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La verdad es que estos tipos están locos
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Carlos Doblado

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La verdad es que estos tipos están locos

Un mercado no extremado en términos de retorno inversor, en el que los bajistas han tenido dos buenas oportunidades para romper a la baja soportes críticos, no está listo para caer

Foto: Bolsa de valores de Nueva York. (EFE)
Bolsa de valores de Nueva York. (EFE)

No estoy de acuerdo con la visión bajista de mi estimado amigo, y oso recalcitrante, Javier Molina, en relación a lo que nos espera más pronto que tarde. De hecho me he jugado una cena con él. La apuesta es simple: si Wall Street salta claramente por encima de los altos históricos en su versión total return, paga el oso de la familia. Y viceversa, si se rompe la zona de soportes, me afeitarán la cartera además de los cuernos.

El artículo que Javier escribía esta semana en esta casa me gustó especialmente, y de hecho es una oda a lo que pensamos los analistas técnicos. Pero no estoy de acuerdo con él en que el triunfo final venga de saber estar en liquidez, pues pocos o muy pocos sistemas de market timing baten al buy and hold en el largo plazo. Esa es una realidad empíricamente demostrable. El triunfo sí puede venir de no dejarse la salud en el camino tal y como exige maximizar la rentabilidad a largo plazo, de que balancees entre riesgo y beneficio para soportar los vaivenes con tranquilidad y no abandones siempre el barco durante una racha de pérdidas o por el mal comportamiento relativo de algunos meses o un par de años que pueda tener alguien que te merece respeto y confianza. Lo llamo hacer el acordeón, y a veces lo que sale no es precisamente la alegría de la huerta.

Yo, que ni juego a las tragaperras ni me monto en las montañas rusas porque no me gusta desafiar a las leyes de la probabilidad cuando eso puede costarme caro, disiento de Javier en la idea de que la visión cortoplacista de los inversores -que es creciente porque lo demuestra un estudio serio de la volatilidad aunque contravenga lo que la academia afirma que debe suceder en un mercado eficiente-, sea debida a una actitud perversa de la industria. En realidad pienso que es la consecuencia lógica de la capacidad tecnológica que tenemos, pues esta nos permite dar rienda suelta a nuestra ambición y a nuestro miedo como nunca antes.

Si bien es cierto que el hombre posee un raciocinio brillante y capaz de realizar maravillas emocionantes, no lo es menos que su primera respuesta no es esa

Es un grave error de partida, que imagino que arrastramos desde la Ilustración, considerar al ser humano como un animal racional. Si bien es cierto que el hombre posee un raciocinio brillante y capaz de realizar maravillas emocionantes, no lo es menos que su primera respuesta no es esa. Y la segunda tampoco, pues la segunda acción típicamente humana pasa por justificar racionalmente su actitud irracional. ¡Sólo hay que pasarse unos minutos viendo la televisión para darse cuenta de qué es lo que mueve al mundo! Y qué bien se lo saben los publicistas... Luego a la hora de la verdad, los clientes no soportan lo que pide de vez en cuando el Dragon Khan por muy convencidos que pudieran estar de poder resistirlo a priori. Y llegan los reembolsos. Una cosa es pensarlo y otra cosa sentirlo dentro, sobre todo en estos tiempos en los que estamos absolutamente bombardeados por información sobre lo que debiéramos hacer para no vernos los primos de la fiesta. Pero, ay amigo, esta es una fiesta contraintuitiva más allá del corto plazo.

Javier y yo nos dejamos mensajes subliminales y no tan subliminales en nuestras tribunas, desde hace meses, y luego nos pasamos la semana con la coña de quien va metiendo más monedas en el cerdito para pagar el ágape. Y como él diría..., majete, no vivimos doscientos años. Pero eso no significa que las ideas de Jeremy Siegel no nos ofrezcan nada a nosotros, pobres mortales. Sus ideas sí pueden ser un marco de referencia. Y ese marco de referencia juega en favor de los alcistas por algo menos evidente que el fruto de esos doscientos años en los que el mercado norteamericano ha proporcionado un 6/7 por ciento anual a largo plazo pese a que se han producido por el camino dos guerras mundiales, una guerra civil, todo tipo de eventos inesperados y varias recesiones.

