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Yo sí te creo, Asia Argento

La defensa pública de Argento contradice exactamente lo que ella ha promovido; es una constatación de que la postura "yo sí te creo" encierra un arma de doble filo

Foto: Asia Argento fue acusada hace unos días de abuso sexual por parte del actor Jimmy Bennet. (Reuters)
Asia Argento fue acusada hace unos días de abuso sexual por parte del actor Jimmy Bennet. (Reuters)

Resulta que Asia Argento, una de las impulsoras del movimiento #MeToo y el “yo sí te creo”, una de las decapitadoras del dragón Harvey Weinstein, una de las constructoras del edificio moral que pretende erradicar los abusos de la vida hollywoodiense, cae ahora en el descrédito porque abusó presuntamente del actor Jimmy Bennet cuando este era menor de edad. Ella dice que el chico miente y esto es el mundo al revés: la que aseguró que había que creer siempre a quien denuncia, tachando de mentiroso a su acusador.

Tras admitir que pagó un dineral en concepto de chantaje para acallar a Jimmy Bennet, Argento ha insistido en que no hubo sexo. El tipo, en respuesta, ha publicado una foto en la que se les ve sin ropa y en la cama. ¿Miente Bennet, miente Argento o hay una zona gris en la que ambos dicen una parte de la verdad? ¿Tenía realmente 17 años el actor cuando se hizo la foto? ¿Hubo sexo consentido o fue un abuso? Y sobre todo: ¿debemos juzgar todo esto nosotros? ¿Debe la opinión pública aplicar la condena o debería ser un tribunal quien sopese el caso con todas las garantías para la presunta víctima y la presunta agresora?

Foto: Aspecto de los accesos, desde la C-55, al centro penitenciario de Lledoners, en el término municipal de Sant Joan de Vilatorrada. (EFE) Opinión
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Para mí son preguntas llenas de sentido ahora, igual que lo han sido en todos los demás casos. La diferencia es que quizás, en esta ocasión, reciba menos insultos por entonar estas dudas retóricas de Perogrullo. Cuando una acusación puede destruir la carrera y la reputación de un individuo, sea hombre o mujer, debe exigirse la máxima prudencia. Que tu suerte se decida en el tribunal vociferante de los medios de comunicación y las redes sociales es, ahora y antes, una atrocidad y una injusticia.

Algunas preguntas más, señoría. Si Argento hubiera abusado realmente de Bennet, ¿cuál debería ser la pena? ¿Quién debería ejecutar la sentencia? ¿Merecería la destrucción, el oprobio social, la vergüenza y la humillación públicas a las que se ha sometido a los demás? ¿Debería ser borrada al estilo '1984' de películas que ya ha rodado, como ocurrió con Kevin Spacey? ¿Deberían dejar de contratarla por siempre jamás? ¿Sería justo que las distribuidoras enterrasen su última creación, como le pasó a Louis CK? Mi respuesta es que no.

Que tu suerte se decida en el tribunal vociferante de los medios de comunicación y las redes sociales es, ahora y antes, una atrocidad y una injusticia

Pero lo particular del caso de Asia Argento merece mayor comentario. Su rareza no estriba solamente en que una mujer pueda haber abusado de un chico, cuando la inmensa mayoría de los abusos los cometen hombres contra mujeres o contra otros hombres, sino en que la defensa pública de Argento contradice exactamente lo que ella ha promovido. Para mí es una constatación de que la postura “yo sí te creo” encierra, tras la intención de animar a las víctimas de los abusos a denunciar, un arma de doble filo.

Algunos sacan a relucir estos días una sed de venganza trol y exigen para Argento el rigor que criticaron cuando se acusaba a hombres. Otros, mientras tanto, se llenan la boca con esa presunción de inocencia que negaron sistemáticamente a los supuestos abusadores. Para desgracia de todos, algo tan serio y abominable como el abuso sexual sistemático en una industria ha degenerado en una guerra de sexos, en una suerte de espectacular 'Furor' donde los chicos van con los chicos y las chicas con las chicas.

placeholder Asia Argento y Jimmy en la cama en la foto publicada por TMZ.
Asia Argento y Jimmy en la cama en la foto publicada por TMZ.

La posible mancha sobre el expediente de Asia Argento no debería empañar el movimiento que ella y muchas otras abanderan, sino hacerlo más fuerte. Debería hacernos pensar en la necesidad de alejar el #MeToo de la abominable justicia paralela y mediática en que se ha convertido. Debería recordarnos que la defensa de la presunción de inocencia, sean hombres o mujeres, es fundamental. Y debería servirnos también para discutir el estándar extremadamente riguroso que se está imponiendo, y que convierte en una agresión sexual de gravedad equiparable comportamientos que van desde la violación hasta el comentario sexual desafortunado.

Siempre he sentido náuseas cuando pagan justos por pecadores. Repaso a la luz del caso Argento todas las carreras destruidas hasta los cimientos y dudo mucho que un mundo más justo pueda lograrse con tantas injusticias. Quieren poner a la que acusó a Harvey Weinstein en la misma picota donde ella lo colocó a él. Yo repito lo que digo siempre: que la picota no es un sitio para impartir justicia, sino para destruirla. Que no obtendremos justicia de una picota pública en ningún caso. Jamás.

Resulta que Asia Argento, una de las impulsoras del movimiento #MeToo y el “yo sí te creo”, una de las decapitadoras del dragón Harvey Weinstein, una de las constructoras del edificio moral que pretende erradicar los abusos de la vida hollywoodiense, cae ahora en el descrédito porque abusó presuntamente del actor Jimmy Bennet cuando este era menor de edad. Ella dice que el chico miente y esto es el mundo al revés: la que aseguró que había que creer siempre a quien denuncia, tachando de mentiroso a su acusador.

Harvey Weinstein