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España pierde la oportunidad de ser capital “Fintech” de Europa
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Víctor Alvargonzález

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España pierde la oportunidad de ser capital “Fintech” de Europa

La pérdida del pasaporte comunitario por parte de Londres abre una enorme ventana de oportunidad para otras capitales europeas

Foto: El fenómeno 'fintech'
El fenómeno 'fintech'

Gracias a mi trabajo he tenido la oportunidad de tratar con gente que ha hecho dinero. En algunos casos mucho dinero. Siempre he tenido la curiosidad de ver que tenían en común. Al final he llegado a un doble denominador: todos supieron ver una oportunidad y todos tuvieron la valentía de aprovecharla.

La pérdida del pasaporte comunitario por parte de Londres abre una enorme ventana de oportunidad para otras capitales europeas. Un ejemplo muy claro lo tenemos en el sector financiero y, más concretamente, en el sector donde se está gestando el futuro del sector financiero, el conocido como sector “Fintech”.

Es el subsector que lidera el proceso de digitalización de la banca y los servicios financieros. Para que se hagan una idea de la importancia que tiene la revolución digital piensen en el auge de Amazon - y la caída en paralelo de los grandes distribuidores “físicos” -, el efecto Uber en el transporte de pasajeros o como Apple y Spotify se han hecho con el negocio de la música desbancando a las grandes casas de discos.

Dear startups: keep calm and move to Berlín

Es en ocasiones como esta cuando, como ocurre en el mundo de los negocios, se ve de que madera están hechos los políticos, cuáles saben detectar las oportunidades y tienen valentía para aprovecharlas y cuáles son simples espectadores. El ejemplo más claro ha sido el de Berlín, ciudad que, el día del “Brexit”, contrató varios camiones para recorrer las calles de Londres con un anuncio que decía “Dear startups: keep calm and move to Berlín” (“Queridas empresas innovadoras, mantened la calma y mudaos a Berlín”)

Obviamente esta publicidad irá acompañada de ventajas fiscales, reducción de trabas burocráticas y apoyo operativo, para que el sector financiero de la era digital se desarrolle, entre otros, en esa ciudad. Hasta los chinos están sentando las bases para tener su Silicon Valley particular, en el que, por cierto, el sector Fintech lleva acumulada una inversión de diez mil millones de dólares sólo en los siete primeros meses de 2016. Muchas empresas “Fintech” son puro humo, como lo fueron muchas “punto.com”, pero otras serán tan importantes para el futuro del sector financiero como lo han sido Amazon, Uber o Spotify en sus respectivos sectores.

Mientras tanto, nuestros políticos a lo suyo. Unos a ver como impiden que haya gobierno y otros pensando en cómo mantenerse en el poder. Y sí bien es cierto que lo que tenemos es un gobierno “en funciones”, la realidad es que los ministros “en funciones” siguen cobrando, así que digo yo que deberían estar trabajando y haciendo algo para aprovechar una oportunidad histórica como esta.

¿Y las comunidades? Tienen autonomía más que suficiente para allanar y facilitar el camino a las empresas. Bien que se lo “allanan” a las de los amigos, “compañeros” y “paganinis” cuando les interesa ¿O será que son tan buenos que, por solidaridad con los compañeros “de Madrid”, también están gobernando “en funciones”?

En los años sesenta políticos mucho menos “modernos” que los de ahora vieron el potencial turístico español y a día de hoy seguimos viviendo de esa visión. Políticos tan poco “fashion” como Fraga o López Rodó tenían más visión y ganas de hacer cosas que estos, aunque no tuvieran ni idea de imagen y Fraga se fotografiara con unos bañadores espantosos.

No hablo de crear empresas públicas, ni de mangonear en las privadas: se trata simplemente de generar las condiciones que hagan atractivo montar una empresa aquí en lugar de en Berlín o Dublín. España cuenta con muchas ventajas (les sugiero lean mi post “Valencia, paradigma de la solución y el problema de España”) Solo habría que eliminar trabas burocráticas y administrativas, subvencionar la instalación de estas empresas – en lugar de pagar observatorios sobre el flamenco o mantener el Senado – y, sobre todo, no molestar, que es lo que suele hacer la Administración cuando alguien quiere hacer algo.

Seamos honestos: todos tenemos cierta culpa, porque nuestros políticos se van siempre de rositas. Primero, porque tanto los que gobiernan “en funciones” – es decir, de vacaciones- como los que impiden que se gobierne siguen siendo los más votados. Segundo, porque no veo que se llenen las redes sociales y las tertulias de gente quejándose porque se pierdan oportunidades de este calado, pero bien que se moviliza la gente para protestar cuando “sale de la casa” uno de “Gran Hermano”

Si España fuera una empresa, los accionistas – que en este caso somos los ciudadanos - habrían puesto ya en la calle a unos ejecutivos – centrales y autonómicos - que no es que hayan perdido el contrato del siglo, no: es que ni se han enterado de que existe. Nuestros políticos han pasado olímpicamente no ya del sector “Fintech”, sino de cualquier negocio que vaya a perder Inglaterra como consecuencia del Brexit. Aquí, todos tan contentos porque, gracias a la “primavera árabe”, nuestros hoteles se llenan de turistas asustados y rompemos records de visitantes. Un error, porque nada es eterno y seguro que en Croacia, por ejemplo, se han dado cuenta de que la primavera árabe está siendo el Agosto español. Algún día se pondrán las pilas para quitarnos negocio.

Parafraseando al gran Unamuno, que en un mal día dijo aquello de “¡Que inventen otros!", digamos todos, bien alto, con nuestros políticos a la cabeza: “¡Váyanse a Berlín, que aquí vamos sobraos!”, murmurando a continuación con cierta chulería: “será por empresas...” Y luego, todos bien mansos y en fila india a seguir votando, que es lo nuestro.

Gracias a mi trabajo he tenido la oportunidad de tratar con gente que ha hecho dinero. En algunos casos mucho dinero. Siempre he tenido la curiosidad de ver que tenían en común. Al final he llegado a un doble denominador: todos supieron ver una oportunidad y todos tuvieron la valentía de aprovecharla.

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