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Vida y milagros del ego de Raphael
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Carlos Prieto

Animales de compañía

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Vida y milagros del ego de Raphael

O cómo la vanidad del artista le ha servido tanto para mantenerse en el candelero como para cargar contra rivales como Julio Iglesias

Foto: Raphael, cantante e icono
Raphael, cantante e icono

Hay al menos tres monumentos humanos visibles desde el espacio: las pirámides de Egipto, la Gran Muralla china... y el ego de Raphael (en dura competencia con el de Julio Iglesias). En efecto, se ha hablado mucho estos días sobre la imperturbable modernidad de Raphael, sobre su capacidad para convertir en hype un festival indie, sobre su incombustible figura... pero no tanto sobre una de las claves de su exitosa carrera: su ego, ese señor que vive en su cabeza y le jalea para que siga al pie del cañón pese a haber pasado sus mejores días artísticos.

No es que tener ego sea malo, al contrario. Julio Iglesias, Raphael y otros monstruos de la canción ligera no serían como son si no estuvieran encantados de conocerse, y eso sí que sería un drama. Pero, ay, cuando se tiene uno tan grande como el de Raphael, la cosa es digna de estudio.

El último capítulo del sainete raphaeliano, que dura ya varias décadas, se vivió los días previos a su esperadísima actuación en el festival Sonorama.

La revista digital Jenaispop, medio digital de referencia del indie patrio, le hizo una entrevista/masaje a Raphael para celebrar su desembarco en Sonorama. O el indie español quitándose el sombrero ante el maestro. No obstante, el entregadísimo periodista, acostumbrado quizás a tratar con estrellas indies lánguidas, comprobó en sus carnes cómo se las gastan las folclóricas/os: no importa lo mucho que uno esté dispuesto a dorarle la píldora a Raphael, que a ojos del cantante siempre será poco.

Un pequeño extracto de la entrevista para que se hagan una idea:

Imagino que la cumbre de tu concierto en Sonorama será la interpretación de ‘Mi gran noche’, que es un himno para cualquier persona joven con ganas de pasarlo bien. Nunca ha sido de mis favoritas, en cambio. ¿De las tuyas sí?
Es una de ellas, pero ten en cuenta que afortunadamente tengo un repertorio muy amplio con muchas canciones muy preferidas. Tengo una lista de favoritísimas tremenda y por supuesto entre ellas está ‘Mi gran noche’. Ha resistido el tiempo de una manera heroica junto con ‘Como yo te amo’, ‘Qué sabe nadie’, ‘En carne viva’, ‘Yo soy aquel’, ‘Digan lo que digan’… La gente joven la tiene como un himno, como tú dices.

‘Escándalo’ fue un hit en los 90…
He tenido muchos hits, ‘Estuve enamorado’ fue número 1 de Los 40 Principales, ‘La canción del trabajo’… Yo he tenido muchas canciones que han sido grandes éxitos, ¿eh?

Y así todo... Resumiendo: uno intenta desesperadamente homenajear a Raphael... y se queda tan corto que acaba poco menos que insultándole.

En efecto, el ego del solista es un monstruo insaciable y es nuestra obligación seguir alimentándolo sin descanso como agradecimiento a los servicios prestados al país por Raphael. Un ejemplo: los choques Raphael/Julio Iglesias nos han proporcionado algunos de los momentos más memorables de la historia del pop celtibérico. Como cuando Raphael, en un antológico ataque de celos artísticos, cargó a lo loco contra Julio en una histórica entrevista ochentera en el dominical de ABC:

Julio Iglesias me llevaba las maletas y me llamaba maestro... Canto cien veces mejor que él, y mis actuaciones son divertidísimas, y las suyas, aburridísimas

"Hace quince años Julio Iglesias me llevaba las maletas y me llamaba maestro... Me parece extrañísimo que una persona que no sabe vocalizar haya podido cuajar en una nación donde la música es toda una reina... Canto cien veces mejor que él, y mis actuaciones son divertidísimas, y las suyas, aburridísimas", rajó un Raphael que quizás no había digerido bien que Iglesias triunfara más que él (algo que, al margen de la calidad artística de cada uno, está fuera de toda duda).

