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España no es país para emprender por culpa de los políticos (y sus parásitos)
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España no es país para emprender por culpa de los políticos (y sus parásitos)

Más allá del apoyo de los políticos a la nueva moda de emprender, en España subyacen una serie de causas 'históricas' que lastran la creación de riqueza

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El físico inglés Isaac Newton, en el siglo XVII formuló la ley universal de la física, conocida como de acción-reacción, que se refleja constantemente en la naturaleza: "Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria”. Es también conocida en la metafísica o rama de la filosofía como ley de causa y efecto. O sea, todo efecto conocido tiene una causa que lo provoca (o varias).

En España existe un efecto científicamente medible y es la cifra del paro, que fue del 26,7% en el pasado octubre de 2013: ocupados, 16.823.200; parados, 5.904.700; tasa de paro, el 25,98% (datos del INE). Bien, vamos a dejarnos de excusas, ¿cuál será la verdadera causa que lo provoca?

Dicen los políticos, y estamos todos de acuerdo, que la cifra de paro es inaceptable, que es insoportable, que es inasumible, es intolerable para un país europeo como el nuestro. Vamos, que es una vergüenza. Nos lo dicen tanto dentro como fuera de España. Sobre todo Merkel: “Hay que reducir el gasto…”. Los políticos de aquí recortan los servicios y nos suben los impuestos, pero la parte que toca a su chiringuito, su administración ya montada, ésa no la recortan, sino que gastan más que antes y cuando no llegan con los impuestos recaudados, tiran de tarjeta de crédito del BCE, vendiéndolo como el gran logro.

El paro, efecto de una causa igual de potente

Volviendo a Newton, el paro es una reacción, es la fuerza contraria, igual y tan desmedida en su crecimiento como la cifra de gasto público e impuestos. Ésta es la acción o causa (gasto-impuestos) que provoca la reacción o efecto (quiebra-paro)

Pero, ¿qué se ha hecho para tener semejante cifra, tan negativa? No es cuestión de azar. El azar no existe. El paro nos lo hemos ganado a pulso. Volviendo a Newton, el paro es una reacción, es la fuerza contraria, igual y tan desmedida en su crecimiento como la cifra de gasto público e impuestos. Ésta es la acción o causa (gasto-impuestos) que provoca la reacción o efecto (quiebra-paro).

Desde 1976, los políticos que han estado en el poder hasta ahora, han gestionado e incrementado el gasto público y el déficit cada vez más, para lo cual han tenido que incrementar y recaudar cada vez más y más impuestos. ¿Y quién los paga? La economía productiva, o sea, la empresa privada. Los autónomos, los trabajadores por cuenta ajena, las pymes. ¿Y qué ocurre cuando les suben los impuestos? No pueden reinvertir beneficios en el crecimiento de las empresas, ni en maquinaria, ni en contratación de personal, ni tener un pequeño ahorro para afrontar imprevistos. La consecuencia directa es falta de competitividad, los despidos de trabajadores, la morosidad, los impagos y el cierre. La ruina.

"Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie", frase pronunciada el 29 de mayo de 2004. Grandísima verdad (tal vez la única de los ZP), y que decía bien alto y claro la ex ministra socialista de cultura, Carmen Calvo. Así es como lo ven ellos, los políticos, desde su cima en el poder. Nosotros, esos don nadie, somos el pueblo, que paga unos impuestos absolutamente confiscatorios. Pero cada uno de nosotros, los curritos, sí que tenemos nombre, apellidos y NIF en Hacienda en cada declaración de renta abonada con muchísimo esfuerzo para que lo dilapiden, lo despilfarren tan alegremente y, para colmo, no nos agradecen ni el copyright.

La partitocracia PPSOE que padecemos han demostrado ser la misma cosa a la hora de despilfarrar, de invertir dinero público en empresas que no producen nada, donde enchufan a sus adeptos. Los dos han gobernado, cada año han batido el récord de gasto público y Rajoy ostentará uno nuevo rompiendo el suyo anterior con el de este año.

Si gastas más de lo que ingresas, vas a la ruina, a la quiebra, eso lo sabe cualquiera, no hace falta ser científico. Y por supuesto lo saben los políticos y sus asesores de lujo, con sueldos astronómicos y coche oficial, de cualquier gobierno de turno, desde la Transición hasta ahora. Conocen el problema y la solución. Incluso lo incorporaban en las arengas y programas preelectorales, que luego incumplen sistemáticamente.

Si gastas más de lo que ingresas, vas a la ruina, a la quiebra, eso lo sabe cualquiera, no hace falta ser científico. Y por supuesto lo saben los políticos y sus asesores de lujo, con sueldos astronómicos y coche oficial, de cualquier gobierno de turno, desde la Transición hasta ahora

El gasto se realiza en economía improductiva, subvenciones a diestro y siniestro, una administración descomunal, mantenimiento de 4.000 empresas públicas hasta arriba de enchufados… Y obtenemos la reacción final: un paro igual de descomunal porque no hay empresa que soporte tal asfixia impositiva. No hay ventas, no hay rentabilidad, no hay beneficios y lo poco que existe se lo lleva el Estado. Y a éste le importa un pimiento. Apenas le importa cobrar. La figura del empresario capitalista explotador de trabajadores, vendida tradicionalmente por cierta ideología no es más que otro trabajador más, explotado por el jefe de verdad de todos: el verdadero explotador, el Estado.

