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El misterio de la élite 9%: ¿quién tiene más de la mitad del dinero en España?
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Héctor G. Barnés

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El misterio de la élite 9%: ¿quién tiene más de la mitad del dinero en España?

Desde la crisis, la atención se ha fijado en el 1% que concentra las grandes fortunas, pero es posible que ello nos esté cegando ante la aparición de una nueva élite meritocrática

Foto: ¿Quién es del 9%? (iStock)
¿Quién es del 9%? (iStock)

De cada cien españoles, uno que forradísimo. Sabemos quién es. Es Amancio Ortega, es Juan Roig, es la familia Rafael del Pino, son todas esas figuras mitológicas en cuya existencia creemos porque los medios de comunicación nos los muestran. Con el movimiento Occupy Wall Street se comenzó a enfrentar al 1% (ellos) contra el 99% restante (nosotros). Esa pequeña élite inalcanzable posee en España alrededor del 20% de la riqueza. Pero ¿y si esa división extrema nos hubiese hecho olvidar la existencia de una clase alta mucho más amplia, con la que convivimos en nuestros entornos de trabajo (y, ocasionalmente, en la calle, en los espectáculos, en el cine o en restaurantes, sin que seamos conscientes) y con la que interactuamos pensando que quizá algún día nosotros o nuestros hijos podrán aspirar a su estilo de vida?

La idea no es mía. Un polémico pero viral artículo publicado recientemente en una de las grandes revistas estadounidenses, 'The Atlantic', sugería que la nueva aristocracia estadounidense está formada por ese 9,9%. Si tantas ampollas ha levantado es por su implacable primera persona: "Ser nosotros está bien, ser nuestros hijos es incluso mejor", escribía su autor, el filósofo Matthew Stewart, autor de 'La verdad sobre todo'. "Por nuestra salud, vida familiar, redes de amigos y nivel de educación, por no hablar del dinero, estamos aplastando a los competidores que se encuentran bajo nosotros". Es una nueva élite meritocrática formada allí por profesionales de alto nivel (abogados, médicos, banqueros, consultores), dueños de empresas y otros hijos de las grandes universidades.

Nuestro amigo el 9% concentra el 35,4% de la riqueza, un poco menos que el 40% inmediatamente inferior (con un 36,9%)

La ampliación del campo de batalla resulta reveladora, en cuanto que cambia el foco desde una élite invisible e inalcanzable a una clase alta con la que compartimos ascensor, aunque nos bajemos en distintas plantas. En España, según el World Inequality Report publicado el pasado año, el 10% de la sociedad acumula el 56,5% de la riqueza. Una concentración que se había mantenido llamativamente constante desde principios de los años 80: cada uno de ellos tenía una riqueza media de alrededor de 813.000 euros, frente a la media española de 144.000. Concretando, nuestro amigo el 9% concentra el 35,4%, un poco menos que el 40% inmediatamente inferior (con un 36,9%).

¿Quiénes son, de dónde vienen, a qué se dedican, cómo obtienen su fortuna, desde hace cuánto que la tienen? Si hay algo en que coincidan los expertos, es que a diferencia de lo que ocurre en EEUU, donde se dispone de datos mucho más detallados, la composición concreta de este 9% es un enigma sin resolver, quizá porque a nadie le interesa hacerlo. Están entre nosotros, podría ser usted o yo (bueno, yo no, me temo), pero tan solo podemos elucubrar sobren sus hábitos o sus conexiones personales, aunque sospechamos que son los que envían a sus hijos a buenos colegios privados o al extranjero, los que especulan con la vivienda o se reúnen en los barrios pijos de las grandes ciudades y en los chalets de las urbanizaciones de las afueras.

placeholder Historia de tres países. Fuente: Martínez-Toledano (2017).
Historia de tres países. Fuente: Martínez-Toledano (2017).

Clara Martínez-Toledano, la economista de la Paris School of Economics que realizó el análisis español en el informe anteriormente citado, me explica las grandes dificultades que existen para realizar en España un perfil concreto de este grupo. Hay indicadores que pueden darnos alguna pista. Una de las grandes diferencias entre el 10% y el 90% restante, señala, es la composición de su cartera. Mientras que la mayoría de españoles tiene alguna vivienda y dispone de algún pequeño depósito, el top de nuestro país suele disfrutar de segunda vivienda y activos financieros de gran valor, que fueron adquiridos durante la crisis como respuesta al pinchazo inmobiliario.

