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#BoicotEurovisión: la España rancia tiene la piel muy fina
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Paula Cantó

#BoicotEurovisión: la España rancia tiene la piel muy fina

“Os ofendéis por todo”, “ya no se puede decir nada”, escupen los babyboomers en redes y columnas mientras comparten con furia una petición contra el festival

Foto: Muchos señores se han ofendido y no quieren ver Eurovisión.
Muchos señores se han ofendido y no quieren ver Eurovisión.

“Están provocando”, “me están ofendiendo”, “no me representa”, “se han mofado”, “es una falta de sensibilidad”. Si quien ha leído estas quejas pasó hace tiempo la frontera de la mediana edad, seguramente asentirá seguro de que las ha pronunciado entre lágrimas un millennial exagerado. “Millennial”, que ya suena como algo despectivo, es una categoría en la que los señores de otra generación pueden embutir a todo tipo de jóvenes a los que nos clasifican de lloricas, sensibles y ofendidos. “Ofendiditos”, suelen preferir para referirse a nosotros.

Estos días, una muchedumbre enfurecida ha conseguido generar ruido en redes y medios a través de 40.000 ofendidos registrados en un formulario online. ¿Millennials? No, sus furiosos capitanes son los rancios que han bautizado a los millennials de 'generación sensible'. ¿La grave ofensa? El título de un libro: 'España de mierda'.

Foto: Los concursantes de OT están dando voz a su propia generación (Gtres) Opinión

El estereotipo millennial que han formado quienes no lo son es que somos una generación muy sensiblona que se ofende por todo. “El optimista ve el vaso medio lleno, el pesimista ve el vaso medio vacío y al millennial le ofende el vaso”, se jacta un meme bien traído. Nos llaman -indistintamente a millennials y generación z, lo importante es que seas joven e insolente- “copos de nieve” que han crecido al calor de la recuperación económica y que, por tanto, han salido al mundo real con la concepción de que son intocables y sin una raspadura en la rodilla. Si debatimos una opinión contraria a la nuestra, los ‘babyboomers’ nacidos a mediados del siglo XX esgrimen que ya “no se puede decir nada”. Si nos quejamos de algo que nos parece injusto, significa que somos demasiado susceptibles. “Ey, me he dado cuenta de que en ‘Friends’ había comportamientos machistas” lo tradujeron como “Voy a quemar todo lo que os gusta y a vuestra familia”. O casi.

Hace unas semanas, Alfred le regaló a Amaia (ambos de OT) un libro de temática musical escrito por el cantautor Albert Pla. Este simple gesto de un chaval de veinte años con su novia metió a los dos representantes españoles de Eurovisión en una polémica por la que muchos se rasgaron las vestiduras y se cubrieron con banderas. Aunque nada tiene que ver con la independencia catalana ni con las desventuras de Puigdemont, el título ‘España de mierda’ fue suficiente para que la antigua generación levantara sus puños cuarteados por el trabajo duro que los millennials jamás conoceremos.

No son dignos representantes de Eurovisión. Unas personas que disfrutan provocando y ofendiendo a los españoles no deberían representar a España jamás”, braman en una recogida de firmas en la que anuncian su boicot a Eurovisión y arremeten contra una chica de 19 años. “No había otro libro mejor en el mercado, no”, lloran. “Él, independentista reconocido, quería dejar su impronta y sumarse al carro de los que ofenden a España, que es lo que se lleva porque es gratis”. Concluyen que el título del libro que le regaló Alfred a Amaia “exhibe tal falta de sensibilidad y de educación que no merecen representarnos en Eurovisión”.

placeholder Captura de la página de la recogida de firmas con la que buscan un 'boicot' a Eurovisión.
Captura de la página de la recogida de firmas con la que buscan un 'boicot' a Eurovisión.

“Os ofendéis por todo”, “ya no se puede decir nada”, escupe la generación rancia en redes y columnas mientras comparte con furia la petición que lleva por nombre ‘Boicot a Eurovisión’. Hacen pública su indignación y, la noche de Eurovisión, como mínimo le quitarán las pilas al mando a distancia. Mientras, Amaia y Alfred disfrutan juntos de su experiencia eurovisiva, con ganas de representar a España y ondeando pequeñas rojigualdas en la alfombra azul que lame Lisboa a orillas del Tajo.

Después de la polémica del libro, ambos tuvieron que grabar un vídeo casi perplejos para explicar que ni el libro era independentista, ni iban a romper España, ni iban a matar a nadie. “Estamos a muerte con España. No es un libro que hable de política, ni de independentismo, ni habla mal de España. Simplemente es una sátira”, explicaron.

“Existen millones de formas de querer a un país y yo tengo mi forma propia y personal. Hay personas que piensan que solo hay una forma”, sentenció Amaia antes de despegar hacia Portugal. No fue suficiente para los señores que siguen sumándose a una petición sin futuro: la fiesta de Eurovisión con Amaia y Alfred participando en nombre de España se celebrará este sábado, aunque a algunos les escueza.

El estereotipo del millennial estándar comenzó asegurando que nos poníamos morados a kilos de aguacate, pasó por la teoría de que preferimos no comprarnos casas ni coches (como si obedeciera a la voluntad propia y no a la del bolsillo) y ahora nos ha bautizado bajo el nombre de la generación de los ofendidos u "ofendiditos". Tiene gracia, teniendo en cuenta que a los babyboomers les ofende nuestra sola presencia. Si lo necesitan, les dejamos un aguacate sobre el que llorar.

“Están provocando”, “me están ofendiendo”, “no me representa”, “se han mofado”, “es una falta de sensibilidad”. Si quien ha leído estas quejas pasó hace tiempo la frontera de la mediana edad, seguramente asentirá seguro de que las ha pronunciado entre lágrimas un millennial exagerado. “Millennial”, que ya suena como algo despectivo, es una categoría en la que los señores de otra generación pueden embutir a todo tipo de jóvenes a los que nos clasifican de lloricas, sensibles y ofendidos. “Ofendiditos”, suelen preferir para referirse a nosotros.

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