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El timo del referéndum catalán en la maniobra de Sánchez
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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El timo del referéndum catalán en la maniobra de Sánchez

Se trata únicamente de suministrar a Sánchez una coartada para pasar el control de su partido y burlar a sus barones sin que suponga sacrificio político para ninguno de los que contribuirían a su elección

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, después de leer una declaración institucional en la sede socialista de Ferraz. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, después de leer una declaración institucional en la sede socialista de Ferraz. (EFE)

El guiso que en estas horas se está cocinando (con Compromís en funciones de celestinaje) para implicar al PSOE, a Podemos y a los nacionalistas de la Cámara en la investidura de Pedro Sánchez está lleno de artimañas, trapicheos y hachís político adulterado. No es de extrañar teniendo en cuenta que se trata de mezclar ingredientes antagónicos y hacer que el producto parezca comestible.

Quizá lo más indecoroso sean las condiciones en las que se está negociando la colaboración de los independentistas catalanes. En concreto, cómo salvar el escollo del referéndum de autodeterminación en Cataluña.

Las posiciones de partida sugieren un callejón sin salida:

El PSOE no puede -porque se lo ha prohibido a sí mismo- establecer un acuerdo que consienta la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña.

Podemos es cautivo de su alianza con el partido de Colau, que ha hecho bandera del derecho a decidir.

Y los partidos independentistas, ERC y el anteriormente conocido como Convergència y que actualmente carece de nombre, no pueden permitirse renunciar a la exigencia de ese referéndum en su galope hacia la secesión.

¿Cómo se soluciona el sudoku? Por la vía del olvido momentáneo. Un ataque de amnesia colectiva durante unas horas –las necesarias para votar la investidura– durante las cuales la palabra referéndum y la propia existencia del problema catalán se borrarían de la memoria, para reaparecer al día siguiente.

Les recuerdo que lo que se está gestando no es un acuerdo de gobierno ni de legislatura, por lo que no se requiere un contenido programático específico. La coyunda empieza y acaba en el acto de la votación de investidura, sin que ello suponga compromisos ulteriores para nadie. Nos encontramos en el AVE, echamos un polvo y si te he visto no me acuerdo.

Lo que se está gestando no es un acuerdo de gobierno ni de legislatura, por lo que no se requiere un contenido programático específico

Se trata de que, en lo que se refiere a Cataluña, nadie se comprometa a nada y, por tanto, nadie tenga que renunciar a nada.

Si Iglesias y Colau les dicen a sus bases que han conseguido que los socialistas transijan con el derecho a decidir, mentirán.

Si los independentistas sostienen que con ese acuerdo han hecho avanzar el 'procés', mentirán.

Y si Sánchez le cuenta a su Comité Federal que ha logrado la renuncia de estos al referéndum, mentirá también.

Lo que previsiblemente harán será presentar un acuerdo lo más escueto posible –no creo que pase de dos páginas–, justificando el voto favorable a Sánchez únicamente en dos objetivos: echar al PP del Gobierno y evitar la repetición de las elecciones. Nada sobre Cataluña, nada sobre el referéndum ni sobre la unidad de España.

El día después, todo el mundo recuperaría la memoria y la libertad y cada uno regresaría a su posición original: los independentistas, a impulsar la secesión; los 'podemistas', a su derecho a decidir. Y los socialistas, ya instalados en La Moncloa, a su vaporoso federalismo (más o menos asimétrico según en qué lugar de España se formule).

Esto es lo que se está incubando. ¿Cómo se come ese potaje a la hora de gobernar? Créanme, que uno ha pasado muchos años en esas cocinas: eso en este momento les importa un pito, y a quien menos le importa es al candidato. Nada por aquí, nada por allá, yo me siento en La Moncloa y después ya se verá.

La verdad es que si el PSOE lograra de verdad un acuerdo político que implicara la renuncia de los independentistas catalanes al referéndum secesionista y su regreso a la legalidad constitucional, sería la mayor conquista política desde el final del terrorismo de ETA.

No es abrir una vía de solución, es un ardid para sortear el problema durante unas horas y ganar una votación sin que ello afecte al conflicto de fondo

Por desgracia, la cosa no va de eso. Se trata únicamente de suministrar a Sánchez una coartada para pasar el control fronterizo de su propio partido y burlar por enésima vez a sus barones sin que ello suponga sacrificio político para ninguno de los que contribuirían a su elección.

No es abrir una vía de solución, es un ardid para sortear el problema durante unas horas y ganar una votación sin que ello afecte al conflicto de fondo, que seguirá exactamente en el mismo punto en el que está.

¿Son capaces de hacer algo tan descarado? Hay al menos dos precedentes recientes:

Tras la nominación de Pedro Sánchez como candidato, el PSOE presentó un documento como base para la negociación. En sus 53 páginas de texto no aparecía la palabra “Cataluña”. Se trataba entonces de no incomodar a ninguna confluencia ni poner en peligro alguna posible abstención estratégica.

Se trataba entonces de no incomodar a ninguna confluencia ni poner en peligro alguna posible abstención estratégica

En su discurso de investidura, toda la propuesta de Sánchez para Cataluña consistió en: activar las comisiones bilaterales, financiar la Ley de Dependencia, aumentar el presupuesto para políticas activas de empleo, derogar la Reforma Local, paralizar la LOMCE y recuperar los fondos para el desarrollo rural. Ahí empezó y terminó su plan para abordar el mayor conflicto institucional de la democracia. Lo dicho, ataques de olvido transitorio en los momentos justos.

En resumen: el apoyo de los nacionalistas catalanes a la investidura de Sánchez, en el caso de producirse, no llegará mediante un acuerdo político, sino mediante una ocultación. De lo que no se habla, no existe.

Que Convergència -o como se llame- se preste a eso, es comprensible. Están desesperados y solo ver una urna les da escalofríos.

Lo de Esquerra se entiende menos; de hecho, es la parte que está más cruda de la operación. Esa y la del PNV, a quien todo el mundo da por embarcado sin prestar atención a lo que dice Urkullu: no nos basta cualquier gobierno en Madrid, necesitamos uno que sea sólido y estable, y eso Sánchez no lo puede garantizar.

Consta que Iglesias y Colau sí han dado su visto bueno a la operación. Creo recordar que esta gente llegó a la política para luchar por la transparencia y combatir esta clase de maniobras en la oscuridad; hay que ver lo rápido que han adquirido los vicios de la casta.

En cuanto a Sánchez… como hemos visto por los precedentes, la jugada es Sánchez en estado puro. ¿Por qué será que el secretario general del PSOE cada vez se me asemeja más a una especie de pequeño Nicolás de la política española?

Si finalmente hay guiso y su partido se lo come, que tengan suerte con la digestión. Al fin y al cabo, en pleno siglo XXI aún sigue funcionando el timo de la estampita.

El guiso que en estas horas se está cocinando (con Compromís en funciones de celestinaje) para implicar al PSOE, a Podemos y a los nacionalistas de la Cámara en la investidura de Pedro Sánchez está lleno de artimañas, trapicheos y hachís político adulterado. No es de extrañar teniendo en cuenta que se trata de mezclar ingredientes antagónicos y hacer que el producto parezca comestible.

Pedro Sánchez