Si tiene más de una vivienda, es muy probable —pero no obligatorio— que usted forme parte de ese 10%. Un informe publicado recientemente por 'Fotocasa' mostraba que un 16% de españoles tiene más de una vivienda; alrededor del 12%, dos. La vivienda suele ser un buen mecanismo de autoperpetuación, especialmente en un contexto de subida de precios. También es posible que ese 10% que mira desde arriba sea descendiente del 10% de trabajadores que tenían alguna formación a principios de los 50. O es posible que se trate de la educación que recibe, como ponía de manifiesto una investigación publicada sobre los efectos de la crisis en la movilidad social en España: el nivel educativo es, sin duda, el factor más influyente. Los autores realizaban una oportuna advertencia: "en España existe una tendencia al estancamiento social, acentuado aún más con la crisis. De hecho, es mayor la proporción de personas que no consigue ascender de categoría profesional o de decil de renta, lo que puede explicar por qué tradicionalmente España ha tenido unos niveles de desigualdad más elevados respecto a los países de su entorno".

La clase que reinventó la meritocracia

Los españoles, siguiendo aquella frase de Orwell, somos todos iguales, pero algunos somos más iguales que otros. Formar parte del 9% es el paso previo a conformar una clase alta que se distingue por su lugar de residencia, sus hábitos culturales, sus contactos, sus preferencias, sus inclinaciones políticas, todos esos factores que suelen quedar ocultos. Le expliqué a un compañero la teoría de Stewart en la terraza de un bar de Pozuelo y matizaba que de las 10 personas que en ese momento estaban tomando cañas, más de una, de dos y de tres formarían parte de esa élite amplia, porque para eso nos encontrábamos en una de las localidades más ricas de toda España. La trampa estadística nos hace olvidar que probablemente el 9% toma cervezas con el 9% y el 90%, con el 90%. Aunque quizá el 50% de abajo esté pensando lo mismo del 40% inmediatamente superior...

El truco ha sido centrar la atención en el 1% para que la sociedad piense que ese 9% que vive mucho mejor que el resto es en realidad como ellos

Lo cual nos lleva a la gran pregunta, que es hasta qué punto esa minoría se ha consolidado a costa de los demás. El artículo del filósofo americano es una ácida impugnación al cómodo discurso meritocrático que él y los suyos han adoptado como su justificación ante el resto de la sociedad: "Uno de los mitos de nuestra meritocracia es que nuestro éxito no tiene nada que ver con el fracaso de los demás. Somos el 9,9%. La diferencia es que hemos descubierto cómo utilizar el pretexto de formar parte del escalón intermedio como estrategia para permanecer en lo más alto". El truco ha sido centrar el punto de mira en el 1% para que la sociedad olvide que hay otro 9% justo debajo que vive muy bien. O, mejor aún, para que piensen que es posible convertirse en uno de ellos. El discurso meritocrático es el lubricante ideológico perfecto para que el 90% piense que son exactamente como ellos, pero con un poco más de suerte. Y si no estás de acuerdo, eres un resentido.

Uno puede deducirlo del interesante libro 'La movilidad social en España' del profesor de la Universidad de Sevilla Ildefonso Marqués Perales: el discurso del mérito comenzó a calar en España en la segunda mitad de los 90, precisamente cuando la gran era de la movilidad ascendente en nuestro país (1960-1994) tocaba a su fin y comenzaba la del crecimiento de la clase de servicios y de la España sobrecualificada. Hay un hito en la pérdida de la inocencia de todo niño el que se da cuenta de que, por bien que viva, siempre habrá alguien que viva mejor que él. Ese compañero cuyos padres vivían en un chalet gigantesco, que estudiaba los veranos en una academia privada en otro país, que no se preocupaba por sacar buenas notas porque sus papás le iban a pagar la matrícula en un privado o que terminaba echándose una pareja con un tren de vida sospechosamente semejante. Si cree que no conoce a nadie así, mírese al espejo. Podría ser usted. Enhorabuena, es del 9%.

De cada cien españoles, uno que forradísimo. Sabemos quién es. Es Amancio Ortega, es Juan Roig, es la familia Rafael del Pino, son todas esas figuras mitológicas en cuya existencia creemos porque los medios de comunicación nos los muestran. Con el movimiento Occupy Wall Street se comenzó a enfrentar al 1% (ellos) contra el 99% restante (nosotros). Esa pequeña élite inalcanzable posee en España alrededor del 20% de la riqueza. Pero ¿y si esa división extrema nos hubiese hecho olvidar la existencia de una clase alta mucho más amplia, con la que convivimos en nuestros entornos de trabajo (y, ocasionalmente, en la calle, en los espectáculos, en el cine o en restaurantes, sin que seamos conscientes) y con la que interactuamos pensando que quizá algún día nosotros o nuestros hijos podrán aspirar a su estilo de vida?

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