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El gran escándalo de Miguel Ángel Revilla
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Carlos Prieto

Animales de compañía

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El gran escándalo de Miguel Ángel Revilla

Viaje al fondo del discurso populista del presidente de Cantabria y rey de las audiencias: campechanía, escándalo moral, regeneración y enormes chuchos

Foto: Miguel Ángel Revilla. (EC)
Miguel Ángel Revilla. (EC)

El diablo está en los detalles. Resumen en tres palabras de las fotografías que aparecen en el nuevo libro de Miguel Ángel Revilla: perros, niños y famosos. En efecto, lo mejor de ‘Sin censura’ (Espasa, 2018) son las fotos a todo color de a) Revilla con niños (su nieto Bruno), b) Revilla con chuchos (cogiendo setas con un pastor alemán, siendo besuqueado por un perro absolutamente descomunal, en la nieve con un cachorro) y c) Revilla con ‘celebrities’ (montando en helicóptero con Jesús Calleja, sentado en un banco con Jesús Cintora, de risas con Pablo Motos, en Liébana con Jean Michael Jarre —sí, Jean Michael Jarre— o de pesca con Susanna Griso).

La cara de Revilla, por cierto, no aparece una sino DOS veces en la portada del libro: Revilla delante de una foto gigante de Revilla a la que está a punto de quitar un esparadrapo de la boca. Un poco en plan: hasta hoy no había dicho ni pío, pero ahora voy a empezar a rajar de verdad, perspectiva que genera un poco de zozobra: Revilla ha salido tanto en la tele los últimos años que Matías Prats parece un ludita a su lado.

Pues bien, lo crean o no, ahora es cuando Revilla va a empezar a contar y cantar las verdades del barquero (no como las 4.000 veces anteriores).

placeholder Revilla, con varios perros. (Espasa)
Revilla, con varios perros. (Espasa)


Que Revilla es un fenómeno pop es algo innegable: cada vez que el presidente de Cantabria aparece en ‘La Sexta Noche’ o en ‘El hormiguero’ revienta las audiencias. Revilla ha salido tantas veces en ‘El hormiguero’ que empieza a cundir la sospecha de que el programa no lo presenta Pablo Motos, sino Miguel Ángel Revilla.

El pueblo no se cansa de Revilla. El pueblo ama a Revilla, y es normal: Revilla es un hombre simpático y sin aparentes pretensiones, odiar a Revilla es como odiar a la madre Teresa de Calcuta o a Gandhi, algo que solo un degenerado podrido por dentro podría hacer...

Un hombre indignado

¿Que cuál es el secreto del éxito de Revilla? Nueve de cada 10 españoles probablemente dirían que su campechanía, y no irían desencaminados.

La campechanía es una exitosa variante española del populismo: prohombres que hablan el lenguaje del bello pueblo y que tienen soluciones simples para problemas complicados, porque no hay complicación que no puedan resolver una risotada, un vinito o un chiste costumbrista sobre los pueblos cántabros. Donde antes reinaron Juan Carlos I y Leopoldo Abadía, ahora reina Miguel Ángel Revilla, benevolente gobernador de Campechanistán, de sus gentes y de sus dogos.

Pero bajo el campechanismo, está el discurso.

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El Miguel Ángel Revilla de ‘Sin censura’ es un hombre indignado. Indignado con la corrupción, indignado por los ataques a la libertad de expresión, indignado con los políticos (porque ya sabemos que él no es presidente de una comunidad autónoma, sino panadero).

Las palabras favoritas de Revilla son: 'intolerable', 'indignación', 'vergüenza' y 'escandaloso'. Si me dieran un dólar cada vez que Revilla escribe una de esas palabras en su libro, podría comprarme una villa con inodoros de oro en Punta Cana.

“Me hierve la sangre de indignación, como creo que a la mayoría de los españoles”.

“No hay derecho. Esto, sencillamente, es una vergüenza, una canallada”.

“Esto ya es intolerable, no podemos callar”.

“A mí este tema me parece un escándalo”.

“España se parece cada vez más a un vertedero, donde la mierda de hoy tapa la de ayer y la de ayer a la de anteayer”.

“Voy a tratar de disimular un poco la perplejidad e indignación que me embargan".

Y así hasta el infinito y más allá.

Aquí los poderosos, aunque sean unos chorizos tipo Blesa, Rato o Pujol, gozan de trato de favor. No hay cojones de meterles mano de verdad

Otra de las palabras fetiche de Revilla es CHORIZOS. “Aquí los poderosos, aunque sean unos chorizos tipo Blesa, Rato o Pujol, gozan de trato de favor. No hay cojones de meterles mano de verdad. Mientras tanto, a por los jubilados de Lorca, que pretendían competir con Las Vegas en el negocio del juego”. ¿Quién dijo demagogia? Nadie. Circulen.

¿Que qué cosas indignan a Revilla? Por encima de todo: el PP: “Hay un 28% de españoles que seguirán votando al PP y a don Mariano, aunque lo cazasen con una recortada atracando el cepillo de la catedral de Burgos. Pero hay, afortunadamente, un 72% de españoles que estamos sublevados ante lo que está pasando”.

Dice Revilla que al PP no le afecta la corrupción... pese a toda evidencia empírica: entre 2011 y 2016, los populares perdieron tres millones de votos en las generales y las últimas encuestan dicen que su caída no ha hecho más que empezar.