Como puede verse en el gráfico que suelo mostrar, el mercado de equity cayó muy debajo de su regresión a la media en 2009. Y siempre que así ha sucedido, los mercados bajistas han venido precedidos de un movimiento que nos ha llevado, previamente, mucho más allá de la misma. Como ya he dicho en alguna ocasión, 1987 ni se ve; entre otras cosas porque aquello no fue un mercado bajista sino un ajuste vertical dentro de un auténtico mercado alcista que no haría techo hasta 2000. Como tampoco lo fue 2011 si nos alejamos de la definición clásica que, arbitrariamente, lo define como tal en función del porcentaje de retroceso del mercado. Hacer market timing no es tan sencillo, hay que salir y luego volver a entrar. Javier nos dirá que hay que intentar evitar ciertas cosas, y yo no puedo pensar de otro modo. Sin embargo, conviene que no te pase como al mítico Alan Greespan, que en 1995 ya hablaba de exuberancia irracional. El mercado siguió escalando y jamás ha vuelto a aquel punto pese a que se han vivido dos de los más brutales mercados bajistas de la historia moderna: el derivado del pinchazo de la burbuja 'puntocom', y el fruto del reventón de la burbuja inmobiliaria. Insisto, nunca hemos vuelto allí. Por eso pienso que si no usamos cosas que nos permitan relacionar el retorno obtenido por el riesgo asumido, no estamos siendo muy justos.

Yo no discuto los muchos y buenos argumentos que se plantean en previsión del infierno que nos espera más pronto que tarde. Sinceramente, desconozco si esto será así. No me caso con las teorías de los analistas técnicos que, basándose en la onda de Elliott, en el breath o en la conjunción de los planetas, se atreven a pronosticar sobre la dimensión que deben tener los movimientos que están por venir. Lo hice en el pasado, cuando era aún más ignorante que ahora, pero veinte años de experiencias dan para aceptar algunos límites. Se hace camino al andar, en mi opinión.

Es conocido que me la he jugado, tanto en el pasado agosto como actualmente, afirmando que no vamos a ver un mercado bajista en Wall Street. En el segundo caso con mucha más fe por algo mucho más sencillo que la pauta de las tres sesiones o la de las cinco semanas, más simple que el patrón de tipo doble suelo del S&P500 o el del west texas, más tonto que la regla de la alternancia que ampara mi escenario más favorecido por teoría de onda. En el fondo es todo mucho más sencillo. En mi opinión, un mercado no extremado en términos de retorno inversor, en el que los bajistas han tenido dos oportunidades tan buenas como las vistas para romper a la baja soportes críticos, es un mercado que no está listo para caer. Puede tener muy buenos motivos, pero a día de hoy no quiere.

Lo que no sale por abajo suele salir por arriba; sobre todo si lo ampara una tendencia alcista de orden superior. Y ésta no sólo no se ha roto en Wall Street, sino que no ha sido comprometida seriamente más allá del corto plazo en los dos años de lateralidad que mantenemos si me olvido de la fuerte divergencia Dow que hemos vivido, o de la situación tan complicada que han venido atravesando los emergentes -que curiosamente (o no) este año lideran a los compradores- y hoy parece atravesar las bolsas europeas. Pero si nos fijamos en el gráfico veremos que en realidad no es para tanto, que el EuroStoxx50 total return está en la zona en que empezó 2015 y el S&P500 un poco por encima de la misma. Ha sido y es difícil de gestionar, pero el movimiento comprador vivido en buena parte de Europa durante el primer trimestre del pasado ejercicio podría considerarse una protuberancia del camino; como lo fuera el desplome del verano del 2011 por el lado bajista.

Si Wall Street rompe al alza, los argumentos de mi estimado Javier seguirán siendo igual de buenos un quince por ciento más arriba. Me juego un euro, para más comidas no me da, a que racionalmente los argumentos de los que se enfrentan a la tendencia no podrán ser otros. Como no han podido ser otros desde hace mucho, mucho, mucho tiempo. De exuberancias, está llena la historia mundo... Y aunque es bien cierto que cuanto más subes más dura es la caída, no debemos olvidar ni que lo que Soros denomina el papel manipulativo del mercado -la adaptación de los fundamentales a la psicología de éste,- ni lo que enseñaba Keynes: algo puede permanecer mucho más tiempo irracional de lo que se mantienen la solvencia de nuestra cartera o de nuestros argumentos. El mercado es un lugar realmente complejo y subjetivo, y moverse mucho puede resultar muy caro. Lo de ayer fue muy feo en Europa, y sin embargo Wall Street marcó otro máximo y cerró una semana de escándalo. Como diría Astérix, estos tipos -y no me refiero a los de interés- están locos.

No estoy de acuerdo con la visión bajista de mi estimado amigo, y oso recalcitrante, Javier Molina, en relación a lo que nos espera más pronto que tarde. De hecho me he jugado una cena con él. La apuesta es simple: si Wall Street salta claramente por encima de los altos históricos en su versión total return, paga el oso de la familia. Y viceversa, si se rompe la zona de soportes, me afeitarán la cartera además de los cuernos.

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