No hay que copiar a Finlandia, ni Alemania. Solo a nosotros mismos no hace mucho. Solo con eliminar las autonomías y volver a un modelo de Estado con costes e igualmente impuestos de 1976, ya daría un enorme impulso a la pyme y a la economía. Dicha acción tendría que proporcionar por fuerza la consiguiente reacción y lograr aquella tasa de paro del 4,4% del 76, frente al 26,7% actual. Puede que incluso mejorar, debido a las tecnologías, preparación e infraestructuras que ya tenemos (nuestro dinero nos han costado) a precio de oro. Hoy cierran 180 pequeñas empresas diarias, a pesar de la luz al final del túnel que dicen que ven los dirigentes.

La economía productiva

¿Por qué hemos llegado a este punto? Aquí somos hoy 47 millones de habitantes. Quitando pensionistas y parados, reciben salario público 2,9 millones (2,5 veces más que en EEUU y 4 veces más que en Reino Unido si comparamos cuántos trabajadores públicos hay por cada uno privado). No nos podemos permitir tantos empleados públicos. Los que crean riqueza en este país, que son los trabajadores por cuenta propia y por cuenta ajena en la empresa privada, o sea pymes y autónomos, que son la economía productiva, son solo 13,2 millones de un total de afiliados a la seguridad social de 16,1 millones.

¿Quién paga el sueldo íntegro, con sus correspondientes impuestos, de políticos, enchufados, profesores, médicos, bomberos, policías, pensionistas o parados? Realmente solo 13 millones, de los cuales 3 millones son autónomos y bajando. Ya hay solo dos cotizantes por cada jubilado. Cotizantes bajando. Receptores de salario público subiendo. Simplemente es insostenible todo el sistema.

Entre los años 1964 y 1976, poco antes del inicio de las autonomías, el gasto público rondó el 20% del PIB, y concretamente en 1976 España tenía una tasa de paro del 4,41% (según la EPA), con un número total de parados de 0,59 millones. ¡Sí, ha leído bien, solo 590.000 parados! No existía el 21% de IVA. Y la cuota mínima de Seguridad Social, o sea la cuota de autónomos rondaba los 16 euros al mes, frente a los 255 euros actuales. 

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Algo realmente mal se ha estado haciendo todo este tiempo y hemos tocado fondo. Por ejemplo: en 2012, el PIB fue de 1.029.002 millones de euros y el gasto público de 492.891 millones de euros, siendo este el 47,9% del total del PIB. O sea, la mitad. Y esta barbaridad se paga con los impuestos. Todo autónomo sabe que debe más o menos facturar el doble, y después de la primera criba a la mitad de impuestos, eso es lo que ganará para poder vivir.

Vamos a echar unas cuentas: imaginemos que vamos a montar un pequeño estudio de programación en un garaje (sueño americano) y facturamos 24.000 euros brutos al año: unas 240 facturas por año de media de 100 euros, por redondear. Cada simple factura que emitimos de 100 euros, sin incluir gastos deducibles, nos saldría aproximadamente:

-Año 1976: 100€ - (24,18% de IRPF) – (0,77% parte proporcional de 186,59€/año de Seguridad Social) = 100€ - 24,95€ = 75€ netos para ir al súper.

-Año 2013: 100€ - (21% de IVA = 17,35€ ya computado) = 82,64 euros - (24,75% de IRPF de 82,64 = 20.45€ ) - (17,54% de Seguridad Social de 82.64 = 14.50€) = 47.69€  Me han quitado un 52,31%.

Si luego voy a una tienda a gastarlo me entregarán una factura de 47,69€ = 39,41€ + IVA. Siendo este el valor real obtenido de mi trabajo, después de impuestos.

Según el estudio de PwC2011, al total bruto de 100€ (100%) le quitarían un total del 56,5% en impuestos (o quizás al 82,64€), quedando mis 47,69€ en 43,50€ o incluso 35,94€. 

No es país para emprendedores

España no es país para emprendedores, al menos no autónomos. Las grandes empresas sí están tributando al 4% pero las demás no y menos los trabajadores por cuenta ajena o los tres millones de autónomos que oscilan entre el 20 y el 30 por ciento. Según un estudio en 2011 de PricewaterhouseCoopers, España estaba situada en el puesto 150 (de 183) del mundo para emprender un negocio, llevándose un 56,50% en tasas de impuestos en total (5 veces el histórico y tradicional diezmo bíblico, o 10%), sobre los beneficios comerciales de una pyme local estándar.