Algunas de las últimas cárceles inauguradas por políticos más parecen balnearios... Las cárceles no pueden servir de balnearios

A Revilla también le indigna que las cárceles españolas “sean balnearios”. “Algunas de las últimas cárceles inauguradas por políticos más parecen balnearios… Esta última [la de Tarragona] va a costar 100 millones de euros. Tiene piscina climatizada, maderas de Australia, reproductores de CD, televisión en todas las salas. Hombre, yo creo que es un lujo excesivo. Parece sangrante que quienes han esquilmado las arcas públicas o han defraudado disfruten de semejantes lujos… A diario vemos cómo hay quienes salen de la cárcel con mejor aspecto que con el que entraron. Las cárceles no pueden servir de balnearios”, denuncia el campechano estadista. ¿Nos les entran unas ganas irresistibles de entrar en prisión tras leer esto? ¡Si se está mejor dentro que fuera! Consejo de amigo: métase unas cremitas del Eroski en el bolso, a ver si hay suerte, le detiene la policía y acaba usted pasando una temporadita en un 'spa' de ensueño con todos los gastos pagados…

El rey de Campechanistán también diserta en el libro sobre el Brexit: “No entiendo tanta sorpresa ante la decisión del Reino Unido de salir de la Unión Europea. Realmente no estuvieron nunca. Siguieron con su Banco de Inglaterra y con su libra; es decir, con autonomía en la política financiera. Desde un principio sospecharon que ceder este instrumento era poner a Europa en manos alemanas. El Reino Unido se ha pasado los recortes de la troika por el forro. De hecho, solamente hay en Inglaterra un 5% de parados. No ha habido realmente crisis” (invitamos al señor Revilla a que suelte este discurso —EN INGLATERRA NO HA HABIDO REALMENTE CRISIS— en un suburbio de Mánchester, a ver qué tal cae; cuando la turbamulta le arroje a un pilón con alquitrán y plumas, ahí estaremos tratando de contener la ira del rudo pueblo británico).

La elección para cambiar esta situación no es la dicotomía izquierda/derecha; es decencia frente a la indecencia

Más cositas revillistas: “El mayor problema de España es la no independencia de la Justicia”. ¿Que por qué es ese el mayor problema de España y no otro? Por que lo dice él, que aquí hemos venido a jugar... y a ser besuqueados por canes pasiegos de raza gigante...

Sí, amigos, cada vez que estalla un escándalo de corrupción en España, Revilla se pone al frente de la indignación popular. Lo hace de buena fe. Sin duda.

Regeneración, el musical

¿Soluciones? “La elección para cambiar esta situación no es la dicotomía izquierda/derecha; es decencia frente a la indecencia, esta es la cuestión”, brama Revilla.

He aquí, en efecto, el quid de la cuestión: la indecencia. España atraviesa una crisis moral. Es así. Lo dice Revilla y lo sostienen los más sofisticados analistas (el revillismo no sería más que la versión populachera de un análisis que triunfa hace tiempo en el 'mainstream'). Más complicado sería saber qué propone Revilla más allá de rasgarse las vestiduras. Pues propone una de esas palabras maravillosas que admiten cualquier contenido: regeneración.

Desde 2007 han pasado algunas cosillas sin importancia en España y en la Unión Europea. Un rescate bancario, un hundimiento de la clase media, desahucios por un tubo, aumento de la desigualdad, congelación salarial, descarrile hipotecario, ataque especulativo a las deudas del sur de Europa y una burbuja inmobiliaria tan grande que se ve desde Alfa Centauri, además de todo tipo de prácticas corruptas relacionadas con las plusvalías de dicha burbuja; pero resulta que todo esto se solucionaría de golpe metiendo a Granados y González en un correccional y sustituyéndolos por honestos tecnócratas. Pues vale.

El problema del discurso del escándalo moral y las manzanas (políticas) podridas es que lo puede asumir cualquiera, porque no implica gran cosa más allá de la retórica inflamada, y cuando decimos cualquiera, queremos decir cualquiera: la gran solución de los italianos al hundimiento de su sistema de partidos por los escándalos de corrupción (1992) fue poner al mando al empresario campechano Silvio Berlusconi y su imparable máquina de regenerar: el célebre ‘bunga bunga’.

El presidente cántabro lo advierte en el prólogo: “No tengo ninguna ambición personal por cumplir, salvo poder pasear por cualquier lugar de España con total libertad, sin ocultarme y recibir el reconocimiento de la gente por tener el valor de denunciar a los corruptos”. El reconocimiento de la gente. Y el de los perros. Guau-guau.

El diablo está en los detalles. Resumen en tres palabras de las fotografías que aparecen en el nuevo libro de Miguel Ángel Revilla: perros, niños y famosos. En efecto, lo mejor de ‘Sin censura’ (Espasa, 2018) son las fotos a todo color de a) Revilla con niños (su nieto Bruno), b) Revilla con chuchos (cogiendo setas con un pastor alemán, siendo besuqueado por un perro absolutamente descomunal, en la nieve con un cachorro) y c) Revilla con ‘celebrities’ (montando en helicóptero con Jesús Calleja, sentado en un banco con Jesús Cintora, de risas con Pablo Motos, en Liébana con Jean Michael Jarre —sí, Jean Michael Jarre— o de pesca con Susanna Griso).

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