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Fusiones turbulentas

El sector de la automoción lleva unos cuantos años muy loco, pero en los últimos meses esta situación se ha agravado. Sólo hay que ver las

El sector de la automoción lleva unos cuantos años muy loco, pero en los últimos meses esta situación se ha agravado. Sólo hay que ver las noticias que llegan de Estados Unidos, donde tan solo Ford parece mantener el tipo en estos días de crisis. La marca del óvalo es la única que por el momento no ha pedido ayudas al Gobierno de Obama. Además, en las últimas semanas ha reducido de forma notable sus deudas, lo que parece situarla en el buen camino.

Pero la situación de General Motors y de Chrysler es muy diferente. Ambas siguen adelante con sus planes de futuro, aunque sin duda es un futuro bastante incierto.  Parece ser que el propio Gobierno americano ha sido el que ha obligado a Chrysler a aceptar un principio de acuerdo con la italiana Fiat para salir adelante de la situación de crisis.

Pero esto, de verdad, resulta curioso. Hace solo unos años, General Motors acudió en ayuda de Fiat cuando la empresa italiana atravesaba una situación comprometida. Se firmaron unos acuerdos previos, fruto de los cuales algunas marcas del grupo General Motors pudieron utilizar tecnología Fiat, y básicamente sus motores JTD.

Tal era el caso de Opel, de Chevrolet o de Saab, por destacar sólo las más conocidas. Luego, los responsables de General Motors se dieron cuenta de que el acuerdo no era bueno y decidieron romperlo, por lo que tuvieron que pagar un montón de dinero a Fiat. Y hablo de miles de millones. Eso permitió a Fiat superar la situación apurada y ahora estar en una buena posición para hacerse con una parte de Chrysler.

Ahora a Rick Wagoner, hasta ahora presidente de General Motors, le han obligado a dimitir, y lo ha hecho. Pero lo más curioso es que nadie de la corporación americana había sido considerado como el responsable de un error que supuso un montón de dinero y quizá una parte del grave problema actual. Y también muchos despidos.

Ford, Chrysler y General Motors han estado siempre en el punto de mira del sector del automóvil, al menos en los últimos 20 años. En este tiempo no se han tomado decisiones consecuentes con el mercado y los fabricantes americanos se han dedicado a seguir haciendo sus coches grandes, poco eficientes y menos seguros, mientras que europeos, japoneses y coreanos iban comiéndoles poco a poco el terreno en el mercado de Estados Unidos.

Juzgar a toro pasado las decisiones resulta injusto, pero General Motors ha ido comprando marcas como Opel hace muchos años, como Saab, como Daewoo o como la propia Subaru y en estos momentos se está deshaciendo de ellas.

Ford hace unos años compró Jaguar, Land Rover y Volvo, pero ahora las dos primeras ya están en manos de Tata, mientras que la tercera se habla con frecuencia de que Ford busca un comprador para ella. Y ya se ponen nombres indios o chinos como posibles compradores.  

Y en Chrysler las cosas tampoco son mucho mejores. Fueron comprados por el consorcio alemán Daimler en los años noventa que durante años ha estado tratando de sacar adelante la marca americana hasta que hace un par de años se desprendieron finalmente de Chrysler  dejándola en manos de Cerberus, una compañía de inversiones. Curiosamente, el que fuera presidente de Chrysler, Dieter Zetsche, es el que ahora preside el consorcio alemán Daimler.  Ahora las últimas noticias hablan de que Fiat podría no aceptar un acuerdo con Chrysler y detrás estaría Daimler y sus avales de créditos anteriores.

Pero aunque no es una compañía americana, en lo que a compras y ventas de empresas del motor se refiere, la palma se la lleva la operación de BMW a principios de los años noventa cuando adquirió el grupo británico Rover.

Tras un par de años de inyectar dinero a espuertas en la casa Rover y en su fábrica de Longbridge, se la vendió  a un grupo de inversión que posteriormente se la vendió a una compañía china, SAIC. En una segunda operación le vendió a Ford la marca Land Rover fabricante de todoterrenos, mientras que se quedó con Mini, la tercera marca del entonces grupo Rover. Con esta última ha hecho un gran negocio en los últimos años. Al frente de BMW en esa época estaba Pitschesrieder, que unos meses más tarde cambió de sede para irse a dirigir el grupo Volkswagen.

 Las compras, ventas e intercambios accionariales entre las compañías del sector del automóvil parecen como una partida de “monopoly”, pero lo malo es que lo que está en juego no son billetes de papel sino un montón de puestos de trabajo  y unas ayudas millonarias por parte de los gobiernos.

Pero siempre quedan empresas bien gestionadas, con las ideas claras, como la alemana Porsche, que en los últimos quince años se ha convertido por méritos propios en la empresa más rentable del sector de automoción. Y la principal accionista del grupo Volkswagen, el que pronto será el primer fabricante mundial de automóviles, por delante de Toyota y de General Motors. Un ejemplo de que el pez chico se come al grande…

El sector de la automoción lleva unos cuantos años muy loco, pero en los últimos meses esta situación se ha agravado. Sólo hay que ver las noticias que llegan de Estados Unidos, donde tan solo Ford parece mantener el tipo en estos días de crisis. La marca del óvalo es la única que por el momento no ha pedido ayudas al Gobierno de Obama. Además, en las últimas semanas ha reducido de forma notable sus deudas, lo que parece situarla en el buen camino.