España no es país para emprendedores, al menos no autónomos. Las grandes empresas sí están tributando al 4% pero las demás no y menos los trabajadores por cuenta ajena o los tres millones de autónomos que oscilan entre el 20 y el 30 por ciento

Estamos peor que Angola, Togo o Mali, con todos los respetos. Todo ello para sostener el bienestar del Estado, sus propias estructuras, sus mamandurrias, sus cafés-enchufes para todos y las subvenciones a diestro y siniestro, así como su corrupción sin límites y la avaricia desmedida de la que solo nos enteramos de la punta del iceberg. Pero la crisis y el paro, ésas las vemos perfectamente y sufrimos su consecuencia directa.

El gobierno dice que promueve y ayuda al emprendimiento, por ejemplo con su nueva Ley de Emprendedores y su tan famoso IVA de caja. Teóricamente, el autónomo ya no tendrá que adelantar el impuesto a Hacienda de una factura emitida a un cliente pero en espera de cobro. Hay que decir que ese IVA ya es de Hacienda, cobres la factura o no cobres jamás. Se trata solo de un aplazamiento de como máximo hasta el 31 de diciembre del año siguiente. Evidentemente, no se podrá tampoco deducir el IVA soportado de las facturas de gastos no pagadas.

Un problema que aparece es que, por ejemplo, una gran empresa que suele pagar tarde, aún no habiéndose acogido al “IVA de caja”, al ser destinataria de una factura de este tipo tampoco podrá deducir el IVA comprado al recibir la factura hasta no haberla pagado realmente. Se prevé que ;este ;inconveniente provocará discriminación a este tipo de facturas, pese a que a los autónomos no les financia hoy nadie, pero han de financiar a todos los morosos, sobre todo a la misma administración. Una vez elegido un sistema de IVA no se puede cambiar en el año en curso y luego la renuncia tiene validez mínima de 3 años. El que se equivoque lo pagará caro.

Medidas de apoyo que son solo propaganda

El resto de medidas de apoyo no es más que propaganda, mucho contexto favorable, palmaditas y ánimos, pero no es más que eso. La realidad es que un zapatero debería dedicarse a su zapato, no se pueden exigir desde la administración unos conocimientos fiscales, de los que carecen las pymes y los autónomos, además del excesivo tiempo que hay que dedicarle para cumplimentar su interminable burocracia. En otros países europeos no ocurre esto, pero Spain is different.

Dicen de Inglaterra que es país de tenderos, casi despectivamente por algunos. Ellos se enorgullecen, con razón. Yo pienso que ojalá nosotros también lo fuéramos.

Por eso estamos como estamos. Dicen de Inglaterra que es país de tenderos, casi despectivamente por algunos. Ellos se enorgullecen, con razón. Yo pienso que ojalá nosotros también lo fuéramos. Pero España, desgraciadamente, es país de parásitos, a través de la política, su corrupción, sus comisiones, sus enchufismos, que lo impregnan y lo envenenan todo. Hasta al empresario, el malo de la película (que alguno hay, como en todos lados), ha habido que cambiarle de nombre a causa de tanta incultura impartida.

Una incultura de pensamiento generalizado erróneo que promulga que los recursos son infinitos, que es un inmenso mar de donde puede y debe trincar cualquiera con acceso, de donde pegar el pelotazo rápido. Pero no es así, los números cantan claro. Hoy ya es solamente un pequeño arroyo, de 13 millones de caudal de cotizantes, y bajando.

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Los números ya no cuadran. El actual sistema de impuestos injusto e insostenible provoca la ruina, el paro y la crisis. La partitocracia PPSOE y compañía, toda su casta política corrupta, cuyos integrantes en su mayoría no han dado un palo al agua (fuera del partido), que no han gestionado ni una tienda de barrio en su vida, siendo absolutamente incapaces, ¿cómo van a gestionar un país entero?

Pero es que una vez votados no vienen para eso. Son profesionales de la política. Son parásitos. Son el cáncer terminal de la economía, que morirá matando al huésped. En su avaricia infinita nos seguirá expoliando sin vergüenza alguna, sin dos dedos de frente, gastando cada vez más y más recursos, subiendo impuestos, viviendo a costa de ellos como reyes, siendo estos cada vez más inasumibles ya por cualquier negocio.

España no es país para emprendedores, y mientras no lo sea, mientras no enfoque toda su economía a la versión productiva, a las pymes y los autónomos, matando al intermediario autonómico-local y cualquier despilfarrador improductivo, será muy difícil salir del pozo del paro.

* El autor de esta Tribuna es el forero Vifferv4.

El físico inglés Isaac Newton, en el siglo XVII formuló la ley universal de la física, conocida como de acción-reacción, que se refleja constantemente en la naturaleza: "Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria”. Es también conocida en la metafísica o rama de la filosofía como ley de causa y efecto. O sea, todo efecto conocido tiene una causa que lo provoca (o varias).

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