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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

La velocidad es un problema

La velocidad en el automóvil es un grave problema en la sociedad española que se agrava cada día y al que hay que buscar una solución.

La velocidad en el automóvil es un grave problema en la sociedad española que se agrava cada día y al que hay que buscar una solución. La Dirección General de Tráfico habla siempre de la velocidad como una causa recurrente en los accidentes y algo de razón tiene. Un coche que está parado nunca tendrá un accidente de tráfico. Es el movimiento del coche, y por ello su velocidad, el causante de un accidente.

Cuando un coche atropella a un peatón, sin duda es la velocidad la culpable, porque si el coche hubiera circulado más despacio no habría llegado a atropellarle. Cuando un coche aborda una curva y se sale, sin duda es porque no iba a la velocidad adecuada para la curva, o para el estado del asfalto o para el nivel de atención del conductor en ese momento. Y si hablamos de un choque por alcance con el coche de delante está claro que es una velocidad inadecuada.

Un conductor que se sienta al volante de un coche debe ir pendiente de muchas cosas para intentar hacerlo bien, para no poner en peligro la vida de los demás y llegar a su destino. Poco a poco la DGT ha conseguido que el conductor no se aplique en la conducción sino que lo único que hace es estar pendiente de las señales y, sobre todo, de los radares.

Cuando en Alemania, o Francia, o Inglaterra hay una zona peligrosa se ponen muchas señales de tráfico advirtiendo del peligro para que los conductores aminoren la velocidad, pero en España es una política muy diferente: se pone una sola señal, lo más pequeña posible, y a continuación un radar.

Y el mejor ejemplo es la bajada del Puerto de Somosierra en la N-1. Es uno de los radares más beneficiosos de España. Se ha hablado muchas veces de este “súper-radar” pero la DGT siempre dice que es una bajada peligrosa. Y la pregunta es, si es una bajada peligrosa por qué no se ha solucionado con otro trazado o por qué no se ponen muchas señales de peligro para avisar del riesgo.

El hecho de llenar las carreteras con límites puntuales de velocidad hace que el conductor llegue un momento que no sabe a qué velocidad hay que circular en cada momento, y eso es muy grave. Al final, el conductor pasa de todo, va a 110 km/h en el caso de una autovía y trata de ver algún coche raro para frenar y evitar la multa. La sensación que tenemos todos los conductores es que no se cumplen los límites legales, pero porque no se pueden cumplir.

En el tramo norte de la M-40 madrileña, una carretera de cuatro o cinco carriles y con vallas exteriores, el límite es de 100 km/h, pero hasta los camiones circulan a 110 km/h. Lo normal es circular entre 110 y 120 km/h todos los vehículos, salvo los que abiertamente pasan del límite y lo hacen a 140 km/h o incluso más, incluidos los coches oficiales de la Guardia Civil de Tráfico.

Al llegar al túnel del Pardo, hay una señal de 80 km/h, pero es materialmente imposible pasar a esa velocidad porque el camión que llevemos detrás, o el coche o la moto, se nos echará encima y crearemos una situación de peligro. La pregunta es ¿por qué hay que ir a 80 km/h en un túnel como éste, de cuatro carriles y perfectamente iluminado?

Hay más preguntas, como por ejemplo, por qué el límite de 80 km/h y el radar del puerto de Somosierra si  un camión con 20 toneladas puede bajar sin ningún problema a 120 km/h por allí. O por qué en una curva, y en más de 20, de la autovía de Madrid a Sevilla hay un límite de 100 cuando esa curva se puede tomar sin ningún problema a 150 km/h con cualquier coche.

Por supuesto, tiene que haber límites de velocidad porque si no, tal y como somos los españoles, la carretera sería un caos absoluto, y además hay que hacer que se cumplan.  Pero no tienen que poner una señal con un límite diferente en cada curva de una carretera. Eso no vale más que para despistar al conductor.

Me gustaría plantear un reto a quien quiera, un médico, un abogado, un juez, la directora general de Tráfico, un ministro, o un fontanero o un futbolista, o un periodista, o incluso el presidente del Gobierno, a que se sometieran a una prueba de límites de velocidad. Se trataría de montar un sistema de GPS en su coche grabando todos los datos y comprobar en un recorrido de mil kilómetros, por ejemplo, cuántas veces ha superado un límite de velocidad. Habría muchas sorpresas.

Por supuesto, se trataría de instalarlo sin que su conductor lo supiera. Y un recorrido que tenga carretera, y ciudad y autopista. Por ejemplo, un viaje de Madrid a Barcelona con estancia de varios días en la capital catalana utilizando el coche. 

Es materialmente imposible cumplir todos y cada uno de los límites puestos en las carreteras españolas, pero no haciéndolo a posta. No me refiero a decir esta autovía de 120 km/h, yo voy a ir a 150km/h para llegar antes. No. Me refiero a una vía de servicio de tres carriles de 60 km/h, cuando otra vía de servicio idéntica en otra carretera tiene un límite de 100 km/h. Si no se ve la señal, única y pequeña por cierto, ya tendremos un exceso. O en la antigua carretera de Burgos, en la que antes se circulaba a 120 km/h y ahora, por estar gestionada por el ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes, es una zona urbana de 50 km/h, pero con los mismos tres carriles.

Lo que hace diferentes a los conductores alemanes, por ejemplo, de los españoles, es que allí hay muy pocas limitaciones específicas, pero ojo cuando hay una es por algo de verdad importante y por eso las cumplen a rajatabla. Y en España ver una señal con un límite de velocidad no hace que nadie frene para cumplirla, pero porque hay cincuenta señales similares de limitación en los próximos kilómetros y nadie se las cree.

La DGT ha conseguido que los conductores no hagan ni caso de las señales y que estos tengan la sensación de que siempre van incumpliendo los límites de velocidad. Y ese es el problema, que no se pueden poner 30 señales diferentes limitando la velocidad en cada curva de una carretera. Sobre todo porque esos límites ¿para quién están calculados, para un coche bueno, o para uno malo, o para un camión, o para un conductor experto?

Si hay una zona peligrosa se advierte al conductor con muchas señales de que llega una bajada peligrosa, pero que cada conductor haga en función de su conducción, de su coche y siempre respetando a los demás. Hay que buscar una solución, pero va a resultar muy difícil encontrarla.

Pero reducir aún más la velocidad, como prevé el Gobierno en los próximos meses, poner más radares y aumentar la recaudación no creo que sea la mejor solución para el problema de la velocidad. Es un problema muy grave y hay que tomar buenas decisiones.    

La velocidad en el automóvil es un grave problema en la sociedad española que se agrava cada día y al que hay que buscar una solución. La Dirección General de Tráfico habla siempre de la velocidad como una causa recurrente en los accidentes y algo de razón tiene. Un coche que está parado nunca tendrá un accidente de tráfico. Es el movimiento del coche, y por ello su velocidad, el causante de un accidente.