Puestos a malmeter, quizás les interese a ustedes ver este video setentero de la televisión chilena en el que Julio Iglesias insta a Camilo Sesto a imitar a Raphael para echarse unas risas.

Aunque aclarar quién es mejor artista (¿Julio? ¿Raphael?) excede las modestas intenciones de este artículo, sí podemos asegurar tajantemente que para medir los egos de estos dos gigantes de la canción romántica cañí haría falta la mayor cinta métrica inventada por el hombre.

De hecho, Raphael no pudo evitar culminar con una apoteósica performance su reconciliación pública con Julio Iglesias. Lo que parecía imposible, lo logró Lola Flores, que juntó a los dos iconos por una buena causa: el histórico concierto homenaje a Lola Flores en Miami en 1990

La idea era que los artistas invitados (Celia Cruz, El Puma, Perales, Raphael, Julio Iglesias...) cantaran una canción con la folclórica, con Raphael arrancando el show con una breve presentación de Lola. Solo que Raphael alargó tanto la presentación que casi tienen que venir los antidisturbios a desalojarle del escenario. O cómo convertir el homenaje a Lola Flores en auto homenaje a Raphael. Fue saltar Raphael a escena asegurando que tenía prisa ("Tengo un avión esperándome para ir a Caracas") y atrincherarse allí como si no hubiera un mañana. Sí, suena a feo a Lola Flores, pero en realidad no lo es: para eso pagamos a los divos del pop, para que monten estos shows. Enorme Raphael

 Pero no se vayan todavía, porque aún hay más. La reconciliación de estos dos monstruos de la música española -Julio y Raphael, Raphael y Julio- dio lugar a momentos todavía más espectaculares:

1)  El dos de junio de 1991, los hijos de los cantantes (Jacobo y Julio José) juraron bandera española en las cristalinas aguas de Miami; en concreto, a bordo del mítico buque insignia de la Armada española, el Juan Sebastián Elcano, cuyo actual estatus de culto como circo flotante de tres pistas se remonta, como ven, muchas décadas atrás.  

2) En 1999 tuvo lugar un inenarrable mano a mano televisivo entre Raphael e Iglesias (en Miami, claro está). Además de cantar juntos, los señores perpetraron una desternillante auto entrevista en la que no sólo negaron con grandes aspavientos haberse llevado mal nunca, sino que aseguraron quererse muy pero que muy fuerte (que Raphael hubiera afirmado años antes que Julio era poco menos que su mayordomo, no había sido otra cosa que una muestra de cariño extravagante; los divos de la canción son así). Por cierto, Julio debía estar tan contento de ver a Raphael, que llegó allí con un buen pedo. Vean:

Con todo, es una lástima que este duelo entre nuestras dos folclóricas más internacionales haya cesado. Porque pocos espectáculos pop más alucinantes que ver a Raphael y a Julio hinchar disparatadamente sus cifras de ventas  para marcar el terreno a su rival. Recuerden: si Raphael dice ser el único artista de la historia en tener un Disco de Uranio por haber vendido más de 50 millones de copias de uno de sus trabajos (bulo desmentido ya hace tiempo, pero repetido por la prensa española desde hace décadas), Julio asegura haber vendido más de 350 millones de discos (contra toda evidencia razonable).

¿Para cuándo una nueva ronda de improperios contra su antiguo mayordomo? ¿Es que el ego de Raphael va a quedar ahora reducido a lucir palmito en festivales indies de provincias? ¿A dónde vamos a ir a parar? Porque  si el ego no se utiliza para vapulear a tu gran rival, ¿para qué demonios sirve? Conclusión: Esto ya no es lo que era...

Hay al menos tres monumentos humanos visibles desde el espacio: las pirámides de Egipto, la Gran Muralla china... y el ego de Raphael (en dura competencia con el de Julio Iglesias). En efecto, se ha hablado mucho estos días sobre la imperturbable modernidad de Raphael, sobre su capacidad para convertir en hype un festival indie, sobre su incombustible figura... pero no tanto sobre una de las claves de su exitosa carrera: su ego, ese señor que vive en su cabeza y le jalea para que siga al pie del cañón pese a haber pasado sus mejores días artísticos.

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