:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2F16d%2Fce5%2Ff45%2F16dce5f4506fd46550805f204e98e90c.png)
Mala Fama
Por
Esta chica no te cuenta la Noruega que te gusta
Maria Navarro Skaranger retrata la periferia de las grandes ciudades nórdicas y la vida miserable de sus habitantes
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F683%2Fb68%2F1f9%2F683b681f944b0a306d983d717283fe04.jpg)
Leer noruegos no nos gusta tanto como leer franceses. Los escritores noruegos se nos confunden con los suecos, pues todo lo nórdico lo vemos como una chistera mágica de la que sale bienestar. Qué bien viven. Las historias (cine, novela) que llegan de Noruega, Finlandia o Suecia son siempre sofisticadas, de tener dinero y ser un poco tristes, de salir a cenar y no poder volver a casa bailando flamenco. Los noruegos (etc.) vuelven a casa pensando cosas profundas, lo cual no es muy envidiable.
De Noruega es Jon Fosse, premio Nobel (o sea, nada) y Karl Ove Knausgaard. Luego están los escritores realmente buenos como Kjell Askildsen (1929-2021) o Vigdis Hjorth (
Si las editoriales españoles traducen Flogstads y Solstads (Kjartan Flogstad y Dag Solstad: no me lo invento), es en gran medida porque el Gobierno noruego echa una mano: da dinero para esas traducciones. En Lengua de Trapo, hace veinte años, traducían noruegos por un tubo, y unos cuantos daneses, y lo hacían porque les pagaba algún gobierno, no se crean que a nadie en el sello madrileño le importaban un huevo estos libros.
Ahora llega una noruega cuyo nombre no hay que cotejar en Google, y encima joven, y además muy interesante: Maria Navarro Skaranger (1994). Círculo de Tiza ha publicado dos libros suyos, prácticamente unitarios, y me dicen que no hace promoción de ellos porque ha tenido un niño, y todavía hay escritoras que saben lo que es eso. Maria Navarro sería como Ana Iris Simón, pero con los abuelos más lejos.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fddf%2Fc38%2Fff0%2Fddfc38ff02df84d297e70093e2363e9c.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fddf%2Fc38%2Fff0%2Fddfc38ff02df84d297e70093e2363e9c.jpg)
En Chile. La joven noruega acusa el Navarro por parte de padre, chileno, y eso da una pista de por qué el Oslo que cuenta es periférico, pobre y mostoleño; o (la pista) del destino que también en Noruega tiene cierta emigración sin alfombra roja. En su primera entrega en España,
El estilo realista y recitativo viene animado por la frase larga, y por algunos recursos más o menos modernos, como poner mayúsculas o signos de interrogación entre paréntesis. Pero la intención de Navarro Skaranger es que veas su barrio, calle a calle y desgracia a desgracia. La figura del padre ausente tiene un singular protagonismo: "El tipo explica que las mujeres sin padre pueden acabar haciéndose strippers".
Hasta los símiles son dickensianos: "…igual que el niño más pobre de la clase que por fin puede permitirse ir a un cumpleaños y pone cien coronas para el regalo".
El mundo que retrata (como de cine social) justifica por sí mismo el esfuerzo, porque, si no, nadie lo va a contar nunca
La segunda parte de este carnaval de dicha nos llega este mismo año y se titula Silbido en el viento oscuro (título alternativo de La hora de la estrella, de Clarice Lispector, según aclara Navarro en una nota final). Imaginen: otro paseo cabizbajo por un barrio a las afueras de Oslo. Esta vez la autora se centra en la madre de la madre del libro anterior; es decir, en la mujer jubilada. La novedad de este título es la inclusión de la propia autora en el relato: "Yo soy la narradora, pero también soy yo misma, yo he estado aquí, vengo de los mismos bloques de pisos, de las mismas viviendas, por eso sé quién es ella". Este recurso es muy interesante, porque viene a certificar los materiales de las novelas como observados con los propios ojos, y a inscribir a Maria Navarro en una clase social muy concreta. También nos sugiere la sospecha de que, para no contar su propia vida, Maria ha decidido contar la de sus vecinas.
La narración en paralelo de la historia de la madre suscribe la teoría casi zoológica de que uno apenas puede sobrepasar los éxitos o fracasos de los progenitores. Así, si la hija fue madre sin padre, su propia madre sufrió el mismo destino, y ambas eran pobres y serán pobres para siempre.
La literatura de Navarro Skaranger se parece estilísticamente a la de Sally Rooney, es esa prosa un poco municipal y obediente, pero el mundo que retrata (como de cine social) justifica por sí mismo el esfuerzo, porque, si no, nadie lo va a contar nunca.
Leer noruegos no nos gusta tanto como leer franceses. Los escritores noruegos se nos confunden con los suecos, pues todo lo nórdico lo vemos como una chistera mágica de la que sale bienestar. Qué bien viven. Las historias (cine, novela) que llegan de Noruega, Finlandia o Suecia son siempre sofisticadas, de tener dinero y ser un poco tristes, de salir a cenar y no poder volver a casa bailando flamenco. Los noruegos (etc.) vuelven a casa pensando cosas profundas, lo cual no es muy envidiable.