención de voto en el caso de que se repitieran las elecciones, los partidos y los medios alimentaban -artificialmente, como se pudo comprobar- la expectativa de un acuerdo de gobierno que las evitara.

Es muy temprano, pues, para tratar los datos de esta encuesta como previsiones de resultados de unas elecciones que hasta hace 48 horas eran solo una hipótesis (ahora son ya casi una certeza). No obstante, esta investigación sí ofrece informaciones valiosas e interesantes sobre el clima reinante en la opinión pública y la posición de partida de unos y otros en este extraño interregno en el que estamos cerrando la legislatura que no llegó a nacer y abriendo de nuevo la carrera electoral que nadie deseaba disputar.

Por eso todo en esta encuesta transpira provisionalidad. Pongamos la atención en los datos referidos al voto: para empezar, solo poco más de la mitad de los entrevistados (51%) declaran intención de voto a un partido concreto. La otra mitad dicen que no saben lo que harán o no responden a la pregunta o anticipan su voluntad de abstenerse o de votar en blanco.

Primera conclusión, pues: hace una semana, el 65% de los españoles o no sabían con seguridad lo que harían en unas hipotéticas elecciones o no lo querían decir

Pero casi un tercio (24%) de los que mencionan un partido admiten que no lo tienen totalmente decidido. En términos estrictos, están diciendo que si las elecciones fueran mañana votarían al partido que han declarado en la encuesta, pero que no descartan la posibilidad de cambiar de opinión. Lo que reduce el espacio del voto resuelto y declarado al 35% de la población. Primera conclusión, pues: hace una semana, el 65% de los españoles o no sabían con seguridad lo que harían en unas hipotéticas elecciones o no lo querían decir. En mi opinión, la mayor parte de ellos ni siquiera se lo habían planteado seriamente. No son votos indecisos, son votos aún no pensados.

Eso sí, hay diferencias importantes en el nivel de firmeza del voto declarado a unos y a otros partidos. El 90% de los que dicen que votarían al PP aseguran que su decisión es ya definitiva, y solo el 10% deja un margen para la duda. En el otro extremo, solo el 68% de los votos declarados a Podemos es firme y el 32% reconoce que podría cambiar.

Vemos también hasta qué punto están abiertas las fronteras entre los partidos vecinos. Slo algunos ejemplos:

  • El 65% de los votantes del PP del 20-D estarían dispuestos a considerar la posibilidad de votar a Ciudadanos.
  • En cuanto a los votantes del PSOE, casi la mitad de ellos (48%) consideraría votar a C’s y el 55% no rechaza de plano el votar a IU. Sin embargo, ya solo 1 de cada 4 socialistas cree que podría llegar a votar a Podemos (parece que esa fuente se va secando) y solo 1 de cada 10 contemplaría la hipótesis de pasarse al PP.
  • Entre los que votaron a Podemos (y confluencias), nada menos que el 77% cree que podría dar su voto a IU; y el 42% admite que en determinadas circunstancias podría apoyar al PSOE.

Tengo la impresión de que ese estado de “fronteras abiertas” se ha fortalecido durante estos meses y puede dar alguna sorpresa el 26 de junio

Esto no significa, por supuesto, que todos esos votos vayan a cambiar de destino, pero muestra un sano nivel de permeabilidad electoral que nos aleja -ojalá que sea para siempre- de los añejos “votos cautivos”. La mayoría de los españoles tienen un partido de preferencia, pero no les repugna en absoluto la posibilidad de votar a otro si les parece más adecuado. Y tengo la impresión de que ese estado de “fronteras abiertas” se ha fortalecido durante estos meses y puede dar alguna sorpresa el 26 de junio.

DYM nos ofrece una estimación de voto que, aparentemente, es muy continuista respecto al resultado del 20-D. Solo aparentemente. Si esos datos se confirmaran en las urnas, el escenario parlamentario resultante sería muy distinto del actual. Pequeños cambios en los votos que provocarían cambios sustanciales en el equilibrio de fuerzas. Para empezar, una mínima subida del PP acompañada de un pequeño crecimiento de C’s los puede poner fácilmente por encima de 170 escaños (ahora tienen 163), lo que prácticamente garantizaría un gobierno de centro-derecha.

Y en la izquierda, el dato más notable es la tendencia al alza de Izquierda Unida. La estimación de DYM da un 21% al PSOE y un 20% a Podemos, lo que se parece mucho al resultado del 20-D. Pero IU se planta en el 6%. Así las cosas, la cuestión de la alianza Podemos-IU se convierte en el punto más crucial de estas elecciones. Si se diera esa alianza y esta estimación se confirmara en las urnas, estaría consumado el 'sorpasso' en votos y en escaños.

Más allá de las cuentas electorales la encuesta nos ofrece informaciones climáticas de indudable interés:

Se prefiere que haya un pacto de gobierno y no elecciones. Pero tampoco es algo abrumador: un nada despreciable 35% desea elecciones. Y me gustaría repetir esa misma pregunta después del numerito de desencuentros de esta última semana. No es nada extraño que quienes más deseen las elecciones sean los votantes del PP y los ciudadanos que se ubican ideológicamente en la derecha: puesto que los han desterrado de los acuerdos de gobierno, solo les queda reivindicarse en las urnas.

Por lo demás, la gente está hasta el gorro de este culebrón interminable de las negociaciones impostadas que a nada conducen. Casi el 90% dice que ha recibido mucha información al respecto. Y el 44% declaran estar hartos del asunto, a los que hay que sumar un 9% que directamente no quieren escuchar una palabra más sobre ello y un 28% a los que les trae sin cuidado.

El 133, el 143, el 161, el 199, el 253: no son modelos de coches ni una nueva modalidad del bingo, es el apasionante discurso de la nueva política

Eso sí, aún queda un 18% de yonquis incurables que afirman que “les encanta” oír más y más información sobre pactos, reuniones, bodas y divorcios, insultos seguidos de besos, fórmulas y combinaciones, investiduras fallidas y elecciones a tutiplén. El 133, el 143, el 161, el 199, el 253: no son modelos de coches ni una nueva modalidad del bingo, es el apasionante discurso de la nueva política.

Así que nuestros amados dirigentes deben saber que si se proponen seguir estas tres semanas con el mismo 'raca-raca', estarán haciendo las delicias del 18% de los españoles y dando un coñazo insoportable al 78% restante. Luego que no se asombren de lo que pase en las urnas.

En resumen: poco a poco las cosas se van aclarando mientras el chocolate se hace más y más espeso. Hasta que todo quede claro y el potingue sea intragable.

La encuesta que hoy publica El Confidencial es la primera que sale a la luz tras el zafarrancho del jueves-viernes de esta semana que cerró el teatro de la pretendida negociación entre PSOE, Podemos y Ciudadanos y levantó el telón de las elecciones. Hay que advertir, no obstante, que las entrevistas de las que salen estos datos se realizaron entre el 30 de marzo y el 6 de abril, justamente en los días en los que se estaba cocinando la famosa reunión a tres. Mientras los entrevistadores de DYM preguntaban a los ciudadanos por su intención de voto en el caso de que se repitieran las elecciones, los partidos y los medios alimentaban -artificialmente, como se pudo comprobar- la expectativa de un acuerdo de gobierno que las evitara.

Ciudadanos Izquierda Unida