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Vida de esta chica: de Carabanchel a Chanel
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Vida de esta chica: de Carabanchel a Chanel

Ana Rujas describe en 'La otra bestia' los entresijos de una vida marcada por la belleza y el barrio

Foto: Ana Rujas en 'Cardo'. (Imagen cedida por Atresmedia)
Ana Rujas en 'Cardo'. (Imagen cedida por Atresmedia)

Ana Rujas ya avisó en Cardo (Atresplayer), su premiada serie altamente autobiográfica, de que escribía. "¿Y qué escribes?", le preguntan a María, el personaje creado e interpretado por la propia Rujas; y ella contesta: "Gilipolleces". Es la respuesta correcta cuando uno escribe sobre sí mismo. Lo personal y lo íntimo, planteado como comunicación literaria que los demás deben comprar e incluso leer, siempre acaba por parecerle a uno mismo una solemne tontería. ¿A quién le van a interesar mis cositas?

Las cositas de Rujas a mí me interesan, porque su lugar en el mundo suele aparejar la carencia de escritura. Su lugar en el mundo es el de la chica guapa, muy guapa, que vive de ello y genera determinadas dinámicas que suelen permanecer sin registro. Escribir, como sabemos los que lo hemos sufrido, suele corresponder a gente que no hace anuncios para Desigual, no protagoniza series, no posa para El País Semanal y no tiene un cóctel gratis esperándole en cada barra de Madrid. La escritura y el encierro van de la mano. Para escribir hay que leer, para leer hay que estar solo, para estar solo hay que ser un fracaso social. Si eres modelo y actriz, socialmente eres exitosa, con tus abismos y tus soledades exclusivas, claro (Marilyn: sentirse sola rodeada de gente). Ana María Matute contó que se refugiaba en los libros precisamente porque nadie la sacaba de casa. Hay miles de libros escritos por gente que no es aceptada. Una forma de acabar con la literatura sería conseguir que nadie estuviera solo nunca.

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Ana Rujas, según detalla en La otra bestia, se hizo modelo con 17 años, lo que supone salir mucho de casa. Además, ser algo con 17 años, y algo tan socialmente glamuroso como modelo publicitaria, debería considerarse buena suerte. Si además ese trabajo te cae siendo de Carabanchel, la carambola es feliz. Pero La otra bestia no es un libro feliz, no hay nada celebrativo en sus páginas. Leyéndolo, diría uno que la vida es un infierno para la chica gorda a la que hacen bullying en el colegio, y para Ana Rujas, que fue siempre tan guapa que le hacían anuncios, otro tipo de bullying. Late algo desesperante en esto, sin duda: que siempre te puedas quejar de tu vida como la que más.

placeholder Imagen promocional de la obra ?La mujer más fea del mundo'. (Álvaro Gracia)
Imagen promocional de la obra ?La mujer más fea del mundo'. (Álvaro Gracia)

El libro, realmente, no es poesía, no es un diario, es esa mezcla un tanto histérica que podemos llamar monólogo teatral. Es un texto que impresionaría mucho desde las tablas, gritado, pausado, respirado. Por escrito, tiene algo de primitivo, como de haber leído poco y tecleado menos. Quiere decirse que el libro necesita a la autora, necesita que quieras saber cómo es ser una modelo y actriz envidiable y desgraciada. Por las puntas, suena a veces a la poesía de Luna Miguel o Lara Moreno, al "escribo con el cuerpo" de Clarice Lispector; de forma explícita, se cita en la obra la influencia unidireccional de Angelica Liddell o Rodrigo García. También Bukowski ha hecho daño a este libro.

Está muy cargado de sexo, de "follar" y "polla"; de drogas; de "amor". Siempre me hace gracia la cantidad de gente que cree en el amor, teniendo tantas drogas. "No creo en las palabras que se dicen de coca en los bares", leemos. Y justo después se plagia sin decirlo una canción de La cabra mecánica: "Es la falta de amor lo que llena [de gente] los bares".

"Guapa y flaca", "54 kilos", "de padre encuadernador y madre educadora social". Va uno componiendo el puzle de una vida que debería ser champán y rosas, y no Lidl y tristeza. A veces se da con el tono poético verdadero: "cuando toda la primavera se despertaba debajo de mis faldas"; otras, no sabemos de qué habla Ana: "Es como llevar el bolso Boat de Gucci". Dice: "No soportar la debilidad es algo que ahora está muy de moda", y luego hace esa comparación con un bolso de Gucci, que tiene nombre propio. Quizá hace falta comprarse muchos bolsos de Gucci para saber qué quiere decirnos la autora.

Quizá hace falta comprarse muchos bolsos de Gucci para saber qué quiere decirnos la autora

Curiosamente, este libro se presentó entre espejos y mármoles, y marcos dorados, y lámparas de vela, bajo el patrocinio de Chanel. Chanel rima con Carabanchel, y por ahí a lo mejor hay mucha poesía. Quizá es lo que en los años 90, con Kate Moss, se llamó heroin chic. Es cuando el barrio y la mala vida se ponen faldas de tres mil euros, y eso es guay. Bella de barrio, bella del Señor.

"El pum pum pum más cerdo que sea posible. El más sucio que exista. El de Costa Polvoranca, ese que ponían en el IN de Alcorcón".

Ana Rujas ya avisó en Cardo (Atresplayer), su premiada serie altamente autobiográfica, de que escribía. "¿Y qué escribes?", le preguntan a María, el personaje creado e interpretado por la propia Rujas; y ella contesta: "Gilipolleces". Es la respuesta correcta cuando uno escribe sobre sí mismo. Lo personal y lo íntimo, planteado como comunicación literaria que los demás deben comprar e incluso leer, siempre acaba por parecerle a uno mismo una solemne tontería. ¿A quién le van a interesar mis cositas?

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