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Puedes cambiar las cosas, aprende a confiar en ti mismo
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Puedes cambiar las cosas, aprende a confiar en ti mismo

Con frecuencia solemos encontrarnos en la consulta con personas que, a pesar de estar atravesando situaciones difíciles o estados emocionales tremendamente aversivos, insisten en que su

Con frecuencia solemos encontrarnos en la consulta con personas que, a pesar de estar atravesando situaciones difíciles o estados emocionales tremendamente aversivos, insisten en que su principal objetivo es sentirse seguros, recuperar la confianza que han perdido o que nunca creyeron tener. Se trata de una experiencia bastante frecuente. Nos sentimos inseguros cuando perdemos la confianza en nosotros mismos, en nuestra capacidad para hacer frente a los retos que tenemos ante nosotros. Para ser más precisos, la inseguridad se debe a una combinación de dos factores. Por una parte, ante un desafío o reto nuevo, nuestro cerebro hará un análisis rápido de la situación, y en una fracción de segundo determinará cómo de importante o grave es para nosotros esa situación.

En segundo lugar, haremos una valoración rápida de nuestra capacidad, de nuestra habilidad para hacer frente con éxito al reto que tenemos entre manos. Así, si estamos convencidos de que podemos hacerlo, o decidimos que no nos jugamos mucho, entonces nos sentiremos seguros, confiados. En este sentido la inseguridad está relacionada con la autoestima, o mejor dicho, con el autoconcepto, esto es con la imagen de nosotros mismos que hemos construido a lo largo de nuestra vida.

Cualquier experiencia que ponga en entredicho nuestra competencia podría deteriorar la forma en la que pensamos sobre nosotros mismosLa confianza en uno mismo puede perderse, o empezar a necesitarse, por diferentes razones. En ocasiones un mal resultado en el trabajo, una crítica de alguien importante para nosotros, la infidelidad de alguien a quien queremos o la experiencia sistemática de frustración al no conseguir un objetivo o meta importante, suelen ser buenos desencadenantes de la inseguridad. Cualquier experiencia que ponga en entredicho nuestra competencia, nuestra capacidad para controlar o alterar nuestro entorno podría deteriorar la forma en la que pensamos sobre nosotros mismos.

En la mayor parte de los casos somos capaces de pensar con racionalidad y analizar con realismo nuestra experiencia. Esto suele implicar no dramatizar, no sacar conclusiones precipitadas sobre lo que nos ha ocurrido y limitar el alcance de dichas conclusiones al ámbito concreto de nuestras vidas en el que se ha producido el problema. Pero en otras ocasiones, cuando nos encontramos vulnerables porque atravesamos un mal momento o porque lo que nos ha ocurrido tenía que ver con alguien o algo muy especial para nosotros, las cosas suelen ser bien distintas. En estas condiciones tendemos a saltar demasiado rápido a las conclusiones, nos volvemos dramáticos o catastrofistas y generalizamos en exceso.

¿No ven algo sospechoso en este proceso? ¿Realmente se fiaría usted de un análisis tan complejo hecho en tan poco tiempo y con tan pocos datos? La realidad es que esos juicios distan mucho de ser precisos. Por si fuera poco, en más de una ocasión nos basamos en esos juicios para tomar decisiones y planificar nuestro comportamiento. Así, existen personas que tienden a evitar las situaciones en las que aparece la inseguridad. Se trata de personas con tendencia a experimentar miedo ante la posibilidad de ser rechazadas o cometer errores. Están tan convencidos de que las cosas no van a salirles bien que prefieren no tentar a la suerte, con el coste personal que eso supone. El segundo tipo se caracteriza por una sensación de incompetencia general, no importa qué es lo que tienen que hacer o a qué tienen que enfrentarse, se consideran incapaces de hacerlo hasta que se demuestre lo contrario. En ocasiones estas personas sienten que necesitan de compañeros o parejas a quienes consideran más capaces y seguros que ellos. Cuando los encuentran hacen grandes esfuerzos e importantes sacrificios para permanecer cerca de ellos. Tienen dificultades para tomar decisiones sin la aprobación de esas personas, supuestamente más fuertes, y tienden a adoptar un papel secundario en sus relaciones.

Un último grupo estaría formado por aquellos que, ante la falta de confianza, tienden a actuar de forma preventiva. Se fían poco de sí mismos, de su memoria, de su capacidad para resolver o reaccionar ante situaciones difíciles y por eso invierten cantidades importantes de tiempo planificando, corrigiendo, repitiendo y controlando todo aquello que podría salir mal para reducir el riesgo.

No se crean ni una palabra de lo que les diga su cabeza en un momento de inseguridadLa conclusión es clara ¿no?, no se crean ni una palabra de lo que les diga su cabeza en un momento de inseguridad. Cuando nos sentimos inseguros experimentamos miedo, temor a equivocarnos y es muy probable que estemos exagerando, dramatizando o sencillamente evaluando mal nuestra capacidad para resolver el problema al que nos enfrentamos.

En vez de dejarnos llevar por la inercia del miedo, que tan a menudo nos impulsa a huir desperdiciando oportunidades importantes, en vez de dejarnos caer en la trampa de la adivinación del futuro, ¿por qué no intentamos cambiar las cosas? Se trata de algo que casi todos hacemos a menudo: hablarnos, dialogar con nosotros mismos. Así de simple. La forma de empezar a dejar atrás la inseguridad es hablarnos bien, preguntarnos dos veces por la gravedad de las cosas, analizar en profundidad si realmente somos capaces de conseguir lo que queremos. Si nos paramos a pensar dos veces las cosas en vez de dar por buenos esos pensamientos tan automáticos y negativos, comprobaremos como en la mayor parte de las ocasiones, las cosas son menos graves de lo que parecían y nosotros estamos infinitamente más capacitados para hacerles frente de lo que pensamos en un primer momento. Y, si es así... ¿Por qué no lo intentamos?

Con frecuencia solemos encontrarnos en la consulta con personas que, a pesar de estar atravesando situaciones difíciles o estados emocionales tremendamente aversivos, insisten en que su principal objetivo es sentirse seguros, recuperar la confianza que han perdido o que nunca creyeron tener. Se trata de una experiencia bastante frecuente. Nos sentimos inseguros cuando perdemos la confianza en nosotros mismos, en nuestra capacidad para hacer frente a los retos que tenemos ante nosotros. Para ser más precisos, la inseguridad se debe a una combinación de dos factores. Por una parte, ante un desafío o reto nuevo, nuestro cerebro hará un análisis rápido de la situación, y en una fracción de segundo determinará cómo de importante o grave es para nosotros esa situación.