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Cameron sigue apostando por la austeridad pese a que el oasis británico hace agua
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Celia Maza

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Cameron sigue apostando por la austeridad pese a que el oasis británico hace agua

 El Reino Unido ha perdido su triple A (por primera vez desde los 70), sufre una importante depreciación de la libra (con el nivel más bajo de los últimos dos

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El Reino Unido ha perdido su triple A (por primera vez desde los 70), sufre una importante depreciación de la libra (con el nivel más bajo de los últimos dos años y medio frente al dólar) y tiene muchas posibilidades de atravesar una nueva recesión (la tercera en casi cinco años). Con todo, el Ejecutivo de David Cameron se niega a abandonar su ‘plan A’ y sigue apostando por la austeridad como mejor medida para salir de la crisis.

El ministro del Tesoro, George Osborne, presenta este miércoles ante la Cámara de los Comunes el Presupuesto para el próximo ejercicio fiscal. Será el cuarto del Gobierno de coalición formado por Conservadores y Liberal Demócratas. Pero, pese a las críticas de la oposición laborista, e incluso las demandas de gran parte de sus propias filas, el Chancellor –íntimo amigo del “premier” y, por lo tanto, seguro de que nadie le apartará del cargo, de momento- mantendrá invariable su política de recortes para reducir el déficit.

Con excepción de los departamentos de Educación, Cooperación Internacional y Hacienda y Aduana, se espera un reducción presupuestaria del 2% en todos los ministerios, lo que permitirá ahorrar unos 2.500 millones de libras (unos 2.900 millones de euros) que serán destinadas a proyectos de infraestructura. Estos recortes se sumarán a la reducción presupuestaria del 3% en los ministerios anunciada el pasado diciembre por Osborne en la llamada "declaración de otoño".

"Quiero ser honesto: es un camino duro, más largo de lo que cualquiera de nosotros había esperado, pero estamos haciendo progresos", señaló Osborne este fin de semana en un artículo en The Sun, el periódico más leído, en el que recalcó que abandonar la senda de la austeridad conduciría al país al "desastre".

El ministro tory indicó que los recortes se harán "con cuidado, protegiendo aquellos aspectos de los que la gente más depende, como la sanidad y las pensiones" y aunque no quiso adelantar medidas concretas, explicó que los Presupuestos incentivarán la compra de vivienda, la puesta en marcha de nuevos negocios y la contratación en prácticas.

Freno al crecimiento

El Ejecutivo británico se encuentra sumido en un proceso que implica una reducción sustancial del gasto gubernamental, equivalente al 9% del PIB entre 2009 y 2016. Pero el resultado de la consolidación fiscal está poniendo freno al crecimiento, y los rebeldes tories temen que la ausencia de brotes verdes acaben costándoles las próximas elecciones de 2015.

La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria pronosticó en diciembre un crecimiento para este año del 1,2 %. Las previsiones de economistas independientes recopiladas por el Tesoro el mes pasado bajaron las expectativas al 0,9 %. Y todo indica que sea el mismo Osborne quien baje el baremo hasta el 0,7%. Eso supondría tan sólo una ligera mejora comparada con el 0,2 % del año pasado.

El Chancellor confía en que el escenario mejore gracias a la política monetaria del Banco de Inglaterra, que este mes apostó por dejar de nuevo intacto el precio del dinero en el 0,5% y el importe de su programa de estímulo mediante compra de bonos en 375.000 millones de libras. Pero la inacción del organismo gobernado por Mervyn King esconde un animado debate entre los legisladores sobre si son necesarias nuevas herramientas para impulsar la estancada economía británica.

King no descarta una reforma para mantener la inflación por encima de su objetivo del 2% (en febrero alcanzó el 2,8%), pero algunas voces en la City han advertido sobre los riesgos recordando los efectos tan perniciosos de los años 70 y 80.

El opositor Ed Balls, por delante de Osborne

Los diputados conservadores han pedido a Osborne para este miércoles, entre otros, recortes en el impuesto de sociedades y la supresión del impuesto sobre las ganancias de capital, pero está por ver si éste responde a sus súplicas.

La encuesta elaborada por Ipsos/Mori y publicada por The Times muestra que el 52% de los británicos sigue respaldado las políticas de austeridad frente al 41% que está en contra. Pero cuando Osborne y Ed Balls, responsable de Economía de la oposición, aparecen en las preguntas como artífices de un plan de recuperación, el apoyo al Gobierno de coalición se queda en un 37% mientras que la confianza del enfoque laborista se sitúa en el 53%.

La diferencia preocupa mucho a la filas tories. En términos generales, el apoyo al partido ha bajado hasta un 27%, su peor cifra desde enero de 2003. Y es que no se puede obviar el hecho de que el Ejecutivo había prometido eliminar el llamado déficit estructural para 2015 y reducir la deuda en proporción al PIB al final de su mandato, todo ello conservando la máxima calificación. Pero ahora, no tienen una cosa ni otra. Han perdido la triple A, la fecha para el déficit se ha tenido que ampliar hasta 2018 y la de la deuda para 2016.

Sea como fuere, el Reino Unido, que acabó 2012 con una deuda pública que representa el 69,9% de su PIB, sigue siendo un país más atractivo para invertir que otros Estados europeos con una deuda pública menor. Osborne es consciente, el problema es que el electorado lo valora de otra manera por lo que su intervención será clave para recuperar la confianza del pueblo y de los analistas. 

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El Reino Unido ha perdido su triple A (por primera vez desde los 70), sufre una importante depreciación de la libra (con el nivel más bajo de los últimos dos años y medio frente al dólar) y tiene muchas posibilidades de atravesar una nueva recesión (la tercera en casi cinco años). Con todo, el Ejecutivo de David Cameron se niega a abandonar su ‘plan A’ y sigue apostando por la austeridad como mejor medida para salir de la crisis.