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¿Cómo solucionar la siniestralidad del tráfico?
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Carlos Cancela

¿Cómo solucionar la siniestralidad del tráfico?

No hay una solución fácil a un grave problema como es la siniestralidad en las carreteras y en las calles de nuestras ciudades. El tráfico de

No hay una solución fácil a un grave problema como es la siniestralidad en las carreteras y en las calles de nuestras ciudades. El tráfico de vehículos a motor tiene sus ventajas, innegables, pero también sus inconvenientes, como la contaminación y por supuesto las víctimas que genera. Según los datos de 2012, el 60% de los accidentes con víctimas que se produjeron en España ocurrieron en vías urbanas. Y en ellos fallecieron 461 personas.

Cada año hay menos víctimas entre los pasajeros de un coche, y sin embargo aumentan los muertos y heridos entre los motoristas y los peatones. Y por supuesto hay que tomar cartas en el asunto. La DGT ha organizado la pasada semana unas jornadas sobre “políticas europeas de movilidad urbana: hacia una ciudad inteligente”. Casi un centenar de empresas relacionadas con el sector y más de 30 ayuntamientos han tomado parte en ellas para tratar de buscar soluciones a este grave problema de la sociedad actual.

El objetivo de estas jornadas es el de dar a conocer las medidas de apoyo financiero que la Unión Europea otorga conjuntamente a ayuntamientos y empresas españolas que implementen proyectos dirigidos a transformar áreas urbanas menos desarrolladas o menos innovadoras en ciudades sostenibles, seguras e inteligentes.

La movilidad, ya sea urbana o interurbana, es un grave problema y también una necesidad prioritaria para la sociedad que no se puede abordar de una forma improvisada. Conductores, peatones, ciclistas, agentes de policía, responsables de transporte deben sentarse juntos en una mesa y llegar a acuerdos que permitan encontrar soluciones a largo plazo y para todos.

El centro de las grandes ciudades no puede ser un lugar al que cada día entren miles y miles de coches contaminando, creando peligro en las calles y demás. Los conductores tampoco pueden estar circulando durante mucho tiempo antes de encontrar un hueco donde dejar su coche, porque eso es más contaminación y más peligro.

Pero hay que buscar soluciones consecuentes. Las bicicletas pueden ser una buena solución, al menos en algunas zonas, pero siempre que se implementen las medidas necesarias para ello. No vale decir que a partir de ahora todos los coches tienen que circular por el centro de la ciudad a 20 km/h, para que sea menos peligroso ir en bicicleta. Eso no es una solución, ya que supone que cada día haya más víctimas entre los ciclistas.

Si en Madrid se limita la velocidad a 20 km/h y no se toman otras medidas de acompañamiento, el caos circulatorio será permanente, aumentará la contaminación y seguirá habiendo víctimas entre los ciclistas y peatones. La solución pasa por zonas exclusivas para las bicicletas, carriles propios, cerrados e independientes de los del resto de vehículos. Pero eso cuesta bastante más dinero que poner señales de 20 km/h y sus radares correspondientes.

Desde la DGT se habla mucho de compartir las zonas, de compartir la ciudad entre todos, peatones, ciclistas, motoristas, conductores de turismos y los de los camiones o autobuses. Pero al compartir esas zonas también se deben compartir las obligaciones, o las responsabilidades o las limitaciones. O para ser más claro, las multas de tráfico.

La calle Goya de Madrid, por ejemplo, es una calle muy ancha, con al menos seis carriles. Hay pasos de peatones en cada cruce con su correspondiente semáforo, con lo que la espera puede ser de máximo dos minutos. Pues bien, permanentemente hay peatones cruzando por mitad de la calle, y en muchos casos son personas mayores con escasa movilidad. Esas personas que ni siquiera tienen demasiada prisa, pero que cruzan jugándose la vida cada día, y no porque haya un conductor loco que circula a 100 km/h.

Está claro que la ciudad es un entorno que debemos compartir entre todos. Ahora hay una polémica porque en los últimos años los automóviles han tomado las ciudades y se quiere volver unos años atrás para que se reduzca este dominio. Pero hay que hacerlo con mucho cuidado y con medidas racionales. Y sobre todo invirtiendo dinero, y eso es algo que no entra en muchas cabezas de nuestros dirigentes.

Durante todos estos años los coches se han ido haciendo fuertes en las ciudades, pero en parte porque cada coche paga al ayuntamiento un impuesto de circulación. En el caso del ayuntamiento de Madrid, por seguir con el mismo ejemplo de antes, un ciclomotor paga 8 euros al año, una moto entre 8 y 121 euros, según potencia, y un turismo entre 22 y 224 euros al año.

El coche eléctrico es una buena solución para reducir la contaminación en el centro de la ciudad, pero requiere una inversión, una infraestructura para que se pueda usar realmente. No vale de nada decir que a partir de ahora se va a potenciar el coche eléctrico. Como tampoco que se va a subir el coste del parking a los coches más contaminantes o que se va a prohibir circular en el centro de las ciudades, siempre que no se hagan al tiempo aparcamientos disuasorios y baratos en las afueras.

Los ayuntamientos, o la DGT, deben tomar medidas pero estas no pueden ser poner más prohibiciones a los coches, más limitaciones y más cámaras con las que hacer fotos para que los conductores pasen por taquilla cada día. Las medidas se llaman hacer inversiones en mejorar las infraestructuras, hacer unas normativas coherentes y que les obliguen a ellos mismos también.

La DGT no tiene presupuesto para ello, y no puede hacer nada en temas como mejorar las carreteras, como quitar los puntos negros, porque eso es competencia de Fomento. Tampoco puede imponer la Educación Vial en los colegios porque no es su competencia y de eso debería ocuparse el Ministerio de Educación y tampoco se hace. O mejorar la antigüedad del parque de vehículos, pero tampoco tiene presupuesto ni competencias para ello. Por eso, desgraciadamente, su única posibilidad es poner más radares y más multas, pero los conductores se merecen algo más.

Aunque también los conductores deberían, o mejor dicho deberíamos, hacer bastante más por el bien común. Por ejemplo, cumplir las normas, ir pendientes del tráfico, mantener la distancia de seguridad. Y los límites de velocidad que hay que cumplirlos, aunque estén mal puestos…pero son los que hay y todos debemos cumplirlos. Si todos, cada uno en su parte, cumpliera con todas las normas y sobre todo pensara en respetar a los demás, a todos nos iría mucho mejor cada día. Y la siniestralidad bajaría drásticamente.

No hay una solución fácil a un grave problema como es la siniestralidad en las carreteras y en las calles de nuestras ciudades. El tráfico de vehículos a motor tiene sus ventajas, innegables, pero también sus inconvenientes, como la contaminación y por supuesto las víctimas que genera. Según los datos de 2012, el 60% de los accidentes con víctimas que se produjeron en España ocurrieron en vías urbanas. Y en ellos fallecieron 461 personas.