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Emprendedores, ¿mejor solos o acompañados?

Lo difícil no es empezar, sino mantenerse. Pero si emprender es una carrera de fondo ¿es mejor ir solo o buscar una buena compañía para tan duro viaje?

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Más de un 50% de las nuevas empresas que se crean en un país no duran más de tres años, y en torno al 80% no sobrevive a la primera década, según diversos estudios. Las cifras son tozudas y podrían invitarnos a un cierto pesimismo sobre el emprendimiento en España pero en nuestra opinión dejan claro un mensaje: no se trata sólo de tener una buena idea sino de desarrollar un proyecto sólido, consistente y de crecimiento en el tiempo.

Uno de los más famosos emprendedores, Vidal Sassoon, decía que “la única parte donde éxito aparece antes que trabajo es en el diccionario”. Vivimos quizá un sano –y necesario- despertar del emprendedurismo en España pero no debemos olvidar que para lograr resultados consistentes hace falta más que sólo una idea brillante y/o una gran inyección de capital.

Emprender con éxito es una carrera de fondo. De lo contrario, nunca acabaremos con las estadísticas que dicen que se cierran más empresas de que las que se crean en nuestro país.

Si corres solo y te caes, nadie podrá ayudarte

Si es una carrera de fondo, surge entonces la pregunta. ¿Corro sólo o acompañado? Desde nuestra experiencia en Cube Investments, donde hemos emprendido proyectos propios desde hace más de 10 años y hemos ayudado a otros a hacer robusto su negocio, siempre es mejor ir acompañado que solo. De lo contrario, siempre hay más posibilidades de caerse en el camino y que nadie te ayude a levantarte.

El emprendedor generalmente tiene la idea e incluso el dinero para llevarla a cabo pero no tiene las capacidades ni los conocimientos –ni quizá deba tenerlos- para llevar a cabo un plan de negocio en toda su profundidad ni con los recursos necesarios

El emprendedor generalmente tiene la idea e incluso el dinero para llevarla a cabo pero no tiene las capacidades ni los conocimientos –ni quizá deba tenerlos- para llevar a cabo un plan de negocio en toda su profundidad ni con los recursos necesarios.

El cierto boom emprendedor que estamos experimentando viene acompañado de muchas ideas y quizá también de mucho dinero (inversores dispuestos a invertir en venture capital o capital semilla), lo cual es muy buena noticia. Pero, ¿cuántos de esos inversores están dispuestos a remangarse también la camisa y ser parte del equipo que ayude a ese emprendedor a culminar su proyecto con éxito?

Se trata de no sólo de ser un inversor sino uno más del equipo, y no necesariamente asumir el rol puro de la gestión operativa o financiera, sino de aportar valor y conocimiento donde se es especialista a ese emprendedor. 

¿CEO emprendedor o CEO profesional?

A menudo de hecho surge la dicotomía de si es necesario tener un CEO emprendedor en las empresas o con la entrada de nuevos inversores y la necesidad de crecer de manera ordenada es más apropiado contar con un CEO profesional. Desde nuestro de punta de vista, tiene mucho más sentido y resultado el primero.

El perfil del emprendedor responde más habitualmente al de alguien con capacidad de innovar, visualizar y encontrar nuevos productos, nuevos modelos de negocio o nuevos ciclos productivos. Por su parte, el CEO profesional intenta maximizar el valor de lo ya establecido o arrancado con una eficiente gestión del caos que todo emprendimiento suele generar por naturaleza, aunque en este proceso de ordenamiento a veces queda limitada o incluso reducida la capacidad de innovación, fundamental para proyectos en crecimientos.

El CEO de hecho, debe  saber lo que hay que hacer primero y, segundo, hacer que la organización haga lo que hay que hacer, si lo llevamos a todo a una cierta simplicidad. Y para lograrlo, sobre todo lo segundo, necesita del equipo y partners adecuados para poder correr la carrera de fondo con todos los ingredientes para terminar primero.

Martí Escursell es socio de Cube Investments.

Más de un 50% de las nuevas empresas que se crean en un país no duran más de tres años, y en torno al 80% no sobrevive a la primera década, según diversos estudios. Las cifras son tozudas y podrían invitarnos a un cierto pesimismo sobre el emprendimiento en España pero en nuestra opinión dejan claro un mensaje: no se trata sólo de tener una buena idea sino de desarrollar un proyecto sólido, consistente y de crecimiento en el tiempo.

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