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El largo declive de las 'startups'

Las compañías emergentes suponen la parte del león en la economía estadounidense en términos de productividad, innovación y empleo. Pero la proporción no deja de caer

Foto: Empleados de Google juegan al futbolín en la sala recreativa de la empresa en Singapur, en julio de 2013 (Reuters)
Empleados de Google juegan al futbolín en la sala recreativa de la empresa en Singapur, en julio de 2013 (Reuters)

Silicon Valley tiene más de 23.000 'startups' o compañías emergentes, o eso dice la red de profesionales AngelList. Desde luego así se percibe cuando estás en Palo Alto. Pero resulta que este lugar es una excepción a una tendencia preocupante. Está bien documentado que la actividad de nuevas empresas ha estado descendiendo en EEUU a lo largo de tres décadas, cayendo de forma abruta durante los últimos diez años. Incluso a pesar de que la cultura estadounidense ha convertido a los emprendedores en estrellas del rock, la economía estadounidense produce cada vez menos y menos de ellos.

Las compañías emergentes han sido el núcleo de la salud económica de EEUU. Un estudio publicado en diciembre por la Agencia Nacional de Investigación Económica indica que durante los 80 y 90, cuando la actividad empresarial era elevada, las nuevas compañías jugaban un papel desproporcionado a la hora de impulsar la innovación, la productividad y la creación de empleo.

Hay muchas formas diferentes de medir el crecimiento y el éxito de las compañías emergentes, pero todas llegan a una conclusión similar. La Fundación Kauffman informa de que el porcentaje de adultos que poseen un negocio ha ido descendiendo desde los 90, cuando esta fundación empezó a monitorizar esta cifra. En la Institución Brookings, Ian Hathaway y Robert Litan descubrieron que la tasa de empresas emergentes (el número de nuevas compañías como porcentaje de todas las firmas) ha caído casi a la mitad desde 1978.

¿Por qué está pasando esto? Nadie lo sabe con certeza. Algunos se apresuran a culpar a la intrusión del Gobierno. Hay algo de cierto en esta crítica, pero es un tema bastante más complicado. Si los elevados impuestos desaniman a los potenciales emprendedores, ¿cómo se explica la explosión de compañías emergentes en los 70 y principios de los 80, cuando los impuestos estaban por las nubles? En aquel periodo EEUU tenía un cuerpo de industrias altamente reguladas, estanflación, agitación política y social y ansiedades geopolíticas. Y sin embargo se creó Silicon Valley. Incluso hoy, California está en la parte superior del ranking nacional en términos de impuestos y regulación, pero acoge alguna de la actividad empresarial más vibrante del mundo, en sectores tan diversos como la alta tecnología, el entretenimiento y la energía.

Pero la regulación siempre creciente limita la actividad empresarial. La revista 'The Economist' asegura que la economía estadounidense se ha vuelto menos competitiva en los últimos 20 años. Tras una ola de desregulación en los 80, ha acabado por proliferar la burocracia, los requisitos para la emisión de licencias se han expandido, y los costes legales han crecido de forma dramática. Las empresas grandes y asentadas, pertrechadas con abogados y lobistas, son más capaces de navegar a través de este paisaje regulativo que las nuevas. “Así que la partida puede estar amañada”, concluye. La investigación de Brookings muestra que empresas consolidades, de 16 años o más, han conseguido amplias franjas del mercado y los trabajadores. Los autores indican que “se ha convertido en algo cada vez más ventajoso ser un veterano, sobre todo uno consagrado, y menos ventajoso ser uno de nueva entrada”.

placeholder Steve Jobs, en una imagen de archivo
Steve Jobs, en una imagen de archivo

Pero un factor menos estudiado que podría ser crucial es puramente generacional. Los hijos del 'baby boom' han demostrado ser grandes emprendedores, lanzando empresas en su juventud y manteniéndolas a medida que envejecían. Las generaciones sucesoras han tendido mucho menos a fundar sus propias firmas. Leig Buchanan, citando datos de Kauffman, explica que el porcentaje de empresas emergentes lanzadas por gente en la veintena y treintena cae del 35% en 1996 al 18% en 2014. Mientras tanto, el porcentaje de compañías fundadas por gente de cincuenta y sesenta y pico ha aumentado durante la última década.

Los jóvenes de hoy se visten como empresarios de Silicon Valley, consumen tecnología de forma voraz, y hablan sobre la innovación revulsiva. Pero quieren trabajar en Goldman Sachs, McKinsey y Google. Son serios, inteligentes, con logros a sus espaldas… y alérgicos al riesgo.

¿Es esta cautela fruto de años de ingresos estancados, la crisis financiera y una economía perezoa? Tal vez, pero creo que hay en juego algo más amplio. A la generación del 'baby boom' le dieron forma los 60 y su contracultura. Se les dijo que se dejaran llevar por su pasión y rechazaran el viejo orden. Eran rebeldes contra todo: la política, la autoridad paterna, la moralidad anticuada y las grandes instituciones. Su voluntad de salir adelante por sí mismos no era una pose para conseguir fondos de capital riesgo. Era una expresión de su pasión.

De aquel mundo bohemio vino la cultura informal de las 'startup' que ahora se ha convertido en mayoritaria. Steve Jobs explicó en una ocasión que el uso de LSD había sido una de las dos otrs cosas más importantes que había hecho nunca. Al describir sus influencias intelectuales, señaló la biblia 'beatnik', la revista "Whole Earth Catalogue". Su fundador, Stewart Brand, argumentó en un ensayo que les debemos a los hippies la revolución individualista, descentralizadora y sin líderes de los ordenadores personales e internet.

Naturalmente, los asaltos de la contracultura al sistema establecido y los valores tradicionales provocaron una enorme convulsión política y social. Hubo una erosión de la ley y el orden, la confianza en el Gobierno, la estructura familiar y la deferencia a la autoridad. Así que la pregunta es: ¿podemos lograr un revulsivo, pero que no sea demasiado disruptivo?

Silicon Valley tiene más de 23.000 'startups' o compañías emergentes, o eso dice la red de profesionales AngelList. Desde luego así se percibe cuando estás en Palo Alto. Pero resulta que este lugar es una excepción a una tendencia preocupante. Está bien documentado que la actividad de nuevas empresas ha estado descendiendo en EEUU a lo largo de tres décadas, cayendo de forma abruta durante los últimos diez años. Incluso a pesar de que la cultura estadounidense ha convertido a los emprendedores en estrellas del rock, la economía estadounidense produce cada vez menos y menos de ellos.

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